En 1879 Juan Zorrilla de San Martín pidió a Dios que proteja la tumba de los libres y a nuestra patria independiente que inclina ante él tan sólo, sólo ante él la coronada frente. En 2014 el intendente de Florida, el nacionalista Carlos Enciso, repitió el último párrafo de La leyenda patria en la celebración de la 189ª declaratoria de la Independencia. En febrero del corriente año la Asociación Cristiana Uruguaya de Profesionales de la Salud (ACUPS) envió a la imprenta el cuarto libro del diputado blanco de Rivera Gerardo Amarilla, Parlamento y fe, cuyo prólogo, escrito por el ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera, termina con las palabras del poeta uruguayo. La rueda gira y Dios, que no se cansa de estar en todos lados, continúa recibiendo pedidos de protección y encomendando misiones especiales a cada uno de sus siervos. Amarilla, miembro de la Iglesia Evangélica Bautista y “servidor público”, tiene la misión de “influir e impactar” con la palabra del Señor, “que incluye componentes espirituales alejados hasta el momento de la cuestión pública”, “en los lugares donde se definen cuestiones de importancia para toda una nación”, según sostiene él mismo en su libro. El Parlamento uruguayo también es un lugar de encuentro con el Señor.
Conectados por el más allá
Amarilla no está solo. Además del título de su obra, Parlamento y fe es un “ministerio” que nació en 2009 en Buenos Aires, Argentina, y tiene como propósito “hacer discípulos de Jesucristo en el mundo de la política”. Actualmente, tienen representación en Bolivia, Paraguay, México, El Salvador y España. Según explican en su página web, su objetivo “no es cambiar leyes, es cambiar corazones”. Para lograrlo, realizan semanalmente una reunión en la que el coordinador local del ministerio “comparte un estudio bíblico en el que se aborda un tema de actualidad y se extrae una enseñanza al respecto”. Estas instancias se realizan, casi sin excepción, en espacios legislativos. Aclaran que “ciertamente al funcionario le resulta más fácil asistir a una reunión de orden espiritual dentro de su contexto y dependencias (se halla más cómodo y familiarizado), que de otro modo invitarlo a una iglesia que no conoce”. Crean un “puente de acercamiento natural” con el fin de presentar el mensaje del Evangelio.
En Uruguay, el puente lo tendió Amarilla. En su libro cuenta cómo en agosto de 2010 el primer encuentro de cristianos evangélicos que se iba a llevar a cabo en un espacio común del Palacio Legislativo tuvo que realizarse en el de la bancada del Partido Nacional, la sala Luis Alberto de Herrera. “48 horas antes del encuentro la señora presidenta de la Cámara de Representantes [Ivonne Passada, del Frente Amplio] me comunicó que no me iba a permitir el uso de la sala porque la reunión que planificaba llevar adelante ‘tenía contenidos religiosos y por lo tanto eso estaba prohibido por una resolución de un presidente anterior del cuerpo’”. Según el diputado “no era una reunión religiosa ni tenía una connotación litúrgica”. Explicó que “simplemente invitábamos a una reunión abierta, en la que íbamos a reflexionar sobre temas profundos de la vida y se permitiría el intercambio de opiniones, visiones y experiencias”.
A ese primer encuentro fueron 30 personas, después la concurrencia menguó tanto que los organizadores comenzaron a enviar una carta con lo conversado cada semana a los 130 senadores y diputados, según publicó El País. Las reuniones siguieron durante todo el año, a pesar de “un llamado telefónico de una primerísima figura de gobierno” que lo increpaba por la actividad y solicitaba que la “cesara de forma inmediata ya que viola la Constitución”, sigue reseñando el legislador en su libro. Pero Amarilla mantuvo una “posición firme, sostenida solamente por obra del Espíritu Santo”, que le permitió continuar realizando los encuentros.
Alabados sean
En enero del año pasado, el ministerio de Parlamento y Fe oró especialmente por sus representantes en Uruguay, luego de que Uruguay fuera centro en 2013 de “decisiones políticas y debates de envergadura”: se aprobó la ley que regula el mercado de la marihuana y la que habilita el matrimonio entre personas del mismo sexo. En su libro, Amarilla escribe extensamente sobre esos dos temas.
