La banda Ramones, considerada líder de la primera ola del punk en Nueva York, se formó en 1974 y se disolvió en 1996. Tras producir un total de 21 álbumes, tuvo una influencia decisiva en la escena punk y, más allá de los relativos éxitos comerciales que pueda haber cosechado (dos discos de oro), se ganó una merecida reputación como banda de culto. La formación original estaba integrada por Joey Ramone en vocales, Dee Dee Ramone en bajo, Johnny Ramone en guitarra y Tommy Ramone en batería. El primero falleció en abril de 2001, el segundo en junio de 2002, el tercero en setiembre de 2004 y el cuarto en julio de 2014.
La presente autobiografía de John William Cummings, más conocido como Johnny Ramone, se confeccionó en base a una serie de entrevistas realizadas por el manager John Cafiero. También se incluyen textos de personas cercanas (Tommy Ramone, Lisa Marie Presley y Linda Ramone), y un abundante material gráfico (en color y blanco y negro). Entre este último hay algunas perlas, como la foto que Nancy Reagan le dedicó a Johnny Ramone, y también imágenes en las que se ve al músico en su niñez, en conciertos o en compañía de distintas celebridades.
Johnny siempre tuvo un ego muy desarrollado y se consideraba un líder nato. Su segunda esposa recuerda que él acostumbraba decir: “Linda, soy único, soy una leyenda, y siempre tengo razón”. Si bien el músico reconocía que él y su banda tenían limitaciones técnicas, no desaprovechaba oportunidad para recordar que Ramones era la mejor banda del mundo. Él nunca fue un excelso guitarrista pero, tal vez debido a la repercusión que su estilo tuvo en tantos músicos, en 2003 la revista Rolling Stone lo incluyó en el puesto 16 de la lista de los 100 Greatest Guitarists of All Time.
En las “Palabras finales” del libro, Cafiero afirma que Johnny Ramone era el jefe del grupo, el que decidía en términos de imagen y sonido, y que la banda no hubiese prosperado de no ser por el carácter autoritario del guitarrista. “Alguien tiene que hacer las normas y asegurarse de que los demás las cumplen”, apunta Cafiero, “el amor duro no siempre es apreciado, pero es un ingrediente imprescindible para conseguir sacar las cosas adelante”.
Desde el punto de vista político sus preferencias se orientaban hacia la derecha. Pensaba que las tropas estadounidenses debían borrar a Vietnam del mapa y odiaba a los hippies . Apoyaba al partido republicano y sostenía que Ronald Reagan había sido el mejor presidente. Estas posturas producían algunas fricciones con el cantante Joey Ramone que tenía ideas de izquierda, pero sin duda la mayor desavenencia entre ambos se produjo cuando, tras el fracaso de su primer matrimonio, Johnny se casó con Linda, la ex novia de Joey. Por esa razón, durante prácticamente toda la existencia de la banda la relación entre ambos fue “tirante” y sólo se sostuvo para mantenerla en funcionamiento.
Johnny tenía el sueño de retirarse después de alcanzar la cifra simbólica del millón de dólares; luego de una vida de conciertos, pudo conseguirlo. Incluso, después de la disolución del grupo, facturó mejor que antes por las ventas de los discos y por concepto de publicidad, lo que le permitió vivir sin tocar el millón acumulado. Sin embargo, un cáncer de próstata lo tuvo a mal traer y, tras luchar años con la enfermedad, falleció el 15 de setiembre de 2004, a los 55 años, rodeado por su esposa Linda y aquellos amigos por los que sentía un especial afecto.
En esta autobiografía uno puede llegar a discrepar o a poner en tela de juicio las opiniones del autor, pero lo que no se puede negar es que en todo momento se muestra sincero. Este libro nos permite acercarnos a la vida de Johnny, con su talento y sus humanas contradicciones, da cuenta de sus desventuras y sus logros, y narra jugosísimas anécdotas. También, en sendos apéndices, el guitarrista realiza una valoración personal de cada disco y ofrece su top 10 de películas, libros, grupos, etcétera. Pero sin duda lo más impactante se encuentra en las últimas páginas, donde, tras un detallado racconto de su enfermedad, comprendemos que Johnny ya sabe que se va a morir, sin que ningún médico ni ningún milagro pueda salvarlo. El hecho de que los lectores sepamos el final de la historia no hace más que acentuar el carácter desgarrador de estas últimas líneas.