La presencia de representantes evangélicos en el Poder Legislativo dejó de ser una novedad. De la solitaria presencia de Gerardo Amarilla, de la iglesia bautista, en la anterior legislatura, pasamos ahora a una bancada con tres miembros, todos diputados titulares y del Partido Nacional. El primero en sumarse fue el diputado y pastor Álvaro Dastugue, de la iglesia Misión Vida, y más recientemente se incorporó el ex intendente de Durazno Benjamín Irazábal, de la iglesia pentecostal.
La presencia de bancadas evangélicas en América Latina se ha convertido en un fenómeno extendido. En prácticamente todo el continente hay expresiones políticas de los sectores evangélicos, siendo el caso paradigmático el de Brasil (ver http://ladiaria.com.uy/UIG).
La presencia de estos grupos ha cobrado mayor relevancia en la medida en que salen de los templos a la arena política: ha crecido su membresía y han ganado credibilidad con su accionar en el campo social. Amarilla menciona como referentes cristianos evangélicos a Martin Luther King y Nelson Mandela, pero además reconoce que en muchas iglesias no se permitía hablar de política. “Los misioneros que llegaban al país tenían expresa prohibición de involucrarse en política y transmitían eso. Durante mucho tiempo se decía aquello de ‘al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’”, afirma el diputado, que considera que ahora eso está cambiando en la cultura evangélica.
Las investigación de los documentos de Santa Fe y del informe Rockefeller reflejaron que a partir de la década de los 60, la CIA implantó en América Latina un combate contra el “comunismo”, un proceso que incluyó el envío de misioneros estadounidenses a iglesias evangélicas para desalentar el compromiso social y político de sus feligreses, con un discurso religioso que buscaba contrarrestar el impacto de la teología de la liberación y de las ideas o grupos revolucionarios.
En los últimos diez años, estos grupos evangélicos modificaron su estrategia y su agenda política; en síntesis, resolvieron salir al espacio público, sobre todo para defender el rol de la familia y de los valores de la sociedad occidental, que, según dicen, atraviesa una grave crisis.
Para el diputado Irazábal, por ejemplo, hay que defender “los valores tradicionales en los que se ha fundado la civilización occidental”. “Estamos en una sociedad que ha ido cambiando esos valores y esos códigos. Aumento de la violencia, delincuencia, consumo de drogas y alcohol, una degradación de lo que es la institución familia. Frente a eso, hay muchas personas que han hecho un análisis de quiénes representan los valores tradiciones y han votado por representantes evangélicos”, graficó.
Los tres diputados consideran que en Uruguay la ley que habilitó la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) significó un punto de quiebre, que provocó una mayor participación política de sus iglesias.
Dastugue dice: “Yo creo que la iglesia evangélica se animó a trabajar y a meterse en el sistema político porque en estos últimos diez años han salido leyes que ningunean los principios y valores que defendemos nosotros, por eso la iglesia se ha animado. La principal es la ley de aborto: nosotros consideramos que la vida viene desde el momento de la concepción. Esto nos animó a hablar y anunciar nuestras posturas. Luego, la legalización de la marihuana: creemos que les va a hacer muy mal a nuestros jóvenes; lo mismo pasa con la adopción de niños por parejas del mismo sexo”.
Además de estos tres diputados titulares, en la bancada evangélica participan otros dos diputados suplentes: Betiana Britos, también de la iglesia Misión Vida (suplente de Álvaro Perdomo, también del Partido Nacional), y Luis Eduardo Pintado, de las Asambleas de Dios (suplente de Graciela Matiaude, del Partido Colorado). Además, según explican, hay otra veintena de ediles en todo el país, y en diferentes partidos políticos, que pertenecen a estas iglesias. En Montevideo, por ejemplo, está el caso de la pastora y edila nacionalista Cristina Ruffo y su suplente, el pastor Gabriel Silveira, de Misión Vida, director de los hogares Beraca y yerno del apóstol Jorge Márquez, quien lidera esa iglesia.
Ánimo de crecer
Dastugue considera que el objetivo de su trabajo político consiste en tener “la mayor capacidad de influir en decisiones que se toman en nuestro país”. “Mi deseo es que no sigan apareciendo leyes que sean opuestas a lo que yo creo correcto o lo que creemos correcto los cristianos. Hay una nueva cultura de la diversidad en todos los ámbitos de la vida, donde todo es volátil. Le hace mal a toda la sociedad en su conjunto”, expresó.
