Por necesidad de las empresas de la industria plástica, carentes de capacitación y de innovación en sus procesos productivos, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) aprobó en febrero un proyecto que busca el desarrollo de un Centro Tecnológico de Plásticos (CTPlas). Si bien funciona desde julio, con la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República y el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu) como aliados, se aguarda al 18 de agosto para su lanzamiento. Las expectativas son grandes, tanto desde la academia como desde la industria; la diaria conversó con los involucrados, quienes coinciden en que su creación apunta a un aumento de la productividad.

La idea surgió en noviembre de 2013, cuando en una jornada de innovación de la industria del plástico, las empresas involucradas detectaron la necesidad de “fortalecer la capacidad en materia de la oferta de servicios y capacitaciones de tecnología especializada enfocadas al sector productivo”, contó a la diaria el representante del Latu en el Centro Tecnológico, Daniel Píppolo. Las demandas de entonces se plasmaron en un proyecto que el Latu y la CIU presentaron a la ANII, y que ésta viabilizó en febrero.

El centro funciona en las instalaciones de la CIU a la espera de su lanzamiento el 18 de agosto, con el aporte mensual de 18 empresas y la cofinanciación de la ANII. “Lo primero que vamos a hacer es relevar las necesidades de empresas socias y no socias, y ver lo que se estaría necesitando en términos de capacitación, tecnología e innovación”, adelantó a la diaria el presidente del CTPlas, Agustín Tassani. Por su parte, el coordinador del centro, Héctor Gebelin, agregó que las expectativas incluyen poner en práctica, “al menos, dos instancias de formación” de aquí a fin de año.

La carencia de conocimiento es una falta clave en el sector. “La mayoría de los trabajadores que entran a una empresa no tienen conocimientos del material ni de cómo funcionan las máquinas que usamos, por lo que nos lleva mucho tiempo que la persona quede efectivamente operativa, trabajando en la planta”, sostuvo Tassani. Por su parte, el profesor Pablo Raimonda, representante de la Fundación Ricaldoni de la Fing en el centro, se refirió a la falta de profesionales: “Hoy en día, no hay ingenieros suficientes que trabajen en la industria plástica”, dijo a la diaria, y estimó que la proporción de egresados empleados en el sector ronda el 5%. Se pretende que las capacitaciones sean abiertas a todos los interesados, aunque con un tratamiento diferencial en términos de mayores beneficios o de reducción de costos a las empresas socias del centro.

La apuesta más grande, sin embargo, es a la instalación de una planta piloto, donde “se podrá poner a prueba lo aprendido en los cursos de capacitación y aprender a usar las máquinas que utilizamos por medio de ensayos y pruebas”, sostuvo Tassani. La planta se montará en las instalaciones del Latu, institución que estará a cargo de su mantenimiento y de proveer el personal necesario para que funcione; el equipamiento, en cambio, será un aporte de las empresas, confirmó Gebelin a la diaria.

Además de la formación de los trabajadores, la planta se presta para el desarrollo de la industria. “Por ahora, 100% de los plásticos utilizados en la producción nacional se importan; lo que pretendemos es colaborar con las empresas y desarrollar lo que la industria necesite, sea la producción de un material o el reciclaje de polímeros ya utilizados”, consideró Raimonda, quien a su vez investiga el plástico en el Instituto de Ensayo de Materiales de la Fing.

“Hay nuevas tecnologías que están apareciendo a nivel mundial, y la idea es que las empresas puedan acceder a esta información e incluso incorporar nuevos procesos”, afirmó Tassani. En cuanto al reciclaje de materiales, una posibilidad sería la de desarrollar biopolímeros a partir de celulosa, pero en este aspecto “se buscará trabajar en conjunto con las usinas clasificadoras, a efectos de identificar los mejores candidatos”, sostuvo el coordinador del centro. Por otro lado, “se está planificando un intercambio en 2016 con un instituto de características similares en Argentina, y también se está conversando con otro en España”, dijo Gebelin, quien puntualizó que “se apunta tanto a que ellos vengan como a que profesionales nuestros conozcan otros centros”.

Tanto desde la academia como desde la industria las expectativas son amplias. Raimonda cree que “se puede hacer muchísimo, sólo hay que ver a qué apuestan las empresas”. Desde el sector privado pretenden un “incremento en la calidad del trabajo, que naturalmente se traducirá en una mejora de la eficiencia”, sostuvo Tassani. Por su parte, Gebelin agregó la posibilidad de “expandir la producción al mercado externo”, actualmente estimada en 30%.