Esta vez no hubo que caminar sobre la calle Rondeau ni acercarse a la casa del empresario Alberto Fernández, en la elegante Almirante Harwood del barrio de Carrasco, para sentir el olor a podrido. Alcanzaba, tan sólo, con presenciar los testimonios de los trabajadores presentes en la reunión de la Comisión de Legislación del Trabajo de la cámara baja, para conocer el trazo grueso del estado en el que los hermanos Alberto y Máximo Fernández dejaron la planta de Fripur al momento de anunciar el fin de sus actividades, el martes. El cierre, intempestivo, dejó a casi 1.000 trabajadores en la calle. De éstos, más de 80% son mujeres cuidadosamente elegidas por su perfil de madres solteras. Pero no sólo. Según dijeron los representantes del Sindicato Único Nacional de Trabajadores del Mar y Afines (SUNTMA) José Franco, Ana Parejas y José Umpiérrez, además de provocar la pérdida de fuentes de trabajo, la liquidación de Fripur deja también a su paso 12 buques “en estado calamitoso”, un pasivo millonario, amenazas de corte de luz por cuentas pendientes y “una constante situación de acoso, maltrato y represión” hacia sus empleados. “La empresa ha transformado la planta procesadora de pescado en un campo de concentración”, resumió Franco. Los trabajadores denunciaron que los Fernández solicitaron préstamos para comprar una flota nueva, pero los volcaron en la adquisición de barcos europeos en desuso y tierras en San José.

A veces, los encargados de realizar las instalaciones de empresas de los empresarios eran los propios empleados de Fripur. Fue el caso, por ejemplo, del montaje de ocho molinos de viento a pocos kilómetros del balneario Kiyú. “Lo más grueso fue cuando se llevó personal del área de la construcción para hacer la vía y las plateas, a fin de instalar molinos. Los compañeros estuvieron unos tres o cuatro meses, en uso de una licencia especial, instalados en uno de los establecimientos”, explicó Umpiérrez. También hubo personal del área de mantenimiento destinado a otros campos en San José: “Había compañeros que eran llevados para realizar tareas como, por ejemplo, instalación de riego de estilo francés en los campos de vegetales y fabricación de portones por herreros, con los salarios de la planta, como funcionarios de la empresa. Documentos muestran que se compraban materiales que también corrían por cuenta de Fripur”.