La senadora Lucía Topolansky declarará esta tarde ante la jueza penal de 10º turno, Dolores Sánchez, por la causa que investiga la desaparición de Eduardo Pérez Silveira, integrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), secuestrado el 5 de mayo de 1974 por el Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas. La denuncia original fue realizada en 1985 y archivada dos años después por considerarse dentro de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. El caso fue desarchivado en 2011, al revocarse los actos administrativos emanados de la Ley de Caducidad, y a nivel judicial el proceso lo reinició el hijo de Pérez Silveira, Martín Castellini, en 2013.

Según explicó el abogado denunciante, Martín Fernández, del Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur), la causa está en presumario, en la etapa de producción de prueba. Ya concurrieron varios testigos al juzgado, y con ese fin también lo hará hoy a las 15.00 la senadora Topolansky. Eduardo Pérez Silveira, que usaba el alias de “gordo Marcos”, se había exiliado en Argentina y regresó al país a comienzos de 1974. Era responsable político de uno de los cinco zonales en los que el MLN había dividido Montevideo en 1974, según recoge la Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos. Su secuestro fue parte de un operativo para desarticular esa incipiente reorganización, que implicó secuestros y detenciones a dirigentes del MLN-T durante abril y mayo. Fue secuestrado en la calle, en el barrio Colón, cuando intentaba hacer un contacto. Lo trasladaron a la Base Aérea de Boiso Lanza y luego al cuartel del Grupo de Artillería Nº 1 La Paloma. Allí estaba Topolansky, quien, a la salida de la dictadura, ante el Servicio Paz y Justicia, declaró lo que vivió. “Nosotros, que no sabíamos qué estaba pasando, notamos que el clima del cuartel se estaba enrareciendo. En determinado momento mandan pintar uno de los calabozos: era donde había estado hasta ese momento este compañero [Eduardo Pérez], y lo pintaban para borrar todos los rastros... El mayor [José] Gavazzo hace una recorrida por los calabozos acompañado de otro mayor, que era [Ernesto] Ramas. Allí nos dice que el mayor Ramas se va a encargar de seguir con el interrogatorio a nosotras y nos hace una aclaración amenazante: ‘Miren que aquí no murió nadie’. Esto nos confirmó lo que ya sospechábamos”, testificó en ese entonces.

Según el informe entregado por los comandantes de las Fuerzas Armadas al presidente Tabaré Vázquez durante su primera presidencia, Eduardo Pérez murió en el Hospital Militar el 10 de mayo de 1974, “afectado por severos problemas respiratorios que se originaron al haberle sido arrojada una granada fumígena dentro de su celda por razones que se desconocen”. El informe de 2002 de la Comisión para la Paz establecía que Pérez había sido trasladado el 9 de mayo al Hospital Militar “ya en estado de semi inconsciencia, con severos problemas respiratorios. Fue alojado en la celda Nº 1 del primer piso del Hospital Militar, donde falleció en la noche del 10 de mayo de 1974, sin recibir asistencia médica y sólo atención de enfermería”. Sobre sus restos, aquel informe indicaba que “habrían sido primero enterrados en el Batallón 14 de Toledo y después exhumados sobre fines del año 1984, incinerados y tirados al Río de la Plata”. En 2005, el informe de los comandantes de las Fuerzas Armadas no pudo establecer “fehacientemente donde fueron enterrados sus restos, aunque resulta, del análisis de la información manejada, la presunción de que los mismos hayan sido enterrados en los tubulares del Cementerio del Norte”.

En el Hospital Militar estuvo en la celda contigua a la de Baldemar Tarocco, con quien militaba en el MLN. Tarocco fue a declarar por esta causa, hace un mes, para dar su testimonio. Contó a la diaria que fue detenido el mismo día que “Marcos”, pero que fueron llevados a lugares distintos. A los dos días de su detención, Tarocco, que había sido herido, fue derivado al Hospital Militar. El 9 de mayo llegó Pérez al hospital, “reventado”, recuerda Tarocco; lo ubicaron en la celda a su lado. “Él llega, dice: ‘Soy Eduardo Pérez, tengo un hijo de un mes’, en un momento en el que recobró la lucidez. El enfermero vino, lo limpió un poco, y pasaban una toalla llena de sangre; no recibió ninguna otra atención que ésa... Lo llevaron a morir ahí”. Tarocco se enteró por un soldado de que su compañero de militancia se había muerto.

Eduardo Pérez era de Salto, tenía 23 años y un hijo de un mes. Tarocco ya había declarado sobre su contacto con Pérez ante Ielsur en 1985 y luego ante el pedido de Familiares de Detenidos Desaparecidos, en 2001. En la Justicia Penal “había un expediente gordísimo”. “Le dije a la jueza: estoy repitiendo lo mismo desde 1985, y se avanza muy poco. Es demasiado lento”.