La situación de acefalía en el Frente Amplio (FA), determinada por la renuncia “forzada” -como la calificaron algunos sectores- de Mónica Xavier a la presidencia, culminó el sábado al resolver su plenario nacional, por 142 votos en 144, que la Mesa Política y el Secretariado Ejecutivo ejercerán la conducción de la coalición de izquierda hasta que se realicen las elecciones internas.

La resolución aprobada el sábado también dispone que dichos comicios -en los que se elegirá al presidente del FA, presidentes de las departamentales y miembros del plenario nacional y los plenarios departamentales- se realizarán el 29 de mayo de 2016. Un plenario nacional que se convocará antes de la elección propondrá las candidaturas y aprobará el reglamento de los comicios. Según consta en la resolución, una vez que asuma la nueva presidencia, el equipo que la acompañará “incorporará las características de coalición y movimiento del FA”, en referencia a la participación de las bases en dicho equipo.

Por otra parte, el sábado se resolvió convocar a un congreso para setiembre de 2016, para discutir la actualización ideológica, reforma constitucional y estrategia política.

Antes de votar la resolución conjunta sobre las elecciones y el congreso, que tuvo amplia aprobación, se sometió a consideración del plenario una resolución que establecía que “la presidencia electa en las próximas elecciones internas tendrá dedicación política primordial al FA, no pudiendo desempeñar tareas legislativas o ejecutivas a nivel departamental o nacional”. La moción, que aludía a la cuestión de la incompatibilidad de cargos -tema que determinó el alejamiento de Xavier-, fue aprobada por 87 votos. Hubo 53 votos en contra, correspondientes a los representantes del Partido Socialista, el Frente Líber Seregni, el grupo De Frente y algunas bases del interior.

La senadora Daniela Payssé (Asamblea Uruguay) evaluó que “después de un largo y tedioso camino para buscar una resolución a una mala situación”, se llegó a “una solución que de alguna forma ordena”, aunque dijo que deja “un gusto amargo, porque no hay nada más saludable que que a una dirección electa la sustituya otra dirección electa”.