“No nos parece bien mirar una parte de los problemas y hacer caso omiso a los otros”, sostiene el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT, en un informe divulgado ayer en el que repasa los desafíos económicos que enfrenta el gobierno de cara al segundo semestre.

Frente a la desaceleración económica, en un contexto signado por dificultades en materia fiscal, presiones alcistas sobre la cotización del dólar, una inflación anualizada muy cerca del 10% y un contexto internacional que se ha vuelto más desfavorable -particularmente en Brasil y China-, mucho se discute qué hacer, qué atender primero.

Para el Cuesta Duarte, resulta “claro” que priorizar alguno de estos problemas puede “repercutir desfavorablemente en los otros”. “Por ejemplo, dejar de intervenir avalando una fuerte suba del dólar presionará aun más la inflación, o priorizar esta última mediante tarifas públicas deterioraría aun más el frente fiscal”, razona el documento.

Optar por otra receta ya conocida sería recortar el gasto público y frenar o incluso disminuir los salarios reales. “Así se corregiría el déficit fiscal, se moderarían las presiones inflacionarias y ello permitiría convalidar un aumento del tipo de cambio que junto a la reducción de los costos, mejoraría lo que estas concepciones entienden por ‘competitividad’ del sector privado”, señala el documento. Sin embargo, a continuación sostiene que esta visión “no toma en cuenta otros flancos también problemáticos de la economía nacional”.

El informe reclama que pese al importante crecimiento real de la última década, casi 500.000 asalariados no llegan aún a ganar 15.000 pesos líquidos por 40 horas semanales de trabajo, y el peso relativo de la masa salarial en el Producto Interno Bruto (PIB) aún no ha alcanzado los niveles que tenía previo a la crisis de 2002, por lo que considera que no es bueno solucionar el tema de la competitividad de las empresas a expensas de retroceder en términos salariales y debilitar la matriz de protección social.

“No sólo no es conveniente para los trabajadores y los sectores más vulnerables de la población, sino que no es conveniente para el desarrollo del país”, establece, afirmando que es necesaria, en cambio, una “mirada integral” de los problemas.

Entre fantasmas

“La economía uruguaya no está estancada y mucho menos en crisis”, afirma el informe, que advierte de la importancia que juegan las expectativas en los fenómenos económicos: “La peor estrategia ante este empeoramiento relativo es agitar fantasmas, inducir a que entremos en crisis, crear pánico”.

El dato del segundo trimestre del PIB mostró una caída interanual de 0,1% y una caída de 1,8% respecto del primer trimestre del año en términos desestacionalizados. La sequía y la menor generación de energía hidráulica fueron clave para explicar este mal resultado; ambos fenómenos generaron un impacto negativo sobre la producción nacional de 1,6%.

Ante esto, el Cuesta Duarte destaca que el crecimiento económico semestral fue de 2,1% y que en la medida en que no se repitan otros elementos como la caída del sector de generación de energía eléctrica, no habría por qué pensar que el crecimiento en 2015 va a ser menor a esa cifra.

“Está claro que vamos a crecer menos que en los años anteriores, pero esa realidad está muy lejos de un escenario recesivo”, afirma el documento, que establece que de acuerdo a estos datos, el presupuesto y la política salarial “deben discutirse sobre la base de una economía que se estima crecerá por encima de 6% en los próximos tres años”.

Para la gremial, esto no significaría obviar las dificultades internas y el contexto externo más desfavorable, sino, por el contrario, “incorporar todas estas dimensiones buscando las salidas más equilibradas y menos regresivas o nocivas para la sociedad y en particular para los sectores más vulnerables”.

La caída de 1,1% en el consumo privado en el segundo trimestre frente a igual período del año anterior es lo más “preocupante” para el Cuesta Duarte, que estima que más allá de la disminución provocada por las menores importaciones con un dólar más alto, “es factible que las expectativas hayan desempeñado un rol importante”. El texto establece que “no hay fundamentos sólidos” para explicarla, ni desde el empleo ni desde los ingresos reales, por lo que seguramente “ciertas visiones pesimistas y algunos anuncios ‘al achique’ hayan permeado en la sociedad, contribuyendo a generar un clima propicio para frenar este componente tan importante de la demanda interna”.

Descartando el “achique desmedido”, se apuesta a “sostener la economía a partir del mercado interno, principal motor en estos años del crecimiento del país, y apelando a la contribución de los sectores que más se han beneficiado en estos años”, reiterando su propuesta de un “nuevo avance de la reforma tributaria sobre todo en los gravámenes de las grandes rentas y altos ingresos”.