-¿Cuáles serán las prioridades en su gestión?
-Recién estamos en el proceso de transición. Hasta ahora tuvimos un solo contacto [con el intendente Mario Bandera], en el que se establecieron tres cosas. Primero, el lunes [por hoy] presentaremos un listado con los nombres de los compañeros que pueden llegar a integrar el gobierno, para que estén en contacto con la intendencia y así iniciar el cambio de administración. Segundo, enviaremos una serie de preguntas por escrito sobre varios aspectos, desde los recursos humanos hasta la situación financiera. También pedimos que las respuestas se den por escrito, así evitamos malas interpretaciones. Por último, si bien está claro que ejercerán el gobierno hasta el 10 de julio, les pediremos que no asuman compromisos que comprometan a la futura administración. Suponemos que en dos semanas tendremos toda la información, y eso nos dará las bases para ir tomando definiciones respecto de los compromisos que asumimos durante la campaña.
-Las siete alcaldías estarán administradas por la oposición. ¿Qué relación mantendrá con ellas?
-Nuestro estilo de trabajo político implica un fuerte relacionamiento con las bancadas de los partidos de la oposición, no sólo con las alcaldías. La descentralización y construcción de los municipios fue una bandera del Frente Amplio [FA], y en política las banderas están para levantarlas, no para quemarlas. Estoy confiado en que se puede trabajar tirando para un mismo lado, sé que los alcaldes electos tienen una gran expectativa de diálogo. Por qué no nos va bien en el interior es un asunto que debemos analizar como fuerza política, para elaborar una estrategia que nos permita revertirlo. Ése es uno de los principales desafíos que enfrentamos.
-Respecto de la elección, la diferencia de votos entre el Partido Nacional (PN) y el FA fue de 1.259, un número menor a los votos observados y a los votos en blanco. ¿Qué lectura le merece?
-Fue la misma cantidad con la que el PN ganó las elecciones pasadas. En términos personales, yo esperaba que el resultado fuera mayor, pero si uno pasa raya, ganó el FA, a pesar de que hubo una concertación tácita entre el Partido Colorado y el PN. Paysandú decidió tener un cambio. Las encuestas decían que 66% de los sanduceros tenía la impresión de que el departamento estaba estancado, pero si se les preguntaba cómo iba a estar, 51% decía que mejor. La expectativa era mucha, y nosotros le prestamos atención a eso. Hicimos una lectura apropiada de la sociedad, detectamos que había un ambiente enrarecido en lo político y que la gente demandaba un cambio. Quedó claro que no corre más que se junten los dirigentes nacionales y hagan una guiñada al pueblo. Paysandú no es una estancia donde el patrón pueda decir qué hay que hacer.
-¿Cómo surgió su candidatura?
-Yo tenía ganas, soy competente y estoy en un momento óptimo para tomar las riendas del departamento. Estaba a disposición, pero era una decisión que tenía que tomar el colectivo. Cuando se plantearon los nombres, las bases marcaron una tendencia, ninguna candidatura fue producto de arreglos entre cúpulas sectoriales. Fui promovido por un sector que no tenía representación nacional, que no tenía estructura y que no todo el mundo conocía. Hicimos una campaña épica que terminó con el respaldo de 12 sectores. Ahí ganamos en estructura, pero nos faltaban los recursos financieros. Entonces entusiasmamos a la militancia recuperando la vieja tradición de la izquierda, hicimos recorridas puerta por puerta y agudizamos la creatividad, utilizamos mucho las redes sociales y recolectamos recursos económicos por internet.
-Como dijo, su candidatura surgió en un momento crítico de la Vertiente Artiguista (VA): el sector pasó de no tener representación parlamentaria a estar al frente de dos intendencias.
-En las elecciones departamentales cada vez tienen menos peso las referencias nacionales, importan las locales. Todos veníamos de una performance que no fue buena, pero teníamos un par de referentes locales. Para la organización política, es como el resurgir del ave Fénix. Bueno, no sé si es tan así; en realidad, hubo un cambio. La Vertiente fue un sector muy metropolitano, y ahora tiene su mayor peso en el interior.
-Tabaré Vázquez habló de una necesaria “actualización ideológica”, pero usted utilizó como eslogan de campaña la frase “Nueva energía, mismas banderas”. ¿Considera necesaria una actualización ideológica en el FA? ¿Cuáles serían los temas centrales que hay que redefinir?
-Después del ejercicio del poder algunas cosas deben actualizarse. No te voy a detallar cuáles, pero la experiencia hace que algunas cosas tengan que cambiar.
-¿Quizá los liderazgos?
-En todos los partidos ocurre que las organizaciones políticas tienen un peso nacional, pero las locales funcionan bien cuando se ponen los pantalones largos y hablan de igual a igual con las nacionales. No son meras sucursales que recogen votos para los objetivos nacionales. Las organizaciones locales se comprometen con el proyecto nacional, trabajan, aportan, pero también hay un proyecto que es local. Antes uno visualizaba que los liderazgos estaban en Montevideo, pero ahora hay en el interior.
-¿Cuáles serían?
-Óscar, el Flaco de los Santos, de Alianza Progresista, es un espejo en el que me he mirado varias veces. Considero que es un líder nato, muy potente. Al dirigente del interior se lo visualiza como el tipo macanudo que rejunta votos, como un buen compañero, pero en realidad no es así. El Flaco es un líder, tiene voz, opinión y acción política.
-¿La pérdida de Maldonado no pone en jaque ese liderazgo?
-Está bien, pero independientemente de la coyuntura, nadie puede decir que no tiene liderazgo.