En las elecciones celebradas en Israel el martes se jugaba buena parte de las probabilidades de poner fin al conflicto entre Israel y Palestina mediante la solución de los “dos estados”. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, había anunciado que mientras estuviera en el gobierno no iba a permitir la creación de un Estado palestino, por lo que su reelección echó por tierra las esperanzas de llegar a un acuerdo de paz. Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, fue enfático al afirmar que “esta situación llegó a su límite”, pero también se lamentó por el hecho de que “Israel tiene un concepto de límite que es ligeramente diferente al del resto del mundo civilizado”.

Luego de conocerse los resultados de la elección, líderes de varias potencias occidentales decidieron marcar una postura firme ante Tel Aviv. El primer ministro francés, François Hollande, amenazó con “presionar sin prepotencia pero con firmeza” a Netanyahu “hasta que comprenda que está siendo amenazado”.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por su parte, dijo que está “preocupado” por una posible radicalización del conflicto, y también quiso enviar un mensaje claro a su par israelí. “Estados Unidos va a seguir aplicando invariablemente su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar que Israel sea sancionado. Pero si los israelíes no cambian su postura, van a tener que acostumbrarse a recibir amenazas en los días previos a cada votación. Y que quede claro que me estoy refiriendo a todas y cada una de las votaciones. No habrá excepciones”.

No obstante, las advertencias de estos funcionarios y gobernantes no parecen haber logrado su objetivo. En declaraciones a la prensa formuladas ayer, Netanyahu aseguró: “Israel debe cuidar la seguridad de sus ciudadanos aun cuando esto represente hacer sacrificios. Pero afortunadamente, para mí, ignorar por completo las amenazas de otros gobernantes no es ningún sacrificio”.