En cuanto a la marihuana, el diputado publicó un libro en julio de 2012, en medio del debate de la ley, titulado Una amiga peligrosa. La droga en el corazón de la sociedad. Allí asegura que “el paradigma prohibicionista de las drogas no ha fracasado”, que “no simpatiza con la despenalización de ninguna droga”, y propone la rebelión de los padres: “Como padres tendríamos que [rebelarnos ante tanta indiferencia por parte del Estado”[(http://ladiaria.com.uy/articulo/2015/3/la-otra-agenda-de-derechos/). En Parlamento y fe, recoge algunos pasajes del libro anterior e introduce “una posición firme sobre el tema, estudiada, argumentada, fundada en conocimiento científico e inspirada en la misericordia cristiana”. Amarilla reconoce la causa de la drogadicción, que “resulta del vacío interior que experimenta el ser humano del siglo XXI”. Ese vacío está lleno de frustración, insatisfacción, soledad y “carencia de diálogo”, sostiene. El diputado también destaca la tarea de varias organizaciones “que realizan un gran trabajo de rehabilitación y prevención, con un perfil muy profesional, pero sobre todo con una visión espiritual del tema”, entre ellas la de Beraca, Proyecto Renacer y Remar. El factor de la espiritualidad, concluye, es uno de “los compromisos indispensables para una verdadera rehabilitación”.
Amarilla también dedica varios capítulos de su obra al “valor de la vida” y la “institución matrimonio”. En referencia a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que se aprobó en 2012, transcribe la exposición de motivos y argumentos que utilizó en el proyecto de ley que presentó en febrero de este año, -proyecto que ya había presentado en el período 2010-2015-. “Derecho a la vida” proponía interpretar los artículos 7 y 26 de la Constitución y estipular que “los habitantes de la república tienen derecho a ser protegidos en el goce del derecho a la vida desde el momento de la concepción” (ver la diaria del 11/03/15). A su vez, cita estudios científicos y opiniones de teólogos, y también el Informe Kissinger, dejando en claro que el neomalthusianismo y los objetivos de desarrollo del milenio de la ONU son una artimaña estadounidense para controlar los recursos naturales de los países como Uruguay.
“En 1974, el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU promulgó el informe que presentó de forma explícita y detallada una estrategia para que se promoviera a toda máquina el control demográfico en los países en desarrollo, con el objeto de acceder con mayor facilidad a los recursos naturales de esos países”. “Los elementos para implementar los programas de control demográfico podrían incluir entre otros la legalización del aborto y los incentivos económicos para que los países aumentasen sus índices de práctica de abortos y esterilizaciones. Asimismo, el informe estableció que EEUU encubriría sus actividades antinatalistas para evitar acusaciones de imperialismo, induciendo a la ONU a que a través de varias organizaciones no gubernamentales realizaran esta labor. Corroborando el cumplimiento de esta estrategia, vemos que en los ‘Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU’ se plasman medidas de contención demográfica como la despenalización del aborto”. Concluye diciendo: “Entonces, se pretende disminuir el número de personas latinoamericanas para resolver problemas socioeconómicos”.
Otra de las preocupaciones que Amarilla manifiesta en su libro está vinculada a la defensa de la “institución del matrimonio”. “Hay muy pocas o ninguna política pública destinada al fortalecimiento de la familia y por el contrario abundan las posiciones tendientes a debilitar o diluir la institución familiar, fomentar la inestabilidad de las relaciones y facilitar la ausencia de compromisos y responsabilidades”, escribe. El diputado entiende que el divorcio, al igual que “la finalización de una relación de concubinato”, genera secuelas negativas que afectan, en su sumatoria, a la sociedad. En ese sentido, alega que las víctimas de esas relaciones truncadas son “los menores”, que verán afectado “su desarrollo integral como personas”. “Es diametralmente más ventajosa la situación de aquellos [niños] nacidos durante el matrimonio”, sostiene y explica que la “filiación legítima y con ella la seguridad del conocimiento cabal de quién es su padre y quién es su madre” es una ventaja. Además, advierte que “sin la debida contención”, los “niños y jóvenes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad a la depresión, al consumo de drogas y la delincuencia”.