“Era el 16 de octubre de 1986 en esta misma sala, y la idea, después de los duros años de la dictadura, era tener un lugar en el cual poder hablar y expresarse”, comenzó recordando Pascale, el primero en tomar la posta durante la mesa de apertura. “Recuerdo un día de tarde que vino Ariel Banda y me contó que se quería plantear la idea de crear las Jornadas de Economía en el directorio. Ya estaba en el Banco [Central] la necesidad -principalmente de jóvenes- de compartir ideas y de formarse, y lo único que quedaba era implementarlo”, continuó.

“Eran tiempos difíciles: la inflación volaba, el desempleo era colosal, el Producto [Interno Bruto] caía en picada y la deuda externa era altísima”, recordó Pascale. “Había varias cosas que generaban impulsos para que se dieran las Jornadas”, complementó Banda, en referencia a eventos “exógenos y endógenos”, como “la incipiente fase de la investigación económica en el país y el golpe de Estado”. “En ese entonces, dimos con el impedimento de encontrar conferencistas, lo que se sumaba a que la mayoría de los funcionarios del banco no había presentado nunca un paper, sólo la tesis [de la facultad]”, agregó. “Buscábamos, además, no sólo la presentación del oficialismo -por decirlo de alguna manera-, sino la confrontación, con todo lo que eso implicaba”, añadió.

“Pasaron 30 años y hoy los problemas son otros, distintos de los de aquel entonces”, continuó Pascale, en referencia, principalmente, a las tecnologías de la información y la comunicación, “que cambiaron las formas de hacer negocio, de hacer oferta y demanda, y también el mapa del mundo”.

Iglesias, quien profundizó en el estado actual de la economía mundial, sostuvo: “Estamos ante una gran caja de sorpresas en lo social, lo político y lo económico. La bonanza internacional se terminó, y lo importante es medir la magnitud de esta terminación: tenemos que entender de dónde vienen los factores que nos están perjudicando en este momento”. A continuación, amplió sobre algunos puntos.

En primer lugar, se refirió a la crisis de 2007-2008, “la más grande de la historia en materia financiera”, de la que opinó que “aún no terminamos de resolverla a fondo” y que “el tema de Europa es realmente complicado”. Se refirió al efecto de China, que hizo de sostén económico durante la mencionada crisis y se convirtió en un “gran estimulante en el precio de materias primas, alimentos, minerales y bienes energéticos”. Valoró que “es y seguirá siendo un país muy importante”, con lo que descartó un menor impacto en el comercio tras la actual desaceleración de dicha economía.

Iglesias también resaltó la división del comercio mundial, poniendo como ejemplo el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos, el Acuerdo de Liberalización de Comercio de Servicios y el bloque Alianza del Pacífico, integrado por Chile, Colombia, México y Perú, como “las tendencias fragmentarias más importantes”. “Las grandes potencias están alejándose de los acuerdos multilaterales”, afirmó y, ante esto, se preguntó “qué opciones se le van a presentar a América Latina”.

Un último punto, que consideró común a 1986, fue la desconfianza nacida “tras el debilitamiento de la infraestructura institucional a partir de la Segunda Guerra Mundial”, en referencia a casos como el de Naciones Unidas o Bretton Woods. Para adelante, transmitió la necesidad de “que los logros sociales no se deterioren”, en particular, “que las clases medias no vuelvan atrás”, ya que esto “no sólo traería problemas económicos y sociales, sino también políticos”.