Hace diez años discutíamos acerca de las posibilidades de generar energía solar térmica y eólica, y los resultados que podía tener, recordó ayer el argentino Pablo Bertinat, ingeniero electricista, docente y tallerista que vino a Uruguay a discutir en un foro sobre energía en 2005 y volvió ayer para exponer en el foro “Sistema energético sustentable, justo y soberano” organizado por Redes-Amigos de la Tierra. Bertinat saludó los avances de Uruguay en esta década, y el posicionamiento que está adquiriendo a nivel mundial, porque 50% de la matriz energética se basa en fuentes renovables, cuando en el mundo ese valor apenas es de 10%. El argentino manifestó una “sana envidia” porque en su país el debate y las posibilidades reales de cambiar la matriz energética son mucho más escasas que en Uruguay. Pero apuntó que “necesitamos cambiar la matriz energética pero fundamentalmente el sistema energético”, porque el sistema de energías renovables está dominado por empresas transnacionales. Manifestó que en los últimos 160 años la población mundial se quintuplicó, mientras que el consumo de energía se multiplicó por 50, manteniendo aun así a millones de personas sin acceso a la energía.

América Latina es una región “netamente exportadora de energía”, dijo Bertinat. No sólo por exportar 40% del petróleo que produce, sino también de manera indirecta, porque en los últimos 30 o 40 años los países desarrollados han transferido al continente industrias contaminantes -de aluminio, acero, pasta, petroquímica, papel- porque aquí tenemos “energía abundante y barata”. Mencionó que esa energía es incorporada en los productos que se exportan mayoritariamente a Estados Unidos, China y Europa, con una predominancia cada vez mayor del país asiático.

El especialista afirmó que es necesario “avanzar en el proceso de desmercantilización” de la energía. Comentó que las políticas de eficiencia energética avanzan en situaciones de crisis para impedir que “estalle el sistema”, y que las propuestas de reducir el gasto energético son frenadas por los distribuidores de energía porque implica obtener menores ganancias. Opinó que esa contradicción explica en parte “por qué no avanzan las políticas de eficiencia energética en casi ningún país”. Propuso que las empresas no sólo cobren por cantidad de energía que venden sino también por otros parámetros, como la calidad de la energía y la cantidad de gente abastecida.

Bertinat sostuvo que es necesario que la discusión sobre para qué y para quiénes se genera energía se amplíe más allá del “conjunto de especialistas” y que deben ser discusiones a nivel local, creando agencias municipales, comunales, estaduales o provinciales.

Por casa

Karin Nansen, integrante de Redes- Amigos de la Tierra, reconoció la inversión que ha hecho el país para aumentar las fuentes de energías renovables, pero advirtió que hay mayor presencia del sector privado y una serie de incentivos fiscales para que eso ocurra.

Respecto a la participación de los privados, Alejandro País, de la Asociación de Funcionarios de UTE, señaló que en energía eólica UTE sólo genera 30% y los privados el 70% restante. El sindicato pide que haya más inversión de UTE en el área de la generación eólica e “igualdad de condiciones con los privados”, porque éstos tienen muchos beneficios fiscales, como la exoneración del Impuesto a la Renta de las Actividades Empresariales o que las obras sean catalogadas como de interés nacional.

País también mencionó que la tarifa de UTE “es injusta” porque su peso “en los hogares más pobres es 25% mayor que en los grandes consumidores”.