El ex ídolo de la selección uruguaya concretó su llegada a Peñarol. La noticia fue bien recibida en el club Cerezo Osaka de Japón (en el que jugó Forlán hasta la última temporada), cuyos dirigentes organizaron una gigantesca despedida cuando se retiró. “Realizamos una celebración que de tan fastuosa salió en medios de comunicación de todo el mundo, para que quedara absolutamente claro que no va a volver a nuestro club. Queremos que sea algo parecido a lo de Luis Suárez: que se mantenga alejado a 1.000 metros de cualquier actividad relacionada con el fútbol”, aseguró un dirigente del club nipón.

Como era de esperarse, las declaraciones de Forlán antes de su llegada también llenaron de algarabía a los hinchas, dirigentes, y periodistas de Peñarol, pero quien más alegría sintió, obviamente, fue el propio Forlán, quien afirmó que jugar en Peñarol le permitiría “cumplir un sueño:”. “Todavía no sé en qué posición voy a jugar”, aseguró el jugador de 36 años, “pero teniendo en cuenta la edad que tengo, lo más probable es que me eche una siestita cada tanto. No digo varias horas, sino cerrar los ojos un ratito para despertarme con más energía. Yo vengo acá para satisfacer mis sueños”.

Pero éste no sería el único motivo por el que el delantero decidió quedarse acá: “Me gustaría ser un ejemplo para la juventud, hacerles ver que si ellos entrenan, se esfuerzan duro, nacen y se crían en Carrasco, tienen la libertad de elegir entre varios deportes, y si encima son rubios, pueden llegar muy lejos”.

Con respecto a su adaptación al público local, Forlán explicó que vio algunos videos de la hinchada de Peñarol y le resultaron “tétricos”. “Algunos amigos me decían que no volviera a Peñarol porque la cosa ya no era como antes y era todo más violento, pero yo pensé que se referían a que los zagueros eran más bestias. Esta salvajada nunca la imaginé. Pero bueno, los alambrados parecen seguros”.