La semana pasada criticamos las mentalidades cortoplacistas que solamente son capaces de imaginar un país de aquí a un par de décadas. Lo hicimos con cierta dureza, y quizá por eso hemos sido ignorados, tanto en los medios académicos como en la prensa especializada. Pero aunque nos ignoren, nos ninguneen, o no nos mencionen simplemente por no haber escuchado nunca de nosotros y no por mala intención, no nos detendremos.

Estamos en contra de todos aquellos que pretenden hablar del futuro con una mirada tan a corto plazo, como la que se detiene en cuántas escuelas se precisarán para 2025, o cuántas hectáreas de soja adicionales aumentarían un punto del PBI de 2030. ¿Por qué? Porque son unos infradotados. Lo demostraremos a continuación.

¿Por qué hay tanta gente hablando de soberanía energética, un tema que queda vetusto casi al momento de surgir, como esos grupos de cumbia formados por adolescentes ex alumnos de colegios privados? Es hora de pensar en la evolución de las especies, por ejemplo. Hay que ir adaptando nuestro país a la idea de que el chajá de hoy no será el chajá de mañana. Lo mismo con el ñandú o con el puma. Sería grato decir que hay cientos de ejemplos más, pero no es cierto; nuestra fauna autóctona no es tan vasta.

Lo que sí tenemos son seres humanos, que forman parte del reino animal. Es más que evidente en algunos casos específicos (Carlos Gamou, Óscar Dourado, Yessi López), pero se aplica a todos. Somos animales, sujetos a la evolución descrita por el barbado Darwin. Así, los uruguayos de 2500 no serán iguales a los de hoy. Las personas de tierra adentro nacerán con los muslos abultados, previendo el abrazo de piernas al scooter; los ministros de Defensa tendrán acolchadas las rodillas por ciertas prácticas realizadas con oficiales militares; y los conductores de noticiero llegarán al mundo con una manija en la mano.

En este punto entramos en un terreno delicado. ¿Los cambios evolutivos de los uruguayos son un problema o una oportunidad? Es claro que en este país estamos mucho más avanzados que en el resto de Latinoamérica, eso es algo que demuestran todos los rankings e índices que aparecen en los portales de internet entre el video del perro borracho y la foto de la mina en pelotas. Pero también es cierto que, cuando se trata de listados globales, Uruguay queda a mitad de tabla y es superado por casi todos los países europeos. ¿No será momento, entonces, de dejar atrás el tabú de la mejora racial?

Si tenemos cantantes de rock que prácticamente no saben escribir, y personas que saben escribir pero no entienden nada de rock, ¿por qué no cruzarlos? ¿Qué hay de malo en buscar al uruguayo perfecto que es capaz de cantar en una banda de rock y al mismo tiempo leer aunque sea una Condorito?

¿Podemos lograr que en el año 2500 los uruguayos sean perfectos y capaces de tener esclavizado al resto del planeta? Claro que sí. Simplemente es cuestión de ponerse a trabajar y no dejarse estar.