Vino a Montevideo con dos planes. Por un lado, realizar un taller de cinco días en el Instituto Nacional de Artes Escénicas, titulado “Encuentro y creación”. Por otro, y en el marco del Programa Artistas en Residencia (PAR, a cargo de Vera Garat y Tamara Gómez), compartir con un grupo interdisciplinario de artistas, convocados para la ocasión, un espacio de creación junto a su “compañía de conceptos” Chamando Ela, obra en proceso y de larga duración que Ribeiro desarrolla con los fotógrafos João Milet Meirelles y Tiago Lima.

Sin etiquetas

Acerca de su trabajo, Ribeiro señala que, después de dos décadas de trayectoria, “cruza tensiones de cuatro intereses principales: moda, cultura digital, salud mental y danza”, y que propone “intimidad con el supuesto ‘mundo de los otros’, que también es el mío”. Para la artista, esos cuatro ejes son zonas de poder. “Entro en ellos, estoy en ellos, para entenderlos y dislocarlos, reproponiendo otros mundos, un deseo de compartir posibilidades de complejidad, de intimidad y de broma”.

Fue bailarina de danza del vientre y participó en el movimiento hacker de fines de los 90, es decir que su perfil es difícil de clasificar, y ella afirma enfáticamente que odia que la etiqueten como “coreógrafa”, “académica”. o cualquier otra cosa

delimitada. “Encuentro el lujo de continuar buscando y de enfocarme en observar la búsqueda de los otros”, dice.

Coopera con artistas de la danza pero también de la fotografía, la moda, la comunicación, las ciencias sociales y la tecnología. El etnógrafo italiano Massimo Canevacci, también especializado en arte digital, es su esposo y una importante influencia en su trabajo y pensamiento. Otros de sus colaboradores cercanos son los coreógrafos Benoît Lachambre (canadiense), Wagner Schwartz y Cristian Duarte (ambos brasileños), y la cineasta canadiense Sophie Deraspe.

“Trabajé durante ocho años en la compañía de Lachambre, y con él entendí la dinámica de estar en festivales, de ir a fiestas, de leer artículos sobre legitimidad, pertinencia, amor y desamor de nuestras propuestas. Un día, uno de los artistas murió atropellado, y yo entendí que, si hubiera sido yo, habría preferido vivir otras cosas”, cuenta.

Sus sitios en internet (sheilaribeiro.net y chamandoela.com) están planteados más como obras de arte que como portales informativos, dándonos pistas acerca de que no hay disociación entre los planos virtual y presencial de su trabajo, en el que también incorpora ingredientes de humor y sexualidad.

En el plano académico, recibió el año pasado el título de doctora en Comunicación y Semiótica de la Universidad Católica de San Pablo. Sus principales líneas de investigación en ese terreno son “cuerpo, metrópolis/líbido y confusión” y la tensión entre lo analógico y digital en la comunicación contemporánea.

También fue la creadora y articuladora inicial de un proyecto editorial llamado 7x7 (seteporsete.net), integrado por quien firma desde 2013 junto a seis artistas brasileños (ya no por Ribeiro), cuyo objetivo es crear horizontalidad mediante modos diversos de compartir textos, videos e imágenes, como una gran Wikipedia de la danza contemporánea, que pueda quebrar la verticalización de lo oficial y de sus parámetros de legitimación o deslegitimación.

Entrecruzamientos

“Veo la moda como propuesta de invención de mundos -explica-, un ‘viento en el cabello’ de la comunicación individual, colectiva y conectiva. A la cultura digital la veo como un idioma, el ‘verdadero’ esperanto. Lengua inventada que es diálogo, construcción, creación, dependencia, resistencia, todo lo que es transformación, entendimiento y posición sobre el capitalismo glocal [neologismo por global/local]. Por eso me gusta acompañar su evolución. No hay nada ni nadie que no haya sido afectado por la lógica digital (ya sea que le guste, que la deteste o que piense que solamente la usa). Lo digital es una cosa que cambia todo el tiempo, es mejor entenderlo”.

