“Está haciendo carrera para un organismo internacional”. La frase fue pronunciada en 2011, en tono despectivo, por Jorge Saravia, en aquel momento todavía senador del Frente Amplio. Se refería al entonces canciller Luis Almagro, que había asistido al Parlamento a defender el proyecto interpretativo de la Ley de Caducidad. Por estos días, en vísperas de la elección de la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA), esa interpretación resurge en filas de la oposición, que entiende la postulación del senador del Movimiento de Participación Popular como la cúspide de una carrera personal.

Esta interpretación omite un dato: la postulación de Almagro fue una idea del ex presidente José Mujica, que la impulsa como una acción coherente con su concepción de la integración regional. En ocasión de la presentación de su candidatura ante el Consejo Permanente de la OEA, el 18 de febrero, Almagro habló de derechos humanos y democracia. No era el ámbito para hablar de geopolítica regional, aunque es el factor que más pesó para que Mujica y su ex canciller hayan colocado en la mira a la OEA.

“Nosotros vamos a dar batalla en cada uno de los lugares donde se discuta la integración de América Latina”, declaró Mujica en julio de 2013 a La Garganta Poderosa, una publicación mensual argentina. Explicaba así la incorporación de Uruguay a la Alianza del Pacífico como miembro observador; explicitó que buscaba de esta manera darle “batalla” a Estados Unidos. “Si nosotros nos alejamos, menos influencia vamos a tener y estaríamos favoreciendo el trabajo de ellos [de Estados Unidos]. Así que tenemos que estar, por lo menos para estorbarlos”, había manifestado.

El ex presidente y su canciller han conversado mucho sobre estos temas. Almagro ha comentado más de una vez a sus allegados que las conversaciones con Mujica durante los viajes en avión y las esperas en los aeropuertos le formaron su pensamiento geopolítico sobre América Latina. Todo indica que este miércoles, si no surgen sorpresas -como un candidato de último momento, algo que se estima improbable-, Almagro será electo secretario general de la OEA. Desde ese organismo impulsará no sólo el regreso de Cuba, sino una transformación de la OEA de “ministerio de colonias” de Estados Unidos -como lo llamó Fidel Castro- a un espacio “de negociación abierta” de los países del sur con el país del norte, “de igual a igual”, según indicaron allegados a Almagro. “La OEA va a ser el lugar donde se pueda hablar de igual a igual con Estados Unidos, con la base del prestigio que tiene la Unasur [Unión de Naciones Suramericanas], y en un momento en que los países somos más soberanos, para que se aplique aquello de que ‘naides es más que naides’”, comentó una fuente cercana al ex canciller.

La gestión de Almagro será, en cierta forma, “la continuación de la política exterior de Mujica”, consideró Sebastián Valdomir, de la Comisión de Relaciones Internacionales del MPP. “Va a haber un diálogo muy activo entre Almagro y Pepe respecto de estos temas”, sostuvo.

Hasta el momento, Almagro recibió el apoyo de la casi totalidad de los países de América del Sur y de Centroamérica, y el silencio sin oposición de Estados Unidos y Canadá.

La previa

De ser electo, Almagro asumirá en mayo, en medio de una situación conflictiva entre Venezuela y Estados Unidos. El 10 y 11 de abril, el futuro secretario general de la OEA está invitado a participar en la cumbre iberoamericana que se realizará en Panamá, donde éste será uno de los temas centrales. El gobierno venezolano pidió una reunión extraordinaria de la OEA para este jueves para abordar el conflicto, cuando hasta el momento rechazaba la intervención de ese organismo. Diez días atrás, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, sugirió que la OEA se quede “por allá, donde está, en Washington”. “Se ve bien bonita, bien lejos de nosotros”, comentó, y luego exclamó: “¡Fuera la OEA de acá, por ahora y para siempre!”.

El acercamiento de Venezuela a la OEA será también un propósito de la gestión de Almagro. Al respecto, el ex canciller ya dio algunas señales, en referencia al rol que tendrá la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de ese organismo (CIDH). En setiembre de 2013, Venezuela concretó su retiro de la CIDH, a la que acusó de “servir al imperio” y “mancillar” a su país. En declaraciones a la agencia Efe en febrero, Almagro aseguró que procurará que la CIDH deje a un lado las “opiniones políticas” y recupere su “carácter técnico”. Dijo que buscará que exista una “cooperación de doble vía”, en la que “el sistema coopera con el país, haciéndole ver sus problemas, y el país coopera con el sistema al adecuarse a los principios que éste le impone”. “El sistema interamericano no puede seguir perdiendo clientes. Queremos que vuelvan los que se han ido, que se queden los que están y que vengan los que nunca estuvieron”, afirmó.