El 9 de febrero, el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) le concedió permiso para desarrollar esta nueva línea de negocios, para la que Antel había solicitado autorización al Poder Ejecutivo, tal como lo estableció la Ley 16.828, de 1997, que en su artículo único facultó al ente para operar fuera de fronteras “directamente o asociada con empresas públicas o privadas, nacionales o extranjeras”, previa consulta con el Poder Ejecutivo. La norma estableció que están comprendidas “la totalidad de las actividades, negocios y contrataciones que se estime necesario realizar en cada caso”.

Con este aval, la empresa avanzará en los proyectos de conexión regional por intermedio de cables submarinos iniciados durante el actual período de gestión, para ofrecer servicios de banda ancha, soportes y software. Se completa así el marco jurídico a los acuerdos de complementación que habían sido suscritos por Antel en octubre de 2014 con Google, Algar Telecom de Brasil y Angola Cables, con el objetivo de “posicionarse como proveedor de servicios en la región”, tal como lo había explicado en su momento la presidenta del organismo, Carolina Cosse. Con estos contratos se puso en marcha la colocación de un cable submarino de fibra óptica de 10.556 kilómetros, que en una primera etapa conectará las ciudades de Santos y Fortaleza en Brasil con Boca Ratón (Florida, Estados Unidos) y en la segunda fase, Fortaleza con Maldonado. Los relevamientos marinos ya comenzaron y la intención de Antel es culminar el cableado en noviembre de 2016.

“En los últimos cinco años, Antel ha tenido una tasa promedio de crecimiento de banda ancha internacional de 65% y América Latina la ha tenido de 50%”, había señalado Cosse a la agencia AFP en octubre del año pasado, indicando que los pronósticos de crecimiento para los próximos cinco años son de 38% en Latinoamérica, 44% para Uruguay y 50% para Antel, en un país que cuenta con fibra óptica en más de 70% de los hogares, con más de 68% de los hogares conectados.

La jerarca afirmó también que contratar el ancho de banda que se necesitará para sostener ese crecimiento, a precios futuros, costaría unos 195 millones de dólares, mientras que la inversión de Antel en el cable submarino fue estimada en 73 millones de dólares. “O sea que este proyecto permite un ahorro millonario por la propia demanda que Antel va a tener”, destacó Cosse.

Los anuncios de la presidenta de Antel y futura titular del MIEM referían a que en un primer momento se ofrecerán servicios en Brasil, donde estarán los puntos de distribución -con estaciones de amarre- en Fortaleza y Santos, para posteriormente “apuntar a toda la región”, señaló.