“Nos llevamos los muchachos. Si no surgen pruebas, no pasa nada; si no, los llevamos a Uruguay”. Éstas son las palabras que Aurora Meloni, esposa de Daniel Banfi, escuchó, pronunciadas por Héctor Campos Hermida, comisario uruguayo que se presentó en la noche del 13 de setiembre de 1974 en su casa del barrio Haedo, en la provincia de Buenos Aires. Coinciden con la última vez que vio a su marido, Daniel. Una mirada intensa entre los dos, de angustia y miedo, de algo irreversible. “No sabía que era la última vez que nos mirábamos”, declaró ayer Aurora delante de la Tercera Corte de Assise, en Roma, en el desarrollo del juicio por la causa del Plan Cóndor. Los imputados por las desapariciones forzadas y asesinatos de 23 ciudadanos italianos y 18 uruguayos son 31 (15 uruguayos, 11 chilenos, cuatro peruanos y un boliviano).
Meloni reconstruyó para los jueces las circunstancias del secuestro de Daniel Banfi, de Rivera Moreno y de Luis Latrónica, los tres muchachos capturados en su apartamento aquella noche. Fue una casualidad que los tres estuvieran juntos. Rivera Moreno había ido a cenar con ellos y se había quedado a dormir, y Luis Latrónica, uruguayo exiliado en Chile después del golpe de Estado en Uruguay y que llegó a Argentina bajo la protección de la Organización de las Naciones Unidas en espera de ser trasladado a Suecia, vivía con ellos desde hacía un mes y medio. El allanamiento del apartamento de la pareja siguió el guion habitual: golpes, robos, preguntas. Primero a Daniel, pero cuando los militares pidieron los documentos de todos los presentes y se enteraron de que en el mismo apartamento estaba Latrónica, uno de ellos dijo, según relata Meloni: “Metimos un gol desde la mitad de la cancha”. La suerte de los tres muchachos secuestrados esa noche se cruzaría con la de Guillermo Jabif y Nicasio Romero, capturados la misma noche y detenidos ilegalmente juntos. Todos ellos tenían militancia estudiantil más o menos cercana al Movimiento 26 de Marzo y habían dejado Uruguay para huir de la represión; terminaron en una detención clandestina que para tres de ellos acabó en la muerte.
La historia de estos cinco muchachos la cuenta Nicasio Romero, presente ayer en Roma, uno de los dos sobrevivientes del grupo y testigo en el juicio. Su testimonio es detallado y relata más de un mes de torturas, traslados, golpes, palizas y hambre: “Me aplicaron la picana eléctrica en los genitales. No tengo palabras para describirlo”. Estuvieron todo el tiempo vendados y amarrados, custodiados por argentinos e interrogados por uruguayos. Él y Rivera Moreno fueron liberados el 14 de octubre de 1974; los otros tres fueron asesinados y sus cuerpos fueron hallados el 29 de octubre en un campo en San Nicolás. Después de innumerables trámites apareció un juez de apellido Luque, a quien Aurora había consultado varias veces, en su peregrinaje en busca de su marido, con un diario y la noticia del descubrimiento de tres cadáveres, y, a pesar de no tener ninguna prueba, declaró que entre los tres cuerpos se encontraba Banfi. El relato de Aurora Meloni y Óscar Bonilla, cuñado de Jabif, que fueron a reconocerlos, es estremecedor. Meloni y Bonilla llegaron a la morgue del hospital de San Antonio de Areco y encontraron tres cuerpos, dos en una mesa y uno en el piso, sin manos y con quemaduras de cal en todos lados, y reconocieron a Daniel Banfi, Guillermo Jabif y Luis Latrónica. 40 años transcurrieron antes de que Aurora pudiera contar en un juicio los hechos que marcaron de forma indeleble su vida.
Durante la audiencia, los abogados de las víctimas procuraron resaltar la coordinación represiva de las dictaduras latinoamericanas en el marco del Plan Cóndor, en particular las responsabilidades de los militares uruguayos. Al historiador Óscar Destouet se le pidió que explicara la documentación que encontró durante sus investigaciones y que definiera el Plan Cóndor. Respondió que se trató de “la coordinación entre diferentes estados de Sudamérica para el intercambio de información y de personas”, y que “actuó en forma secreta utilizando métodos ilegales y usando como vehículos de comunicación organismos del propio Estado, como el Ministerio de Relaciones Exteriores”. Para sustentar esta afirmación enumeró los diferentes organismos del Estado uruguayo que aportaron documentación para ese intercambio de noticias: ministerios, agencias de inteligencia, Dirección Nacional de Migraciones. Esos mismos organismos guardaron documentación sobre los hechos, informes de represores, documentos de viajes, crónicas de decisiones tomadas en el marco del Plan Cóndor. Se habló de Juan Carlos Blanco, José Nino Gavazzo, Jorge Néstor Tróccoli y de los tres grandes momentos operacionales planificados en Uruguay en contra de opositores residentes en Argentina: mayo de 1976 (secuestro y asesinatos de los dirigentes políticos uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, entre otros); junio de 1976 y meses siguientes (persecución a integrantes del Partido por la Victoria del Pueblo); diciembre de 1977 (represión a los Grupos de Acción Unificadora). El profesor Destouet destacó que el Plan Cóndor actuó también antes de esas fechas: “Tiene un proceso fundacional en una reunión de jefes de inteligencia, en Montevideo en 1974, y se formaliza en noviembre de 1975 en un encuentro de ejércitos latinoamericanos en Santiago del Chile”. Los traslados, dijo Destouet, empezaron en 1974, y ese mismo año los miembros del Fusna de Uruguay y de la Escuela de Mecánica de la Armada de Argentina se entrenaron juntos. Ya en 1974 empezaron los traslados de ciudadanos uruguayos desde Argentina a Uruguay, como es el caso de Antonio Viana Acosta.
Fabio María Galiani, que en el juicio representa al Estado uruguayo -también querellante en la causa, junto a los familiares de las víctimas- destacó la complejidad de la materia que se está examinando y la necesidad de proceder paso a paso, para que el jurado pueda entender a fondo el tema y llegar a tener un conocimiento completo. “En la audiencia de hoy se aceleró ese proceso y se generó cierta confusión. A pesar de eso, logramos hacer emerger las cosas más importantes y producir actas y documentación que quedan a disposición del jurado”, destacó Galiani.
De hecho, la complejidad y el trabajo que conllevaron los testimonios de hoy hicieron postergar la declaración de Zelmar Michelini, hijo del legislador asesinado en Buenos Aires en 1976. La audiencia de hoy, viernes 5 de junio, se abrirá con sus palabras.