La Cámara de Comercio de Productos Agroquímicos (Camagro) presentó ayer el informe “Impacto de los fitosanitarios en la producción agropecuaria del Uruguay”, elaborado por la consultora Seragro. El objetivo del estudio fue “evaluar el impacto económico de los agroquímicos en el desarrollo reciente de la agricultura uruguaya, y plantear elementos relevantes para evaluar su impacto ambiental”.

Para eso compara la producción promedio de los cultivos de trigo, arroz, maíz y soja en el período de 1985-1995 con el de 2011-2013. El informe concluye que en los últimos 20 años la producción de granos se constituyó en el principal sector exportador en Uruguay -que se multiplicó por seis en volumen y por 13 en valor- y que en ello jugaron un rol clave los fitosanitarios, como se les llama a los agroquímicos. La gacetilla de prensa destaca que “los kilos de principio activo [componente base del agroquímico] necesarios para producir una tonelada de grano disminuyeron sustancialmente en el escenario actual [2011-2013] respecto al escenario anterior [1985-1995]” y especifica que por tonelada de trigo se usa 5% menos de principio activo, 35% menos si se trata de arroz, 50% menos en maíz y 44% menos respecto de la soja. En eso incidieron también las mejoras genéticas que generan mayor rendimiento de los cultivos.

El informe subraya el impacto del cambio en el laboreo de la tierra. El clásico arado o la rastra excéntrica que se usaban entre cultivo y cultivo para dar vuelta la tierra fueron sustituidos por el barbecho químico, que consiste en la aplicación de herbicidas entre cultivo y cultivo, lo que permite, sin invertir el suelo y sin tener plantas que absorban el agua, dejar la tierra con mejores reservas hídricas para cuando se siembre el grano. El estudio calcula que la disminución del uso de combustible que insumía el laboreo mecánico permitió reducir en 20% las emisiones de dióxido de carbono, y si bien reconoce que ha implicado una mayor carga de agroquímicos, destaca que los que se usan ahora tienen menor persistencia.

La gacetilla compara la cantidad de kilos de principio activo que llevaba antes y ahora producir una tonelada de grano, pero considera solamente la cantidad de agroquímicos aplicada directamente a los cultivos (que se multiplicó por seis). Sin embargo, si se comparan los productos usados en todo el ciclo de producción, los kilos de principio activo entre 1985-1995 y 2011-2013 se multiplicaron por nueve: en el primer período se empleaban en promedio en los cuatro cultivos 1.028 toneladas de principio activo, y en el último se usaron 9.551 toneladas (3.252 aplicadas sobre los cultivos y 3.933 en el barbecho químico).

En base a datos de la Dirección Nacional de Aduanas, el informe recoge que en 1996 las importaciones de agroquímicos costaron 40 millones de dólares; en 2007 el monto saltó a 100 millones de dólares, y en 2013 trepó a 220 millones de dólares (la gran mayoría por herbicidas). Ni la gacetilla ni la presentación recogen datos de cantidades, que se estima que son mayores debido al descenso del precio mundial del glifosato (que representa entre 90% y 95% de los herbicidas).

Nicolás Lussich, periodista e integrante de Seragro, explicó a la diaria que el informe plantea, además, dos discusiones. Se menciona el rol de las empresas aplicadoras, que en el afán por maximizar sus beneficios “si las contratan por hora van a tratar de hacer la mayor cantidad de tareas por hora y a tratar de aplicar el fitosanitario más concentrado, porque eso les permite ir menos al tanque a reponer”. Expresó que otro tema sensible es que Uruguay evalúa la toxicidad de un agroquímico evaluando el principio activo y no el producto formulado, cuya combinación termina impactando en la población y en el ambiente. Comentó que Inocencio Bertoni, director de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, expresó ayer el interés de que se evalúe el producto formulado. Lussich transmitió que Camagro (que nuclea a grandes empresas internacionales) acompaña ese planteo, pero manifestó que algunas empresas uruguayas se resisten al cambio.