La Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) presentó el viernes, en la Comisión de Cuenca del Río Santa Lucía, los resultados del informe Aguas del Santa Lucía. Evolución de la calidad en la cuenca del Santa Lucía. Se basa en el monitoreo realizado durante diez años -entre 2005 y 2014- en cinco subcuencas -el río Santa Lucía, el río Santa Lucía Chico, el río San José, los arroyos Canelón Grande y Chico, y el arroyo Colorado- y dos embalses -Paso Severino y Canelón Grande-. Entre los resultados más relevantes “se registró cumplimiento de los estándares de calidad de agua con alta frecuencia (>90%) en casi todas las subcuencas. Las excepciones fueron las subcuencas del arroyo Canelón Grande y Chico y la del Arroyo Colorado. Ambas con fuerte presión industrial y urbana”, comienza la síntesis del informe, que está disponible en el sitio web del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.

Lizet de León, responsable del Departamento de Evaluación Ambiental Integrada de la Dinama, resumió que se analizaron alrededor de 24 variables, la mayoría de ellas contenidas en el decreto 253/79 -que es el que establece los parámetros con los que deben cumplir los cursos de agua destinados al consumo de agua potable- y otros que se agregaron en 2013, cuando se creó el plan de acción para la cuenca, como la medición de agroquímicos en agua.

“Hay un proceso de eutrofización [exceso de nutrientes] gradual en la cuenca del Santa Lucía que está evidenciado por el incremento de las concentraciones principalmente de nitrógeno y fósforo en los cursos de agua”, subrayó De León como conclusión.

Los valores de PH, turbidez, nitrato, nitrito, y los niveles de demanda bioquímica de oxígeno en el agua son los que, salvo algunas desviaciones, están por encima de ese estándar de calidad fijado por el informe; es decir, 90% de las variables están dentro de los rangos de normalidad. El mayor problema está en el fósforo, que “en casi todas las subcuencas está mayoritariamente por encima del valor estándar”, dijo De León, y la desviación no es poca, puesto que esa situación ocurre en 80% de las muestras tomadas. La bióloga precisó que el valor fue establecido en 1979 en base a información de otros países: “Todavía no tenemos definido si es el correcto para nuestros cuerpos de agua, estamos tratando de trabajar para determinar si es demasiado exigente o es correcto y estamos muy pasados de fósforo”, expresó. Adelantó que habría indicios que muestran que el estándar es “bastante exigente”. En base a estudios complementarios, la Dinama determinó que la mayoría de los aportes de fósforo y nitrógeno (74%) en la subcuenca del río Santa Lucía provienen de fuentes difusas, debido al uso de fertilizantes, a la erosión y a la escorrentía; el 26% restante deriva de aportes puntuales, y entre ellos De León señaló a los tambos.

Los coliformes termotolerantes son otro indicador que no da del todo bien: la cuenca del río San José alcanza un nivel de cumplimiento de 91%, pero el valor cae a 89% en el Santa Lucía, 80% en los arroyos Canelón Grande y Chico, 73% en el río Santa Lucía Chico y 39% en el arroyo Colorado.

La principal preocupación está puesta en los arroyos Canelón Grande y Canelón Chico, que están en la zona de prioridad A del plan de acción diseñado en 2013 por el gobierno: el PH es el único indicador con un cumplimiento superior a 90%, y el incumplimiento llega a ser inferior a 1% para el fósforo. El arroyo Colorado, si bien no está dentro de la zona A (desemboca aguas abajo de la planta de Aguas Corrientes), también preocupa: “Su calidad está muy comprometida por la fuerte presión por los vertidos”, dijo De León.

Se analizó el impacto de los agroquímicos atrazina, endosulfán, glifosato/AMPA y la concentración de compuestos AOX (halógenos orgánicos absorbentes). Respecto de los agroquímicos no se detectaron incumplimientos, aunque Alejandro Nario, director de la Dinama, aclaró que “que no aparecieron no quiere decir que no haya”, y mencionó que se asociarán con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) para hacer mediciones; se los rastreará también por medio del análisis de sedimento y biota, puntualizó De León. Los compuestos AOX -presentes en la descomposición de la madera pero también en la industria del papel- registraron incumplimientos en 21% de los casos.

La otra parte del informe aplica diferentes índices de calidad del agua. De acuerdo a índices estadounidenses, la mayoría de la cuenca presenta una calidad media: la parte alta es buena pero otros tramos son de calidad mala, como los arroyos Cagancha, Canelón Chico, parte del Colorado y Las Piedras.

Frente a resultados generales positivos, De León manifestó su optimismo y resaltó que “aplicando las medidas que están planteadas [en el plan de acción] se espera que haya una recuperación de la calidad del agua a mediano plazo”.

Más acciones

Nario comentó que el informe ya fue presentado al gabinete. “Nos están empezando a cuestionar algunas cosas” para mejorar la eficiencia del plan de acción, señaló. La convocatoria de la comisión tuvo buena respuesta, a nadie pareció importarle que fuera viernes ni que lloviera: había representantes de la academia, de organizaciones sociales, de productores e integrantes de los tres niveles de gobierno. El colectivo Espika, de Santa Lucía, hizo una exposición en la que dio cuenta de denuncias por tala de monte nativo y por fumigaciones en los últimos meses. Pidieron mejores mecanismos de denuncias y reclamaron que la resolución de febrero de 2015, que establece límites de laboreo y aplicación de agroquímicos en los principales cursos de la cuenca, no haya incluido la planicie de inundación.

Nario anunció que se intensificarán los controles y las multas y que se implementará un protocolo de actuación y denuncia, para lo que se formó un grupo de trabajo. Respecto de las zonas buffer (de amortiguación de impacto) sostuvo que la discusión “no está cerrada” y que el informe de monitoreo hace pensar que “se debería avanzar más en la protección de cursos, ir a cursos más pequeños que los actuales; eso ya lo hemos hablado con el MGAP”. Para eso también se formó un grupo de trabajo, y Nario subrayó que es necesario generar conocimiento sobre las zonas inundables.