Llegaron de Salto, Rivera, Paysandú, Bella Unión y Colonia. Fronteras emblemáticas en las que la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes (ESCNNA) parece “naturalizada”. Compañeros de liceo, mi mejor amiga, la gurisa que conocí en el hogar del INAU y una prima fueron víctimas de este delito tipificado en la Ley Nº 17.815.
Más de 40 jóvenes que participan en el programa Jóvenes en Red, del Ministerio de Desarrollo Social, de PROPIA (INAU) y voluntarios de la campaña “Uruguay, país de buentrato” protagonizaron ayer un debate en el marco del Seminario Internacional sobre ESCNNA, que se desarrolló en la Intendencia de Montevideo. Y fueron categóricos: “La falta de compromiso e información de la sociedad facilita la continuidad del delito”.
“No son pedófilos, son delincuentes”, sentenció Rodrigo, del programa PROPIA de Paysandú, ante el auditorio del salón Azul, que ovacionó la claridad conceptual con la que el joven expresó las conclusiones a las que su grupo arribó sobre por qué ocurren estos casos, que muchas veces conocen por ser “historias contadas por personas cercanas a nosotros”. “Los adultos que ejercen delitos como la explotación sexual dicen que no conocen los derechos; por lo tanto, no los respetan. Deberíamos difundir más nuestros derechos para defendernos”, dijo. A esto se suman “las condiciones socioeconómicas de las víctimas, que en su mayoría viven en barrios vulnerados”, “la poca contención de las familias” y el hecho de que “los adultos se crean fantasías en las que creen que si tienen relaciones con niños, niñas y adolescentes tendrán placer. Ejercen su poder para llevar a cabo sus deseos”.
Por eso, Rodrigo enfatizó que “es importante ser cauteloso”, por ejemplo, evitando la publicación de información privada. “Hay gente mayor que pone una foto falsa en las redes sociales y nos contacta. O en la calle alguien nos quiere seducir con una recarga de celular, con comida, comprándonos un refresco. También nosotros tenemos que tener cuidado con lo que ponemos en el Facebook. Si yo pongo ‘Hay fiesta en casa, ¿quién me cae?’, puede llegar gente que quiera pasar a otra cosa. Por eso, no tenemos que actuar solos ni impulsivamente. Debemos hablar con nuestros padres -si no son quienes nos abusan-, llamar a la Línea Azul de INAU (0800-5050), que es gratuita y anónima, o recurrir a la Policía”, añadió.
“Está la creencia de que, por tener 15, 16 o 17 años, es voluntad nuestra [mantener relaciones sexuales con adultos]. Esto no es así, no es una decisión propia. Nosotros somos las víctimas, y los consumidores -no ‘clientes’- son quienes delinquen”, remarcó una voluntaria de Buentrato. “Hay quienes rechazan el tema, pero intentamos comprometer a la gente para que denuncie”, agregó.
Con ritmo vertiginoso, el público pudo seguir las conclusiones de los talleres y el trabajo en equipos que los jóvenes habían desarrollado en sus distintos lugares de pertenencia. “Hay adultos que se comparan con niños. Muchos niños no van a estudiar, van a otras casas; agarran drogas y agarran amor a esas personas, y ahí van sucediendo muchas cosas”, contó el grupo de Jóvenes en Red de Bella Unión, mientras describían la síntesis de su trabajo, expresado en una cartulina amarilla, en la que un niño vestido de adulto pedía: “No interrumpir mi niñez”. “Debemos compartir más información y perder el miedo a decir las cosas”, añadieron, y cuestionaron: “¿Qué está dispuesto a hacer el gobierno con todo esto?”.
Hacia el final, en lugar de abrir espacio a dudas y comentarios, ellos y ellas hicieron preguntas a las autoridades y al público, con especial hincapié en la prevención, en la detención de culpables (“¿Por qué existe la percepción de que la Policía no hace nada?”), y en la necesidad de que se aborde esta problemática en todos los centros educativos y que se den clases de educación sexual “para conocer nuestros cuerpos”.