A pesar de que se revirtió en parte el flujo de capitales hacia los países en menor desarrollo, tras la lenta recuperación de las principales potencias, Uruguay logró mantener en 2014 sus niveles de Inversión Extranjera Directa (IED) respecto del año anterior, en el que alcanzó un registro histórico. En promedio, la entrada de IED se contrajo 16% para los países de América Latina en 2014, mientras que Uruguay atrajo 2.731 millones de dólares, lo que constituye “el segundo valor más alto de la historia del país”, observa un informe del Instituto de Promoción de Inversiones y Exportaciones, Uruguay XXI. De esta forma, el país sigue siendo el segundo receptor en la región, después de Chile -y son los únicos de la región que no experimentaron una disminución de entrada de capitales- con flujos de IED próximos a 5% de su Producto Interno Bruto (PIB), ratio superior al promedio de la región (2,9%) y al de los países del Mercosur (2,2%) en 2014.

Uruguay también presentó uno de los ratios más altos de la región de stock de IED en términos del PIB, lo que refleja “el proceso de fuerte acumulación de inversión externa experimentado en los últimos años”. En 2014, el stock de IED se estima en 22.000 millones de dólares, lo que equivale a 40% del PIB, ratio superior al de Argentina (18%), Brasil (34%), Colombia (35%) y Perú (38%). El informe destaca que “gran parte” de la renta percibida por las empresas extranjeras permaneció en el país en forma de utilidades reinvertidas (60% en 2014), lo que “se da aun cuando las empresas extranjeras no están obligadas a retenerlas”, ya que en un contexto en el que las tasas de interés internacionales aún no han comenzado a subir, la rentabilidad de la inversión directa en Uruguay resulta “relativamente alta” (5%).

Desde los mínimos registrados tras la crisis financiera de 2002, los flujos de IED a Uruguay han crecido considerablemente, lo que explica parte del crecimiento experimentado en la última década. Entre 2005 y 2014 ingresaron al país, en promedio, más de 2.000 millones de dólares al año, cifra “muy superior” al promedio histórico de 103 millones, alcanzado entre 1970 y 2004.

En estos últimos diez años de fuerte expansión económica, en los que la economía creció en promedio 5,4% anual del PIB, se notó a su vez un fuerte incremento de la tasa de inversión de la economía. Mientras que en 1998 la Formación Bruta de Capital Fijo era 16% del PIB, en 2014 alcanzó 21,4%. Según Uruguay XXI, “gran parte del aumento de la inversión total de la economía es explicada por el aumento de la IED, cuya participación aumentó y representa actualmente casi 30% de la inversión del sector privado”.

Los motores

A nivel de sectores, la industria manufacturera es el principal receptor de IED en el país (27%), lo que se explica fundamentalmente por las inversiones de las dos plantas de celulosa: UPM y Montes del Plata. Esta última -proyecto conjunto de la chilena Arauco y la sueco-finlandesa Stora Enso- constituye la mayor inversión en la historia, con un monto estimado superior a 2.100 millones de dólares, parte del cual se computa en 2014. La construcción es el segundo destino (recibe 22%), seguido del sector comercio y servicios (13%).

En 2014 hubo, además, una recuperación de la IED hacia el sector agropecuario, que ha sido especialmente dinámico en la última década. El informe explica que la inversión extranjera actuó como un “motor para la innovación”, introduciendo nuevas prácticas productivas y empresariales e innovaciones en las semillas que luego fueron adoptadas por los productores uruguayos, lo que redundó en “un aumento notable de la productividad del sector”.

Argentina sigue siendo el principal origen de la inversión recibida, pero con menores flujos que en años anteriores. En la región se destacan también Brasil y Chile, y desde Europa, Finlandia y Suecia (por las plantas de celulosa), y asimismo, Francia y España, que han sido inversores históricos en Uruguay.

También se analiza el uso que hacen las empresas extranjeras de la Ley de Inversiones. Del total de proyectos aprobados entre 2006 y 2015, 35% del monto de inversión prevista era de empresas extranjeras. Éstas se enfocaban en la industria de alimentos (principalmente, lácteos, arroz, frigoríficos y bebidas), de productos derivados de la madera, de productos metalúrgicos, de cuero y de sustancias químicas, y también en el sector de las energías renovables.