En los últimos meses se ha dado un movimiento importante en la cotización de monedas a nivel mundial que, según la Asociación Rural del Uruguay (ARU), a finales de 2014 se “viralizó”. Buscando no perder competitividad, en los últimos 12 meses los países más relevantes para el comercio exterior de Uruguay llevaron a cabo medidas con el objetivo de debilitar sus respectivas monedas frente al dólar, logrando hacerlo en 14% en promedio. Mientras tanto, las medidas locales -que según la ARU “distan en la intensidad de las variaciones que han sucedido tanto a nivel regional como más allá”- han llevado a una depreciación en el peso uruguayo de 10%.

En diálogo con la diaria, el presidente de la ARU, Ricardo Reilly, afirmó que las consecuencias de este “rezago cambiario” caen, principalmente, sobre el sector agropecuario, que “explica 75% de las exportaciones totales del país y es una de las principales fuentes de generación de empleo de manera directa e indirecta”. A esto se le suma “una caída importante en el precio de las materias primas”, una estructura de costos internos “muy alta” y el hecho de que “nuestros principales socios comerciales están devaluando sus monedas para ganar en competitividad”. Bajo este escenario, “es importante que Uruguay se alinee y entre en sintonía con lo que está sucediendo a nivel mundial”, consideró.

Para la ARU, la tendencia al alza del tipo de cambio en Uruguay “parecería continuar”, pero por “cuánto tiempo y hasta qué nivel dependerá tanto de la evolución de las principales economías del mundo, como de las medidas que se tomen en las economías de la región”.

Analizando el caso particular de la competitividad con Brasil -nuestro principal socio comercial-, ésta se ha reducido desde mediados de 2011 y a una escala más pronunciada en los últimos meses. La ARU, basada en “diversos estudios”, afirmó que Brasil es el “driver de precios de la región en el mediano plazo” y que la paridad del peso uruguayo con el real se encuentra “en su punto más bajo”. Por eso, teniendo en cuenta que “cualquier desalineamiento de tipo de cambio incide directamente en la industria de Uruguay”, las políticas económicas locales “deberían contemplar la influencia” que ejerce el país vecino.

Si bien el régimen utilizado desde junio de 2002 es la meta de inflación y las autoridades insisten en “dejar en claro” que el dólar se mueve según lo que pasa en el mercado (a respuesta de la oferta y la demanda), “la realidad es que la autoridad monetaria ha actuado sobre el mercado de cambios” por medidas que apuntan a controlar la inflación pero que “terminan interviniendo y repercutiendo en forma directa en el mercado, impidiendo la suba del dólar”, lo que hace que más que un régimen de tipo de cambio flexible, el caso uruguayo sea un caso de “régimen de tipo de cambio flexible monitoreado por la autoridad monetaria”. La solución, desde la perspectiva de la ARU, es que el Banco Central tienda a “acelerar la devaluación de forma gradual”.