Desde Brasil nos llegan nuevos ejemplos de cómo la política no reconoce límites sectoriales y confesionales a la hora de hacer acuerdos. La oposición al gobierno de Dilma Rousseff se ha lanzado con una fuerte alianza BBB (biblia, buey y bala) que reúne aproximadamente a 373 diputados de los 513 que conforman el Parlamento brasileño. Esto está permitiendo que la “bancada evangélica”, que algunos denominan “bancada de la Biblia”, refuerce su capacidad de lobby político. En este caso, unida con dos sectores muy importantes, que son la “bancada del buey”, conformada por los latifundistas, y la “bancada de la bala”, conformada por comisarios, ex militares o simpatizantes. La bancada evangélica es un alianza interpartidaria conformada por más de 80 diputados de los diversos partidos del Brasil, en el contexto de un Parlamento más sectorializado y conservador que el anterior.

Desde Uruguay, quizá es difícil comprender cómo se tejen estas alianzas que vinculan a grupos religiosos con el agro-negocio y simpatizantes militares, pero este acuerdo BBB ha permitido que Eduardo Cunha, de la iglesia Asamblea de Dios (la tercera iglesia más grande de Brasil y a la que también pertenece Marina Silva, candidata presidencial en las dos últimas elecciones), asuma la presidencia de la Cámara de Diputados. La política brasileña y sus alianzas se han tornado complejas. Los acuerdos no suceden sólo dentro de la derecha, sino que el último gobierno de Lula y el actual de Dilma también realizaron concesiones a diputados de la Iglesia Universal del Reino de Dios (Pare de sufrir).

Teología del dominio

La lógica teológica de la alianza BBB esta comprendida en lo que los especialistas llaman la “teología del dominio”. Esta teología proviene de vertientes oriundas de Estados Unidos que, al igual que la teología de la prosperidad, ha cobrado nuevas formas y fuerzas, desde Brasil primero y luego en toda América Latina. La teología del dominio esta sustentada en la lógica de la “mayoría moral”, es decir, una mayoría unida por valores conservadores -que no necesariamente provienen de una misma creencia religiosa- a los que la mayoría de la población adhiere.

Otro concepto importante al que adhiere esta teología es el de la “guerra cultural” -o lo que, en términos religiosos, grupos neopentecostales llaman “guerra espiritual”- que se traduce en términos políticos y bélicos, en una lucha en la que “los cristianos” en el Parlamento deben “combatir las agendas propuestas por Satanás (o los grupos liberales)”.

La coyuntura brasileña y este acuerdo no sólo favorecen los temas vinculados a los clásicos reclamos “profamilia” o “provida”, sino que suman una serie de compromisos de otras agendas, como el apoyo a la baja de la edad de imputabilidad penal, el trabajo tercerizado y el avance sojero. El 2 de julio se aprobó en la Cámara de Diputados el proyecto de bajar la edad de imputabilidad penal gracias al actual presidente de la cámara y líder de la alianza BBB, Eduardo Cunha, aun cuando esta iniciativa había sido detenida por movimientos sociales pocos días atrás.

A partir de la alianza BBB, se han comenzado a reforzar voces críticas desde los movimientos sociales y desde los propios sectores evangélicos, que no se sienten representados por la agenda de la bancada evangélica y se sienten más lejanos aun de los nuevos temas que esta alianza lleva adelante. Una de las propuestas más extremas fue la realizada en marzo de este año por el ahora ex-diputado del Partido Socialismo y Libertad Cabo Daciolo (ex bombero militar), quien propuso reformar la Constitución e incluir en el artículo 1 el siguiente texto: “Todo el poder emana de Dios, que lo ejerce de forma directa y también por medio del pueblo y de sus representantes”. Claramente, esto devendría en una teocracia. Esta propuesta es el ejemplo más gráfico de la lógica de la teología del dominio, que es la de dirigir y legislar todos los ámbitos de la vida social y política desde una interpretación moral y conservadora de la Biblia. El problema no es la Biblia en sí, sino la interpretación a priori que se hace de sus textos particulares.

¿En casa cómo andamos?

Desde nuestras tierras uruguayas el diputado y pastor Álvaro Dastugue y el apóstol Jorge Márquez, de la iglesia Misión Vida, han viajado recientemente a Brasil. Según nos cuentan en las redes sociales, también han invitado a líderes políticos evangélicos brasileños a visitar Uruguay. Asimismo mantuvieron diversas reuniones con parlamentarios y gobernadores, en las que, cuentan, han aprendido mucho de cómo los hermanos mayores de Brasil están cristianizando su nación. Es claro que la teología del dominio en Uruguay tiene un camino más árido, pero igualmente logra sumar voluntades. Para esto, el apóstol Márquez creó en 2009 el sector Cristianos por Uruguay en el Partido Nacional y recientemente, a la vuelta de su viaje por Brasil, ha planteado el interés de generar un frente parlamentario de “cristianos” en Uruguay.