Pasar al verde
El comandante del Ejército, Guido Manini Ríos, ordenó a la oficialidad concurrir esta mañana vestida de uniforme a la esquina de Avenida Italia y Abacú (donde se encuentra el monolito que recuerda a los soldados muertos en 1972 por un comando tupamaro) para conmemorar el Día del Ejército. Hasta ahora, la comparecencia se realizaba de civil. Desde 2012, el Poder Ejecutivo convoca de forma oficial al acto, desplazando de la escena a los retirados para evitar que el homenaje a los soldados se convierta en un acto político.
La revista El Soldado del Centro Militar publicó en su última edición un editorial en el que por primera vez reconoce la existencia del Plan Cóndor. El artículo admite la puesta en marcha de una “coordinación represiva de los gobiernos” durante la década del 70 “como se coordina hoy contra el narcotráfico, [y] como se coordinó desde siempre a través de Interpol el combate a la delincuencia internacional”. Este reconocimiento (al que se agrega la utilización, sin más, de la palabra “dictadura” en referencia al régimen instaurado el 27 de junio de 1973, un término que la publicación solía eludir) tiene lugar en momentos en que se desarrollan juicios contra militares uruguayos en Argentina, Chile e Italia por delitos cometidos en el marco del Plan Cóndor.
“Los militares [...] no aceptamos ni aceptaremos que se nos someta a justicia sesgada, el C.P. [Código Penal], C.P.P. [Código del Proceso Penal] y más aún por encima de todo, la Constitución de la República, marcan normas que deben ser aplicadas a todos los habitantes del territorio nacional; a título de ejemplo: la prescripción de los delitos, la irretroactividad de la Ley Penal y el estado de inocencia, deben respetarse hasta que se demuestre lo contrario”, sostiene el editorial. Antes, en tono profético, puede leerse: “La historia es circular, y el hombre en efecto es un animal que tropieza varias veces con la misma piedra; los hechos se repiten y el que está arriba vuelve a estar abajo y viceversa”.
Algunos jerarcas del gobierno consultados por la diaria entienden que la intención de los centuriones militares es aumentar el ruido, dejando la impresión de que en realidad son más de los que son y que estas faenas responden a un clamor con algún anclaje en la sociedad. Además, sostienen que quienes comulgan con la línea del editorial de El Soldado son sólo grupos marginales de militares, muy activos (eso sí) en labores conspirativas. El subsecretario de Defensa, Jorge Menéndez, se limitó a declarar a la diaria, respecto del contenido del editorial, que “reivindicar el terrorismo está en las antípodas del pensamiento democrático”. “El mundo marcha hacia otro lugar”, agregó.
La publicación coincide con varios encuentros cuarteleros fuera del cuartel. El último de ellos tuvo lugar el 27 de marzo, a tres meses del fallecimiento de Miguel Dalmao, el primer oficial en actividad procesado por un crimen cometido durante la dictadura. Ese día, en un acto en el que participó el ex presidente Luis Alberto Lacalle, se incorporó a una de las paredes de mármol del edificio de la Avenida del Libertador (un “Memorial de los socios víctimas de la guerra psico-política desarrollada por el terrorismo internacional”, en el que inscriben los militares a los que consideran “mártires”) el nombre de Dalmao.
Si hace apenas diez años lo primero que hacía un alférez cuando se recibía de oficial era afiliarse al Centro Militar, esa tradición ha ido cambiando con el tiempo. Tras la renuncia del entonces comandante del Ejército, Pedro Aguerre, en marzo de 2013, por “murmuraciones” sobre su persona, la cantidad de afiliados cae año tras año. También los beneficios, que actualmente se limitan a la entrega de El Soldado, alojamiento con mucama y televisión por cable en Montevideo, un complejo vacacional en Salinas, servicio fúnebre, panteón, salones para cumpleaños y servicio de peluquería.