La Expo Activa de la Asociación Rural de Soriano nuclea y representa a lo más granado del sector económico de mayor crecimiento en Uruguay. Luego de los últimos años de bonanza, los principales referentes de los grandes productores y de los mayores pools de siembra utilizaron la 20ª edición de este evento para abrir el paraguas. “Vendrán dos años en los que los precios van a ser más bajos, para la soja en particular”, dijo el ingeniero agrónomo Eduardo Blasina (ver el diario Acción del 29/3/2015).

Hubo varias referencias a la caída de los precios, los altos costos de producción, el atraso cambiario, etcétera. Todo para hacer pie y poder hablar de lo que realmente les interesa: cuestionar los avances en las condiciones de trabajo de los trabajadores rurales. “Aplicar las ocho horas en el campo no es lo mismo que en la ciudad y es el único factor, el resto estamos de acuerdo”, afirmó Carlos María Uriarte, presidente de la Federación Rural (FR) de Soriano, en la misma edición de Acción.

Pero al tiempo que ponía en cuestión un derecho establecido por ley, se adjudicó esa conquista. “La jornada de ocho horas es uno de los logros de la FR de la década de los 80”, añadió, borrando de un plumazo décadas de lucha de los trabajadores rurales y de sus organizaciones.

Para él nunca existieron la Unión de Regadores y Destajistas de El Espinillar, el Sindicato de Frutas y Verduras de Salto, el Sindicato Único de Obreros Remolacheros de Paysandú, la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas, el Sindicato Único de Remolacheros de Soriano, las organizaciones de trabajadores de tambos o de los arrozales, ni tantas otras herramientas que los trabajadores generaron en los años 50, 60 y 70 para defender sus derechos. Ni las marchas hacia Montevideo de los esquiladores, peones de tambo, remolacheros de Paysandú y cañeros de Artigas. Tampoco existe la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines de hoy. Según el señor Carlos María Uriarte, los trabajadores del campo deben agradecer la ley de ocho horas a la FR.

No había especificado cuáles eran los “factores” con los que está de acuerdo, pero agregó críticas: “Hoy hay mucha preocupación, temor por parte de los generadores de trabajo de generar trabajo, porque se pueden encontrar en situaciones que pierden seguro, saben que si van a un juzgado pierden seguro, no tienen ninguna opción de ganar, a veces son justos pero muchas veces son injustos los reclamos”. Sería bueno que aclarara cuáles le parecen injustos y por qué, ya que, según él, causan la pérdida de muchos puestos de trabajo.

“Lo que reclamo a los que hoy defienden a los trabajadores, que tengan conciencia que hace diez años que perdemos 1.000 puestos de trabajo en el agro por año y eso es una señal muy fuerte, quiere decir que hay algo que estamos haciendo mal”, advirtió.

A los dirigentes de la FR no les alcanza con que algunas de las conquistas de los trabajadores rurales establecidas legalmente no se apliquen en vastas zonas del país. No les alcanza, por ejemplo, con que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social carezca de inspectores suficientes para hacer cumplir las ocho horas. Van por más. Ante la posibilidad de que vengan años en los que los precios internacionales sean más bajos, ni se les ocurre achicar su margen de ganancia. Empiezan desde ahora a presionar por más desregulación, amenazan con la desocupación y se quejan de los “reclamos injustos”.

Para abonar esto, retoman el viejo cuento de la “familia rural”, tan viejo como la propia FR: transformar la sumisión y la tutela en el ideal de la “sociedad rural”, hablar de confianza, amistad, familia.

“Ahora que estamos festejando los 100 años de la FR, me ha tocado estudiar con profundidad y nos hemos encontrado con que desde su fundación [...] no abarca sólo los productores rurales, abarca los trabajadores rurales, toda la familia rural que vive en el campo. No me gusta hablar de patrones y empleados, hay generadores de trabajo y trabajadores, que en un momento son unos, y en otros, otros”, alegó Uriarte. No se enteró de que una parte de la “familia rural” hace rato que se mudó del campo.

Es bien interesante eso de que los generadores de trabajo y los trabajadores en un momento son unos y en otros momentos son otros. Parece que la cosa es rotativa. ¿Será que el señor Uriarte está pensando, por ejemplo, en dejar su lugar a uno de sus trabajadores en 2016 y arrancar él para las ocho horas?

En la misma nota insinuó que actualmente la parte privilegiada de la “familia rural” son los trabajadores: “Por eso no me gusta hablar de patrón y empleado, porque el patrón significa una cierta ascendencia sobre el empleado y no es así [...] si quieren hoy en día la ascendencia es al revés, es del trabajador hacia el generador de trabajo”.

Así, una parte de “la familia rural” escribe una historia del campo uruguayo en la que no existieron las organizaciones de los trabajadores ni sus luchas, y la ley de ocho horas es obra de la FR. Además, esa parte se reserva en exclusiva el derecho a organizarse: la Asociación Rural del Uruguay existe desde 1871 y la FR, desde 1915. Ellos sí pueden reclamar y ejercer influencia sobre el gobierno (o, muchas veces, gobernar directamente).

Cada vez que se cierran eventos como la Expo Activa o la Rural del Prado exponen públicamente sus reivindicaciones. ¿Será que los discutieron con toda “la familia rural” a la hora del almuerzo; o será que esa “familia” no almuerza toda en la misma mesa? ¿Será que los discutieron con toda “la familia rural” en su casa, al finalizar la jornada de trabajo, o será que esa “familia” no vive toda en la misma casa?

Eso sí, para ellos es innecesaria la organización sindical de la “otra parte de la familia”, y los conflictos son cosas anormales que dañan las relaciones familiares, de confianza y colaboración en la “vida compartida” entre “generadores de trabajo” y trabajadores. Por si fuera poco, con reclamos injustos que hacen perder muchos puestos de trabajo.

En realidad, empiezan a tensar los planteos y a presionar para inclinar la relación de fuerzas aun más a su favor. Para que si la crisis se hace sentir la paguen los trabajadores, como siempre.

Los trabajadores no deben dejarse confundir con el planteo de “la familia rural”, porque, como dice Atahualpa Yupanqui en sus “Coplas del payador perseguido”, “Si va pa’l montón del rico el pobre que piensa poco, detrás de los equivocos se vienen los perjudicos”.