Organizado por la Fundación Liber Seregni y la fundación alemana Friedrich Ebert, se realizó ayer en el local La Huella de Seregni del Frente Amplio un debate sobre el Acuerdo de Liberalización del Comercio de Servicios (TISA, por su sigla en inglés), en vísperas de que la coalición de izquierda gobernante tome una definición respecto de la permanencia de Uruguay en las negociaciones.

El primer orador fue Bruno Gili, cocoordinador del Informe de Competitividad Global en Uruguay de la consultora CPA Ferrere. Se mostró favorable a que Uruguay esté presente en las negociaciones del TISA. Esgrimió como razones que “los riesgos se gestionan, hay que poner énfasis en las oportunidades”, que “nuestro mercado es muy pequeño” y “no nos queda más que abrirnos al mundo”, y que “el TISA ayuda a diversificar la estrategia del país”, pero no hizo referencia al texto del acuerdo ni a cuestiones concretas en las que Uruguay saldría ganando.

Carlos Caetano, presidente de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), sostuvo que su sector ve “muchas oportunidades” con el acuerdo del TISA, por la posibilidad de que éste facilite las exportaciones. Dijo que los países que están en el TISA representan 70% del comercio mundial de servicios, y que su cámara teme que sus competidores directos “puedan tener mejores condiciones” de acceso a mercados que Uruguay si el país queda fuera del acuerdo. “No queremos que esta industria se termine si no tenemos condiciones para poder exportar”, manifestó. Sostuvo que en el Mercosur “estamos complicados” y que Brasil aplica 30% de retención cada vez que “exportamos algo de tecnología” a ese país. Caetano recordó que el acuerdo deberá ser ratificado a nivel parlamentario. “Eso nos da confianza, porque le tenemos confianza al sistema político uruguayo”, consideró.

Por su parte, el economista José Manuel Quijano advirtió que, mientras en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) “se moderan los intereses de las grandes empresas” y se distingue entre países desarrollados y no desarrollados, en el TISA eso no sucede. Otra diferencia con las negociaciones plurilaterales de la OMC es que no hay observadores y no se comunica lo que se negocia, y además se ejerce en la práctica el veto al ingreso de algunos países. Es el caso de China, que solicitó ingreso al mismo tiempo que Uruguay y aún no le ha sido concedido. Quijano sostuvo que la intención explícita del TISA es “modificar el acuerdo de servicios vigente de la OMC”. Hizo notar que desde el comienzo de las negociaciones, con 22 países, hubo sólo tres que se sumaron, y concluyó que “no hay hordas de países interesados en abrazarse” al TISA “como si nos fuera a llevar a la inteligencia mundial”.

El economista relató, en base a información de la revista especializada Bridges, en qué grado de avances quedó cada sector en la última ronda de negociaciones, a comienzos de julio. Hubo un “avance satisfactorio” en regulación doméstica y servicios financieros, “cierto avance” en comercio electrónico y telecomunicaciones y “poco avance” en transporte marítimo, transparencia y servicios medioambientales, mientras que las compras gubernamentales están en las “primeras etapas” de negociación y la salud es un tema que permanece sin discusión. Estados Unidos propuso que en la próxima ronda, que tendrá lugar en setiembre, se trate el tema de las empresas públicas.

Quijano hizo hincapié en los perjuicios que tienen para el país las negociaciones en materia de servicios financieros. Consideró que a Uruguay la presencia en el TISA lo “mete en un lío” y lo “pone del lado de un grupo que quiere congelar la regulación financiera, en contra de la mayoría de la OMC”; por lo tanto, sugirió pensar si “nos conviene esa alianza”. Puso como ejemplo que con el TISA se podría privatizar el pago de las jubilaciones y señaló que eso “no le genera absolutamente nada productivo al país”. En la misma línea, Fernando Gambera, secretario de Relaciones Internacionales del PIT-CNT, dijo que le “tocó desde adentro el aprendizaje de lo que pasó con el sistema financiero en 2002”. Afirmó que luego de eso el país “ha hecho regulaciones y las ha hecho bien”. “¿Ahora vamos a salir a desregular todo?”, preguntó. Recordó que según el anexo de servicios financieros que se negocia en el TISA, la regulación de las empresas financieras del sector queda a cargo de los países de los que provienen, y por lo tanto el Estado uruguayo se vería limitado en ese aspecto. Gambera se preguntó, además, si en un “mundo de dudas” Uruguay será capaz de elaborar listas negativas (enumerar sectores que quiere excluir de la negociación) sin que “se le escape nada”. Dijo que en materia laboral, por ejemplo, si el TISA estuviera vigente, no se hubiera podido aprobar la ley de tercerizaciones ni la ley de negociación colectiva. “Por favor, salgamos de este lugar, porque evidentemente no es éste el espacio de oportunidades”, sostuvo.

Quijano reconoció que “hay sectores que quieren exportar”, pero dijo que de eso no se deriva que Uruguay deba firmar el TISA. “Hay que relacionar el interés defensivo con la necesidad de exportar”, concluyó.