Sobre la influencia de los cristianos en la política, el diputado Amarilla piensa que “el gran desafío que tenemos nosotros, como cristianos, es influir en distintos partidos políticos y no ser influidos”, una línea de trabajo que coincide con la estrategia de incidencia que utiliza el grupo llamado Parlamento y Fe, que él lidera junto con otros pastores evangélicos en Uruguay y la región.
Los tres diputados del Partido Nacional coinciden en que para ellos la Biblia es un manual de conducta y de legislación. Para Irazábal, se trata de un “material de referencia obligado para quienes somos cristianos; debemos cumplir con ciertos principios, y lo que se aparte de ellos no lo podemos votar”. Para ser más claro y enfático en su planteo, agrega: “La ley del aborto, el matrimonio igualitario y la ley de la marihuana van en contra de lo que dice la Biblia”.
Al respecto, Dastugue planteó su interés en ubicarse “lo más cerca de la Biblia posible, porque eso es lo que nosotros consideramos la verdad. Fomentar los principios y valores cristianos en la sociedad va a bendecir a un país que galopa a un relativismo moral”.
Otro concepto de peso para estos grupos es la creencia de que en el mundo se desatan guerras espirituales, que además tienen implicancias políticas. Dastugue explica que la Biblia “habla mucho de la guerra espiritual; yo creo en ella y existe. Eso se expresa políticamente y en todos los ámbitos de la vida”. Para Irazábal, en tanto, la guerra espiritual es una realidad, porque “todos somos seres humanos y hay quienes practican la macumba y la magia, no son pocos. Debe haber más de un diputado que cree eso, porque el Parlamento es una representación de la gente”.
Es importante comprender que esta expansión de la presencia evangélica no sólo se da en el ámbito político, sino que también se articula con otras participaciones visibles a nivel social, empresarial, cultural, profesional, mediático, que han generado una mayor influencia y articulación de un discurso político y religioso. En Uruguay, se estima que 6% de la población se define como evangélica; a partir de ese dato, los tres diputados vaticinan que su presencia en la política partidaria seguirá en aumento. “Creo que la mayoría de los evangélicos, al momento de votar, buscan candidatos que sean evangélicos; sin duda, los diputados evangélicos recibimos votos de no evangélicos, pero entiendo que se está corrigiendo la representación. Yo espero que en la próxima legislatura lleguemos a ser 5% o 6% del total”, pronostica Irazábal.
Juntos oremos
Otra arista para tener en cuenta es la participación de estas organizaciones vinculadas a los sectores evangélicos en dos temas: adicciones y cárceles. Estos grupos están desarrollando un trabajo cuantitativamente muy significativo en temas a los que el gobierno no logra dar respuestas integrales. Al respecto, Irazábal cuenta que mantuvo una reunión con dos ex presidiarios brasileños que ahora trabajan en una ONG evangélica y quieren implantar su experiencia en Uruguay. “En Brasil se les dio a los evangélicos la gestión de una cárcel, esas cárceles tienen los mejores índices de no reincidencia [...]. Ellos me contaron que le han propuesto al Ministerio del Interior de Uruguay poder entrar a las cárceles para llevar allí los valores cristianos”.
Irazábal aclara: “Lo que enseña la iglesia no es discriminar, se le dice al drogadicto que venga, la idea es incorporarlo, tratar de sacarlo de esa adicción e integrarlo en la sociedad; lo mismo al resto, a una persona que hizo un aborto y atentó contra una vida, que venga, pida perdón, que reconozca su error y que no vuelva hacerlo nunca más”. En este contexto, el diputado recalca que “la iglesia y el cristianismo se resumen en: Dios es amor y ámense los unos a los otros”.
Sobre la importancia que tiene para este sector el trabajo en adicciones, Dastugue recordó su participación en el grupo que funcionó en la órbita de Presidencia de la República para discutir posibles normativas vinculadas a la regulación del consumo de alcohol. Dijo que ahora volverá a participar en ese espacio y que intentará volcar allí su experiencia en los hogares Beraca, en donde además vive. Irazábal, por su parte, plantea que están manteniendo reuniones para coordinar esfuerzos, “porque uno, aislado, tiene menos efecto; lo que pretendemos es influir en nuestras bancadas”. Según expresan los diputados blancos, desean conocer y sumar a otros cristianos de todo el país para intercambiar y construir posturas, por lo que están contactando a políticos principalmente evangélicos, sin excluir la posibilidad de sumar católicos practicantes, de todos los partidos políticos, para hacer una celebración religiosa de “unción o bendición” en setiembre. “Estamos recabando datos para juntarnos y conocernos. La idea es reunirnos y orar todos juntos, y pedir a Dios que nos ayude en nuestra legislatura”, concluyó Dastugue.