-¿Qué implica la creación de un SNC?

-Más allá de los servicios que se van a implementar, lo principal con la aprobación de la ley [que creará el SNC] es que se dará un paso decisivo para la instalación de un nuevo derecho universal para los ciudadanos uruguayos. Esto quiere decir que, independientemente de la condición económica o de cualquier otro tipo, todas aquellas personas que tengan algún grado de dependencia -ya sea por el ciclo de vida o porque comienzan a tener problemas para desarrollar su vida cotidiana con plena autonomía- tienen derecho a ser cuidadas. Es un cambio cultural muy importante y es un derecho que van a ir incorporando con el transcurso del tiempo. Estamos poniéndole un nuevo escalón al sistema de protección social de Uruguay.

-¿Quiénes serán sujetos de ese derecho?

-Hay tres sectores diferenciados. Por un lado, los niños y las niñas; particularmente vamos a empezar por rango de edades de 0 a 3 años, que son los que por el momento del desarrollo del ciclo vital requieren un cuidado particular. En la otra punta, las personas que a partir de los 65 años, por la particularidad del ciclo vida, han perdido autonomía para desarrollar su vida y adquieren dependencia moderada o severa. En tercer lugar, las personas con discapacidad, no autoválidas, de cualquier edad. Hay una cuarta población que incluye a las personas que cuidan; en ese caso el SNC intentará modificar o reducir una desigualdad muy fuerte, que es la de género. Aquellas personas no remuneradas que deben sacrificar espacios de su vida cotidiana o el ingreso a un trabajo para cuidar a sus hijos u otras personas son mujeres en un 90%. Hay una situación de injusticia de género que hay que corregir, y el SNC puede colaborar al promover un sistema de corresponsabilidad de género en el cuidado. Eso supone generar condiciones para que en un tiempo no muy dilatado las personas puedan tener la cantidad de hijos que deseen y no los que pueden tener en un contexto de restricciones.

-¿Cómo se va a promover la corresponsabilidad?

-Pasa por aspectos educativos y culturales, pero también por generar incentivos legales. Las licencias maternales y el aumento de los días de la licencia paternal y la posibilidad de aumentar el medio horario de trabajo hasta los seis meses indistintamente hasta que el bebé cumpla los nueve meses. Crear una estructura de incentivos genera, a su vez, un espacio de discusión de alternativas, de posibilidades de quién se hace cargo de los cuidados. Es una decisión de la pareja; no podemos meternos en la vida de la gente, pero sí generar las condiciones para que exista la posibilidad de tomar opciones.

-¿Cómo se va a lograr accesibilidad universal al SNC?

-No se va a lograr en estos cinco años. Las previsión inicial es que la implantación del SNC va a llevar diez años. En términos de las metas, habrá una apuesta fuerte en este quinquenio, pero completar la universalidad en el acceso se logrará con el correr de los años. Tenemos claro que vamos a empezar por los sectores sociales vulnerables desde el punto de vista económico.

-Cuidar a otro es considerado trabajo residual, tanto si el que lo realiza se desempeña sin remuneración dentro del hogar o con remuneración en el ámbito laboral. ¿Cómo se van a reposicionar los cuidados?

Qué servicios para qué población

Niños de 0 a 3: Centros de cuidado de primera infancia, sistema de bonos para personas que no pueden acceder a centros privados, paquete de licencias maternales y paternales.

Personas con discapacidad: Asistentes personales para personas con discapacidad severa y teleasistencia para la que tienen dependencia moderada.

Adultos mayores: Cuidadores personales para mayores de 65 años con dependencia severa, teleasistencia para personas con dependencia moderada que viven solas o para personas mayores de 75 años que están en pareja y tienen dependencia moderada o severa, casas de larga estadía y centros diurnos para “pasar el rato y estar con otra gente”.

-La valorización del cuidado está prevista en la ley como uno de los objetivos del SNC. Eso se hace desde muchas perspectivas. Primero, instalando el derecho, comunicando a la población que hay un derecho. Segundo, para no caer en prácticas demagógicas, hay que avisarle a esa población que ese derecho no se va a ejercer inmediatamente, que hay un inicio, un segundo momento y un final en los servicios que garantizan su ejercicio. Hay un tiempo: no es soplar y hacer botellas. La valoración de la tarea se juega en varios planos; por ejemplo, en la regulación laboral de los trabajadores, en la definición exacta de en qué consiste esa tarea, diferenciarla de otro tipo de cuidados como los de la salud y de otros servicios en el hogar, como el doméstico, que también tiene su importancia. Conseguir una identidad específica del cuidado y definirlo pasa por generar condiciones para la negociación colectiva, para la fijación de los salarios y por tener, junto con el proceso de regulación, el proceso transversal que es la formación de las personas. Porque también tenemos que tener la oportunidad de arrancar por una serie de servicios, tratar de definir estándares de calidad de esos servicios y acreditar las competencias de las personas que hoy ya desempeñan tareas de cuidados remuneradas, o formar a otras que se van a necesitar.

-¿Cómo se va a abordar la capacitación?

-Como un problema común, como una cuestión que cruza transversalmente a todas las poblaciones que van a ser sujeto de la política de cuidados. Se va a planificar la formación, se va a definir cuáles son los espacios en los que se va a formar. Tendremos que tener mucho pragmatismo, en el mejor sentido de la palabra, utilizar todas las capacidades formativas que tenemos desde el sistema educativo formal -el Inefop [Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional] u otras cosas que puedan aparecer- y establecer un plan común de formación que deberá tener una matriz común en términos de una formación de arranque en lo que implican los cuidados, y un aspecto que es variable en función del tipo de población a la que se atiende. Son dos niveles: acreditar y recalificar a los que ya están; el otro es brindar una formación desde cero.

-¿Quiénes van ser los cuidadores?

-Esto supone un proceso de creación de empleo. No estamos viendo como un problema que haya falta de cuidadores. Aún no hemos instalado la mesa de trabajo; éste va a ser un trabajo colectivo, de varios organismos públicos. En el segundo gobierno avanzamos en el qué, ahora tendremos que avanzar en el cómo.

-¿Está prevista la participación formal de la sociedad civil?

-Hemos conversado con la Red Pro Cuidados y con los coordinadores del PIT-CNT. Ahora vamos a tener una agenda de trabajo fuerte con la sociedad civil. Si hoy tenemos un SNC tiene que ver con que hubo un trabajo muy fuerte en la sociedad civil que ayudó a colocar este tema en agenda, a visibilizar el cuidado, que no está tomado en cuenta dentro de la actividad económica y que además está muy desequilibrado en términos de género. El acervo que aportaron fue importante para el qué y será importante para el cómo. En la ley está previsto un Comité Consultivo en el que podamos conversar en este proceso, que arranca ya. La idea es tener una consulta permanente, de modo de asegurar la participación no sólo de la sociedad civil sino también del sector privado.