“La danza siempre fue parte de mi vida, desde chica fui bailarina de ‘país colonial’, y tengo un trabajo de coreógrafa contemporánea que pasó por muchas etapas, lugares y personas, llegando finalmente a descreer totalmente de muchos formatos”, añade.

Respecto de la relación entre cuerpo y cultura digital, entiende que “el cuerpo transpira todo en una cultura, por todos los poros: la cultura turística, la de los medios, la de las instituciones... la danza es un ambiente de tensión, de protección, de clichés, de pérdida de todos ellos: un síntoma”.

Interesada en el poder y el colonialismo (y en el autocolonialismo) el abordaje de Ribeiro respecto de la salud mental es político más que terapéutico: “La salud mental es una lucha, y como todos los otros ejes, entender la cuestión de la locura es entender la cuestión de la exclusión y de la inclusión de valores vigentes de comportamiento y normalidad”.

Al mismo tiempo, sostiene que “la política cambió. No se refiere ya a la ciudad analógica. Para mí, la política es estar atravesada en y por la comunicación. Si consideras eso político, entonces mi trabajo es político”. “Antes tenía una motivación muy fuerte de denuncia y crítica. Hoy, me parece que esa forma de hacer arte pertenece solamente a un grupo. Yo quiero pertenecer a todo y todos, y a nada y a nadie. Mi trabajo propone lo incompleto a ser completado/llenado”.

Al preguntarle cómo piensa en el cuerpo en la contemporaneidad, responde: “No creo que exista ni ‘un’ cuerpo ni ‘una’ contemporaneidad. Lo que existe, para mí, son personas viviendo entre tensiones de lugares y medios, haciendo sus cosas o intentándolo. Hay maneras de encuadrar trabajos, acciones y formas de vivir (el cuerpo en las instituciones para las artes, en los manicomios, en Facebook), y es eso lo que sucede con ‘el cuerpo y la contemporaneidad’. El cuerpo, para mí, no existe por sí solo. O aun más: ‘el cuerpo’ son historias y sensaciones de gente por ahí. Algunos matan, otros quieren vivir; a veces muy escondidos y tranquilos, por pereza o resistencia, y a veces muy narcisistas, también por pereza o resistencia. La danza digiere de manera abstracta los ambientes, y tal vez yo le llamo a eso ‘cuerpo’. Más específicamente, vengo trabajando con la lógica de lo digital: navegar, invadir, el spam, el virus, la auto y heterorrepresentación, los vectores, lo fake…”.

Obra en progreso

Está en Montevideo por segunda vez, y describe algunas cosas que ha oído y que le llaman la atención: que el asesinato de Khaled al Assad en Siria y el de Nadia Vera en México deben ser pensados como cuestiones uruguayas; que la mandarina tiene un olor fuerte a ser evitado por un tipo de clase media; que vivir en un balneario puede ser una forma de resistencia; que existe un tango flúo del “nuevo uruguayo”.

Cuando se le pregunta qué piensa de todo eso, responde: “El sábado, en el Espacio de Arte Contemporáneo, se presenta Chamando Ela, trío en el que participo junto con Tiago Lima y João Meirelles, y ahí vamos a presentar lo que nos llamó la atención”.

Ese espectáculo en constante recreación trabaja en un espacio liminal entre moda, cuerpo, danza, comunicación y culturas. De esa forma disloca, cambia, juega, invierte, recrea y revierte patrones, abriendo nuevas perspectivas y posibilidades. Hace investigación -casi etnográfica- y la transforma en otras modas posibles, nuevas mitologías contemporáneas de cuerpos.

En el material de divulgación acerca de Chamando Ela, todo eso es descrito como “un hub de delicias para un mundo que ya no se sabe lo que es. Dependiendo de la instancia y la necesidad, puede ser intervención, performance, instalación, exposición, publicidad, música, libro, espectáculo... pero siempre cuerpo, siempre moda expandida”.

La invitación al cierre de la residencia de Ribeiro, con la presentación de ese proyecto y del libro homónimo, es abierta, y queda extendida para mañana, sábado 22, a las 19.00.