Daniel Martínez vivió ayer su gran revancha política y personal. Desahogaba la emoción en los abrazos que se daba con sus colaboradores más cercanos, en los guiños que lanzaba a la tribuna y en los aplausos que devolvía con sobriedad. Cinco años después de lo que alguna vez calculó, asumió ayer el cargo de intendente de Montevideo. Lo hizo, puntual, sobre las 11.00, en una ceremonia que desbordó el atrio del enorme edificio de ladrillo de 18 de Julio y Ejido, después de recorrer en bicicleta un largo trecho desde su casa, en Buceo, y un primer duchazo en el baño privado del despacho del segundo piso de la Intendencia de Montevideo (IM). Y luego del largo discurso de despedida de Ana Olivera, que repasó logros (“la seña de identidad de este período son los espacios públicos”, dijo), agradecimientos (“a los que hicieron el aguante”, especificó) y no se privó de ciertas ironías, como la que escenificó al obsequiarle al intendente entrante “un mechón violeta”. Lo explicó así: “De la tinta que más ha corrido en estos años ha sido sobre el mechón rojo de la intendenta”.

Antes, la ahora ex intendenta dedicó varias referencias a los ocho municipios y a la Asociación de Empleados y Obreros Municipales, frente a quienes se sinceró: “Los inicios de nuestra relación no fueron fáciles”. Pero, acto seguido, acotó: “Plantearse que en un gobierno no hay tensiones sería una falsa ilusión”. Para el cierre, eligió una frase de José Martí, ésa que -recordó- “Fidel Castro parafrasea a cada rato”: “Todas las glorias del mundo caben en un grano de maíz”. Siguió la firma del acta de traspaso de mando ante el escribano de la IM. De alguna manera, ése fue el cenit de la ceremonia, con una solemnidad apenas interrumpida por el sonido de los flashes. En todo momento, Martínez y Olivera estuvieron acompañados en el escenario por sus respectivos secretarios generales, Fernando Nopitsch y Ricardo Prato. En la primera y en la segunda fila se ubicaban los integrantes del gabinete de Martínez, que el sábado 27 de junio participaron en un taller sobre funcionamiento, estructura y recursos humanos de la IM impartido por la consultora CPA Ferrere, según confirmaron a la diaria fuentes políticas. Fue una primera señal del talante que Martínez quiere imprimir a su gestión: “trabajo por resultados”, “construcción de indicadores” y “compromisos de gestión”.

Tras las firmas, los aplausos, los agradecimientos y las despedidas, sobre las 12.00 habló el nuevo intendente. Leyó un discurso preparado, pero se permitió la licencia de agradecer previamente a los invitados y, en especial, “a los montevideanos”. En su intervención, Martínez mencionó a los presentes y “a los que no están”. Entre ellos, los socialistas Ernesto de los Campos y Guillermo Álvarez, “ejemplo de vida y de coherencia”. También mencionó a Pablo Estramín y al Pistola Marsiscano. Con la voz quebrada, anunció: “Hoy no es un día más en mi vida”. Al recuerdo especial que dedicó a José D’Elía, Martínez agregó un homenaje colectivo a “la huelga general para resistir a la dictadura”, que tuvo su punto más alto otro 9 de julio, el de 1973. Esa referencia, que desató un aplauso envolvente del que sólo se abstuvo el comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, fue el pie que utilizó para hablar luego de la ciudad como “ágora” y “espacio vivo”. En su recorrido histórico, Martínez también apuntó “los 25 años de gobierno frenteamplista”, un hito que aprovechó para enviarle “un inmenso y gigantesco saludo” a Tabaré Vázquez, ausente. El presidente estuvo representado por su esposa, María Auxiliadora Delgado, ubicada en primera fila. Al inicio del acto, fue leído un mensaje de Vázquez, protocolar hasta en las comillas.

Durante su intervención, Martínez perfiló su gestión con las consignas “eficacia”, “transparencia” y “trabajo en equipo”, y lanzó algunos mensajes específicos. “No queremos trabajar en cada área separada como una chacra”, anunció. En varios pasajes insistió en asumir la perspectiva de género e incorporar “la visión de los jóvenes”. Fue incluso un paso más allá al anunciar políticas concretas para “generar espacios donde los jóvenes tengan donde divertirse sin generar conflictos con los vecinos”, en referencia a los conflictos que de un tiempo a esta parte enfrentan al gobierno departamental y los boliches nocturnos de la ciudad, muchos de ellos clausurados por denuncias de particulares. El nuevo intendente anunció “control” y “transparencia” para enfrentar los problemas vinculados con el cambio climático y prometió rampas de accesibilidad “en todos y cada uno de los rincones de la ciudad”. Como hizo a lo largo de la campaña, subrayó la idea de “un proyecto de ciudad como parte de un proyecto de país”. Y dedicó un capítulo aparte a los trabajadores, cuyo accionar, dijo, “se ha demonizado”. “Tengo absolutamente claro que desde el primero hasta el último funcionario municipal quiere ser respetado por su trabajo, por su esfuerzo”, reflexionó. Más enfático sonó al anunciar su disposición de “generar las mejores condiciones de trabajo y el mejor relacionamiento”.

Entre los más de 1.000 invitados distribuidos en siete sectores sólo asistieron cinco figuras de la oposición: el blanco Jorge Gandini, el independiente Pablo Mieres, el colorado Ricardo Rachetti y los dos alcaldes electos en los municipios Ch y E, Andrés Abt y Eduardo Platero. El gran ausente fue, otra vez, el ex candidato del Partido de la Concertación, Edgardo Novick, que en cambio sí estuvo presente en la apertura de sesiones de la Junta Departamental. El nacionalista Gandini se despegó de las ausencias: “Quise estar acá porque el respeto al diálogo democrático nos hace a todos un poco mejor”. En diálogo con la diaria, agregó: “Hay una gran ausencia de la oposición. Estaba medio extraño, medio solo, estábamos ahí con Pablo Mieres y, por las dudas, cerca de [el cardenal Daniel] Sturla, para estar cerca de Dios, porque había mucho frenteamplismo y poco de lo otro. Y a mí me parece que estar acá hoy no es apoyar a Martínez, es apoyar a la institucionalidad. Lo cortés no quita lo valiente. Hubiera deseado que hubiésemos estado más de los que pensamos diferente. Por lo menos hoy”. Gandini no se privó de ser crítico con la primera intervención de Martínez como intendente, a la que catalogó como “un discurso repleto de fuerza para hacer todo lo que tiene que hacer, pero todavía en la etapa de los qué, sin entrar en el gran desafío de todo administrador, que es los cómo”.

Como contracara del faltazo opositor, el oficialismo estuvo representado por seis ministros, varios subsecretarios y un sinfín de diputados y senadores que poblaron el salón de ingreso a la IM de una liturgia frenteamplista sólo interrumpida por los cinco representantes de la oposición, Graciela Rompani de Pacheco Areco -infaltable en este tipo de actos- y diez activistas por la eliminación de los zoológicos, con caras cubiertas por máscaras de leones, gatos, tigres y tucanes. De noche, reincidieron con unos pocos gritos en la apertura de sesiones de la Junta Departamental. Fue en una caótica ceremonia en la que Martínez fue recibido con aplausos y la mirada desconfiada de Novick, que lo seguía desde el palco.