Yunta Brava es el nombre del grupo que organiza, desde hace diez años, la milonga de la Plaza del Entrevero, y que tuvo su permiso suspendido durante tres semanas después de que dos amigas denunciaran que no pudieron bailar juntas porque desde la organización se les acercaron para decirles que allí no querían “tortas ni maricones”. La Intendencia de Montevideo (IM) tomó cartas en el asunto y esa misma semana suspendió el permiso e invitó a los integrantes de Yunta Brava a participar en talleres de reflexión sobre la temática de género y discriminación.

El director de Promoción Cultural de la IM, Gonzalo Halty, dijo a la diaria que hubo “mucho diálogo” con los organizadores, de los que dijo que tuvieron “muy buena receptividad” en las distintas instancias de reflexión organizadas por la Secretaría de la Mujer de la comuna. Halty dijo que los integrantes de Yunta Brava manifestaron que no quisieron ser ofensivos ni herir a nadie, y “lamentaron lo sucedido”, por lo que estimó que el tiempo que pasó desde la suspensión del permiso “fue bueno” porque les sirvió para “madurar”. Según el jerarca, no existirán “mayores inconvenientes” desde ahora.

La vuelta

Sobre las 19.00 de ayer no era mucha la gente que se había acercado para presenciar el retorno de la milonga, pero los organizadores estimaban que, a medida que pasaran los minutos, iban a ser más. Si bien la mayoría de los que bailaban tango -todos arreglados especialmente para la ocasión- eran varón y mujer, también había dos parejas de mujeres; una de las duplas estaba integrada por dos señoras y la otra, por una joven y una mujer mayor. También estaban los que formaban la ronda alrededor de las parejas de baile sólo para mirar, y los que esperaban que alguien se acercara para invitarlos a la pista.

Entrevistado por la diaria, Daniel Prates, principal referente de la organización, explicó que vivió “tranquilo” el retorno. Aseguró que lo que hicieron no le hace mella, “porque tengo muchos años de tango” y la gente que va a la milonga lo recibe con un beso y un abrazo; hizo énfasis en que ninguno de los asistentes está en su contra. Consultado por las jornadas de reflexión, sostuvo que fue una actitud “muy importante” de la IM, y aseguró que el propio Halty se acercó a la milonga de ayer y les mostró su conformidad.

Prates aseguró que siempre dejó bailar “a las damas con las damas”. Contó que antes de lo ocurrido hace tres semanas “hubo un incidente porque había una señora con un bebito chiquito”, y después de que dos mujeres se besaran en la boca dijo que eso “era demasiado” y se fue. “A mí me parte, porque para mí los niños son todo. A raíz de esto les empecé a decir: ‘Bo, modérense. Bailen con hombres, consíganse un compañero, con buena onda’”, sostuvo Prates. El organizador, de 73 años, dice que desde hace 45 baila tango y trata a la gente “con mucho respeto y aprecio”, pero que después de ese episodio “entendieron otra cosa y empezaron a hacer revuelo, hasta que lograron parar esto [en alusión a la milonga]”. “Siempre se permitió que bailaran dos mujeres; en ese momento hicieron algo indebido delante de los niños y, por las buenas costumbres, dijimos: ‘Vamos a parar la mano’”, explicó.

Prates dijo que para ellos la suspensión fue “un alerta” que “hay que tomar con pinzas”. “Con eso no negamos esto ni aquello”, consideró. Consultado sobre cómo reaccionaría si dos personas del mismo sexo se besaran en la milonga, Prates respondió: “Les llamás la atención: ‘Calmate, bailá, jodé un rato, chichoneá un poco pero no lo hagas público’. A muchos no le cae bien eso, entonces, para hacer una milonga general es bravo”. Graciela Otero, su pareja y también integrante de la organización, dijo a la diaria que le dolió mucho que la tildaran de fascista, cuando ella fue detenida por la dictadura, y consideró que lo que pasó hace tres semanas no fue un error de la organización sino más bien “una confusión”, causada porque “se expresaron mal o porque ellas [por las bailarinas] entendieron mal”. Otero señaló que la mayoría de la gente que concurre a la milonga en la plaza “es mayor” y por lo general “no tiene la cabeza abierta”, y esas personas son las que se quejan.

Los organizadores de la milonga piden la colaboración voluntaria de quienes se acercan a la plaza por el equivalente a un boleto y medio de ómnibus, y a partir de ahora recibirán el apoyo de la IM, que les dará un servicio de vigilancia durante la actividad, según dijo Prates.