“El 2 de octubre de 1976, mi hermano Juan Pablo fue secuestrado en un bar de Buenos Aires junto con Álvaro Nores. Fueron abordados por un grupo de personas vestidas de particular, fuertemente armadas; una de ellas sacó una placa de identificación de la Policía Federal Argentina. Desde ese momento sabemos de él sólo lo que nos dijo Álvaro Nores: fueron llevados a Automotores Orletti y no se vieron nunca más”. Andrés Recagno refirió a la Tercera Corte de Assise de Roma las circunstancias de la desaparición de su hermano Juan Pablo, en una audiencia el viernes en el marco del juicio que investiga el secuestro y desaparición de ciudadanos italianos bajo la coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur conocida como Plan Cóndor. Visiblemente afectado, pero firme, relató los años de búsqueda de su madre, Luz Ibarburu, una de las fundadoras de la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos y Desaparecidos. “Es una verdadera lástima que la vieja no haya podido estar acá y declarar. Hubiera sido muy importante para ella poder contar nuestra historia adelante de una corte”, dijo, después de la declaración, en los pasillos del tribunal.
El caso de Juan Pablo Recagno, militante del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), es uno de los que forman parte del juicio. Juan Pablo desapareció en el momento en que entró en Automotores Orletti, nadie lo encontró en el centro de detención clandestino, nadie más dice haberlo visto. Ricardo Gil, otro militante del PVP testigo en Roma de ese caso, dijo que Manuel Cordero y Jorge Silveira lo interrogaron sobre Recagno. Añadió: “Cordero conocía muy bien a Juan Pablo porque lo había detenido en Uruguay en 1972. Él mismo me dice que lo tienen preso en Argentina y que no sabe lo que va a pasar con él”. Las declaraciones de Ricardo Gil son muy importantes porque refieren a hechos puntuales. Gil fue detenido ingresando a Uruguay con material de propaganda y durante su estadía en cuarteles y centros de detención clandestinos identifica a tres personas: Manuel Cordero, Jorge Silveira, Ernesto Ramas. Los tres lo interrogaron y torturaron sin venda y, en el caso de Cordero, él mismo se presentó a su víctima. Gil relata haber permanecido unos meses en un depósito clandestino de presos conocido como El Infierno y también haber pasado un mes en el cuartel de artillería Nº 1. En el testimonio de Gil, en determinado momento aparece Jorge Néstor Tróccoli, otro de los imputados en el juicio: “Fui detenido en el Fusna [Fusileros Navales]. Estuve allí un tiempo, que calculo que fueron dos días, aunque no puedo precisar más porque fue un tiempo de tortura completo, siempre vendado, maniatado, desnudo y torturado. Entendí que era el Fusna porque fui detenido por la Marina, pero además porque hay un oficial del Fusna, Tróccoli, que me nombra en su libro La ira de Leviatán. No revela mi nombre pero relata elementos muy puntuales para identificarme: habla de dos personas detenidas en una casa rodante con material de propaganda, y está sólo mi caso en Uruguay, y dice que uno de los dos ya había estado encarcelado en el Penal de Libertad, y eso me pasó a mí”.
El marino Tróccoli, fugado de Uruguay y residente actualmente en Italia, se convirtió en el protagonista de la audiencia del viernes en las palabras de Ricardo Gil y de Mara Martínez. Ella, en base a las preguntas del abogado Fabio María Galiani, que en el juicio representa al Estado uruguayo, logró dibujar un cuadro bastante claro de las responsabilidades y de las mentiras de Tróccoli. Martínez relató sus varios encuentros con Tróccoli y señaló la responsabilidad del marino en los secuestros y desapariciones de los Grupos de Acción Unificadora (GAU) en Argentina, algo que fue desmentido por Tróccoli. Martínez mostró a la corte documentación de la Oficina de Migraciones que confirma los viajes de Tróccoli a Buenos Aires en los días de diciembre, en los cuales se realiza el operativo en contra de los GAU.
El abogado Galiani logró demostrar que Tróccoli mintió en varias ocasiones: dijo que estaba de vacaciones en el momento de los secuestros y no era así; dijo que tomó cursos en Puerto Belgrano y en realidad estaba ocupado en tareas de servicio también en la Esma (Escuela de Mecánica de la Armada). Los abogados de la defensa del marino no participaron en la audiencia del viernes, y de hecho se presentaron junto a su asistido sólo el primer día del juicio, que comenzó en febrero de este año. El abogado Galiani, al margen de la audiencia, conversó con la diaria y se mostró muy satisfecho con los elementos agregados: “Hemos demolido las falsas coartadas de Tróccoli, con documentos y con testimonios. La tesis de su defensa, que deducimos del elenco de los testigos que propone y de sus anteriores declaraciones, ha sido claramente desmontada. Todo eso conlleva a que podría ser requerido por la Justicia. Surge así el problema de su posible fuga a Uruguay, ya que allá se podría beneficiar de la prescripción”, señaló el abogado. Galiani se reunió en Milán con el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa y con las autoridades del Consulado General de Uruguay en esa ciudad de Italia. Durante el encuentro, refirió Galiani, el ministro reiteró el compromiso contra la impunidad, y conversaron sobre las formas de apoyo del gobierno uruguayo en el juicio en Roma, que incluyen facilitar intérpretes y documentación.