“Ecología Y rehabilitación de sistemas acuáticos continentales” se denomina un grupo de investigación que trabaja en el Centro Universitario de la Región Este (CURE) de la Udelar. Parte de su trabajo está orientado a un mejor manejo de los recursos acuáticos, expresó Meerhoff, integrante del equipo. Mediante convenios, el grupo ha trabajado con OSE (tanto con la empresa tercerizada Uragua como con la actual Unidad de Gestión Descentralizada, UGD), la Dirección Nacional de Medio Ambiente y las intendencias de Maldonado y Canelones, en el asesoramiento y en el desarrollo de programas de diagnóstico y monitoreo de la Laguna del Sauce, de la cuenca alta del río Santa Lucía y de la Laguna del Cisne.

Meerhoff expresó que la Laguna del Sauce tiene un nivel alto de eutrofización, término con el que se denomina el exceso de nutrientes en un cuerpo de agua. El problema es multicausal: “Es el resultado del ingreso de nutrientes, sustancias que favorecen el desarrollo de estos organismos vegetales -algas microscópicas, cianobacterias, plantas acuáticas- que vienen de las actividades agrícolas de la cuenca de la laguna, de la fertilización de terrenos privados, aguas sin saneamiento adecuado y, sumado a otro tipo de deterioro, la disminución de la zona de humedales que amortigua esos impactos. Son distintos fenómenos y todos han contribuido al ingreso excesivo de nutrientes a lo largo de décadas”, puntualizó la investigadora en diálogo con este medio.

¿Fue una sorpresa lo que ocurrió en marzo en la Laguna del Sauce? “Sí y no”, respondió Meerhoff. Explicó que en un sistema eutrófico o hipertrófico como esta laguna “no es sorpresa que haya floraciones, crecimiento excesivo de microalgas y cianobacterias”. En cambio, la sorpresa fue que “la especie que desarrolló ese crecimiento excesivo no se había registrado antes en esta laguna”, y esto fue favorecido por las condiciones climáticas registradas a comienzos de año: un verano de temperaturas muy elevadas y una alta transparencia del agua, dada por vientos muy leves y la ausencia de lluvias.

La especialista destacó que en conjunto con varias instituciones que participan en la Comisión de Cuenca de Laguna del Sauce, en particular con técnicos de OSE y UGD, se está realizando un monitoreo muy exhaustivo del cuerpo de agua y de la cuenca. Además, con fondos de la Udelar se harán análisis de los contenidos de nutrientes en los sedimentos de la laguna.

Los investigadores de la Udelar están desarrollando tecnologías para detectar plaguicidas que puedan estar acumulados en peces, bivalvos (moluscos) y sedimentos. Meerhoff detalló que durante el verano se hizo la colecta de peces y se sacaron cientos de muestras, que se están procesando.

“Desde la universidad podemos contribuir, además de apoyar en los monitoreos, a hacer otro tipo de estudios que involucren variables de mayor duración, que logren resumir impactos de más larga data. Es algo nuevo, son aproximaciones que se están empezando a desarrollar en el país”. Los monitoreos de la calidad del agua no siempre detectan si se aplicaron plaguicidas, porque rápidamente se degradan, pero los organismos siguen estando afectados. “Es una de las maneras de saber si están llegando estas sustancias al cuerpo de agua y cómo están afectando a la fauna presente”, indicó Meerhoff.

Bajar al territorio

El 5 de junio la ministra de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Eneida de León, firmó un plan de acción para la protección de la calidad ambiental de la Laguna del Sauce, similares a las que en 2013 se aprobaron para la cuenca del río Santa Lucía y que fueron ratificadas a comienzo de este año.

