La industria láctea sufrió otro duro golpe en menos de seis meses. Al cierre, en febrero, de la empresa Ecolat, en Nueva Helvecia, se sumó el de la firma de capitales estadounidenses Schreiber Foods, cuya planta está en San José. El jueves de la semana pasada, esta empresa anunció que dejará de trabajar en Uruguay a raíz de “la fortísima baja de los precios internacionales y el cierre de los tradicionales mercados de Venezuela, Rusia, México y Brasil, sumados al precio de la leche pagado a los productores en el mercado doméstico, que no acompañó la caída de los precios internacionales”.

Ecolat despidió a más de 300 trabajadores, mientras que si se concreta el cierre de Schreiber Foods, anunciado para el 30 de junio, quedarán 170 operarios sin empleo. Heber Figuerola, de la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea (FTIL), dijo que se pidió una reunión con la Dirección Nacional de Trabajo y que se convocará a la Mesa en Defensa de la Industria Láctea, integrada por representantes de los todos los involucrados en la producción y el gobierno, y agregó que se debe analizar la situación de las industrias extranjeras que, “de buenas a primeras, se van” sin tener en cuenta “las consecuencias para la sociedad”. La FTIL reclama un marco regulatorio para las “inversiones que vienen y no tienen compromiso con el país”, teniendo en cuenta “las facilidades que se les otorga en forma permanente”. Figuerola reconoció que existe “una coyuntura internacional complicada” para la industria láctea y propuso estar “atentos a los ajustes que pueden tomar otras empresas”. Señaló que las “inversiones son necesarias y hay que atraerlas”, pero “con un compromiso con la sociedad de generar valor agregado”.

Por su parte, el senador Andrés Berterreche (Movimiento de Participación Popular) opinó que el cierre de estas empresas conduce a “repensar en el país un tipo de inversión extranjera directa” que cuando le va mal “pasa a ser oportunista”. “Reciben un montón de beneficios por la Ley de Inversiones, pero después no miran nada, se van y chau. Hay industrias nacionales que siguen funcionando con las mismas realidades que estas empresas. Soy un defensor de la inversión extranjera directa, pero con determinadas condiciones. No digo que vengan a hacer filantropía, pero que tengan un poco de visión estratégica”, indicó. Agregó que se trata de discusiones “que hay que tener como país”, y que se necesitan mecanismos para que las empresas que tomen este tipo de decisiones lo hagan en forma “ordenada” y “viendo qué se hace con los trabajadores, los productores y la leche”, ya que “las vacas siguen produciendo” y eso no se puede detener “como si se cerrara una canilla”.