En octubre de 2014 llegaron a Uruguay cinco familias, un total de 42 personas, tras la decisión del gobierno de José Mujica de alojar y facilitar la integración en Uruguay de refugiados de Siria. Estaba previsto que el segundo grupo de familias, en este caso 72 personas, llegara en febrero, pero su arribo se postergó. El canciller Luis Almagro había dicho que la demora se debía al cambio de autoridades por la asunción del gobierno el 1º de marzo, y luego se sumaron versiones sobre supuestos casos de violencia doméstica entre las familias sirias. Aunque no se pudo comprobar estas denuncias, Mujica apuntó que le gustaría que vinieran mujeres y niños.

Ayer, el presidente electo, Tabaré Vázquez, dijo que analizará “en profundidad” la llegada de más familias y que luego tomará una decisión, y aclaró que el gobierno no tiene “ningún compromiso establecido”. El futuro canciller, Rodolfo Nin Novoa, había dicho a Radio Uruguay que plantearía el tema en el Consejo de Ministros y que lo conversaría con Vázquez, para estudiar “qué compromiso tenemos con ACNUR [el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, organismo con el que se coordinó la iniciativa]”. “Vamos a mirar ese convenio. Tenemos esta semana una reunión con la gente de derechos humanos de la cancillería y estamos analizando el tema para tomar una determinación a partir del 1° de marzo”, había dicho. En esa entrevista había comentado algunas de las dificultades que surgieron en el proceso; por ejemplo, que se había seleccionado a personas pensando que eran agricultores pero no lo eran. “Uno busca un programa para ellos y resulta que no sirven”.

Vázquez también se refirió ayer al entredicho entre las embajadas de Irán e Israel y a la acusación de Irán de que hay una operación de “iranofobia”. “Nuestro país no tiene fobia contra ningún pueblo del mundo, sino fobia a cualquier elemento vinculado al terrorismo. El 1º de marzo voy a hablar de los principios y valores que hacen a la identidad del pueblo uruguayo”, anunció.