¿Qué pueden tener en común el estadio Centenario, el Palacio de la Luz, el edificio El Pilar, que ocupa la proa de Avenida Brasil y Bulevar España y la sucursal 19 de Junio del Banco República (BROU)? La respuesta a dicha pregunta quizá no sea evidente, ya que fueron proyectados por cuatro diferentes arquitectos, y hay más de 40 años entre la culminación del primero y la del último. La exposición itinerante Arquitectos nacionales, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, que puede visitarse hasta mañana en el atrio de la Intendencia de Montevideo, tal vez ayude a encontrar una respuesta.

La muestra reúne cuatro exposiciones individuales, producidas por el Instituto de Historia de la Arquitectura, sobre la obra de Juan Antonio Scasso (1892-1973), Román Fresnedo Siri (1903-1975), Luis García Pardo (1910-2006) e Ildefonso Aroztegui (1916-1988). Cada una de las exposiciones que hoy se juntan, la primera de ellas exhibida en 2007 (Scasso) y la última inaugurada en 2014 (Aroztegui), cuenta además con un catálogo en formato de guía (bueno como ficha, pero un tanto incómodo como libro) elaborado también por la facultad.

La excusa que promueve esta exposición es la celebración del centenario de la facultad (del que hablamos con su decano), pero lo que motiva el conjunto de las muestras y sus respectivos catálogos es la voluntad de volver a entender a la arquitectura como parte fundamental de la cultura. O como dice en el prólogo del catálogo dedicado a Aroztegui: “Es imprescindible informar y formar acerca de la arquitectura para valorarla y disfrutarla, para mantener y mejorar el patrimonio que hemos recibido y habremos de legar; para recuperar la arquitectura como dimensión relevante de la cultura”.

El análisis de la obra de los cuatro arquitectos aparece muy documentado y bien ordenado en todos los casos, y en tres de los trabajos se contó con importantes archivos provenientes de donaciones de las familias de los profesionales. Lamentablemente, el material fotográfico no es siempre de primer nivel, en especial cuando se trata de fotografías contemporáneas, lo que afecta más a los paneles expositivos que a las fotos pequeñas de los catálogos.

Si observamos las carreras de estos arquitectos formados en la tradición de la academia, veremos cómo, cada uno de diferente manera, incorporaron el pensamiento renovador proveniente de las vanguardias artísticas europeas y el movimiento moderno. Basta apreciar la distancia que hay, como propuesta espacial y expresiva, entre el primer proyecto de Aroztegui para el BROU de 18 de Julio, con su columnata neoclásica, y el que finalmente se construyó a principios de la década del 70; o las primeras casas de García Pardo, con tejado y muros que alternan revoque y piedra, y sus proyectos de vivienda agrupada con estructuras complejas y muro cortina de vidrio, como el edificio Positano, ubicado en Ponce y Charrúa.

Aunque varios de estos proyectos puedan haber resultado impactantes (incluso chocantes) en su momento, quizá lo más interesante que encontramos en esta exposición es el aporte de estos arquitectos a la elaboración de una sensibilidad de época; de una cultura material que recorre las diferentes escalas que van desde el diseño de mobiliario (Fresnedo), equipamiento en el espacio público (Scasso), diseño de sistemas constructivos (García Pardo), la creación de espacialidades radicales (Aroztegui) al diseño urbano. Y por el otro lado, el importante conjunto de proyectos construidos evidencia la voluntad de una sociedad ávida de nuevas propuestas, la cual depositó su confianza en esta generación de profesionales, a la cual quedan muchos nombres por agregar.

No resulta tan importante conocer sus nombres, o saber quién fue el autor de tal o cual edificio, pero sí entender la relación entre la calidad de sus propuestas y el tipo de sociedad que ayudaron a construir. Puede ser más fácil de comprender observando los equipamientos colectivos, como el estadio Centenario (Scasso), la Facultad de Arquitectura (Fresnedo), pero también se aprecia en proyectos privados como el edificio Gilpe (García Pardo), que sin resignar nada en su ámbito doméstico colabora en la construcción de ciudad de calidad. También se podría, tristemente, comprobar por el absurdo: es el caso del injustificable agregado a la fachada de la ya nombrada sucursal 19 de Junio del BROU, que arruina no sólo la fachada, sino también la relación entre el espacio del gran hall y la Plaza de los 33, y por lo tanto empobrece, de paso, la avenida más importante de la ciudad.

Como forma de poner en evidencia una serie de espacios de interés para la disciplina, y dentro del programa de festejos por los 100 años de la facultad, al haber albergado esta exposición el atrio municipal se integra al proyecto llamado 100 Intervenciones x 100 Espacios. Paralelamente, la facultad trabaja en la elaboración del libro del Centenario, y el lanzamiento del número de la Revista #13, que abordará el mismo tema.