Las medidas apuntan a reducir los aportes de nutrientes que llegan a la laguna por la actividad agrícola, de industrias, establecimientos de cría intensiva de animales, tambos, así como de centros poblados sin conexión al saneamiento. Los predios rurales de la cuenca deberán controlar la aplicación de plaguicidas y presentar planes de uso y manejo del suelo; se definió una zona de amortiguación sin laboreo de la tierra y uso de agroquímicos y se restringirá el acceso directo de ganado a abrevar del sistema lagunar. Se intentará modificar la presa reguladora de la laguna y preservar el humedal; se controlará la extracción de agua de la laguna, aprobar un plan local de ordenamiento territorial y estudiar los mecanismos para controlar la navegación y la pesca furtiva.

Meerhoff opinó que “es fundamental que empiecen a aplicarse estas medidas”. Indicó que fenómenos como el que ocurrió en marzo en la Laguna del Sauce sirven “para pasar a la acción medidas que hacía tiempo que se estaban discutiendo”. Las comisiones de cuencas, creadas a partir del plebiscito que aprobó la reforma constitucional en 2004, están integradas por instituciones públicas, organizaciones sociales, académicas, productivas, y vecinos de la zona. Meerhoff mencionó que son espacios en los que “hay que conciliar muchos intereses”.

Una de las medidas del plan de acción apunta a recabar la opinión de la Comisión de Cuenca de la Laguna del Sauce sobre las medidas propuestas por el plan, así como a darle la iniciativa para que proponga otras. La investigadora consideró que las comisiones de cuenca son “el ámbito ideal” para involucrar a los diferentes actores, y que “estas medidas requieren de consenso e involucramiento para que realmente se puedan efectivizar y no queden simplemente como expresiones de deseo”. Meerhoff mencionó que la Udelar puede jugar un rol de facilitador en conflictos entre los distintos actores. En ese sentido, consideró “súper positivo” el proceso de descentralización universitaria, porque la Udelar pasa a ser “un actor local fuerte”.

Mariana Meerhoff

Es bióloga y docente del departamento de Ecología Teórica y Aplicada del CURE y de la Facultad de Ciencias de la Udelar. Es miembro del Consejo Asesor del Instituto Sudamericano para el Estudio de la Resiliencia y Sustentabilidad (SARAS), que tiene su sede en Maldonado. Recientemente Meerhoff recibió del Instituto Internacional de Ecología de Olendorf (Alemania) el premio IRPE 2015, de reconocimiento a la excelencia profesional internacional, que se otorga cada año a un joven investigador (menor de 40 años). La distinción fue un reconocimiento a su contribución científica; se valoró su aporte para entender cómo funcionan los lagos frente al calentamiento climático y su vulnerabilidad frente a la eutrofización. Se resaltó también su aporte a la difusión de la ciencia como base para la toma de decisiones de manejo y contribución a la gestión de recursos naturales.

Hay margen

La especialista resumió que “esta situación de deterioro de los recursos naturales y del agua en particular es un proceso que ya lleva varias décadas en el país pero que se ha acelerado mucho en los últimos años, producto de una serie de actividades; entre ellas, la intensificación agrícola como principal fuente difusa de nutrientes, que ha ocurrido muy rápidamente y que no se ha acompasado con medidas para disminuir esos impactos”. Mencionó que muchas veces se ve al desarrollo productivo y al cuidado del medioambiente como una contradicción, “y no necesariamente tiene que ser así”. Aseguró que “se puede aumentar la producción sin necesidad de llegar a degradar los recursos naturales, pero necesariamente implica que se apliquen planes de mayor cuidado de los ecosistemas naturales, tanto de buenas prácticas agrícolas como de medidas que protejan los cuerpos de agua”.

Por otra parte, dijo que la situación en la que está Uruguay “es seria, pero sabemos lo suficiente para poder detener este proceso y, en muchos casos, poderlo revertir”. Señaló que “en casos muy extremos tal vez sea sumamente difícil y haya que esperar mucho tiempo”, y que cuanto antes se actúe “antes tendremos ese retorno de los ecosistemas a un estado más saludable”.