Sin grandes anuncios ni cámaras de televisión, los cancilleres de Argentina y Uruguay, Héctor Timerman y Rodolfo Nin Novoa, se reunieron ayer en el despacho del director de Protocolo del Palacio Santos. Los ministros de Relaciones Exteriores de las dos orillas del Río de la Plata confirmaron la química personal que comenzaron a construir cuatro días después de la asunción de Tabaré Vázquez, cuando el uruguayo viajó a Buenos Aires. Este elemento, que contrasta con la ausencia de buena onda personal entre Vázquez y Cristina Fernández de Kirchner, logró lo que pocos creían que podría suceder al inicio de este gobierno: que la agenda bilateral tuviera algunos avances. Uno de los temas es, por ejemplo, el dragado del canal Martín García. Un consorcio de la empresa china Servimagnus y la brasileña SDC do Brasil ganó una licitación que se realizó en febrero, y en pocos días más se firmará un contrato por 12,5 millones de dólares entre este consorcio y la Comisión Administradora del Río de la Plata.

Hasta ahí los avances en la siempre latente lucha de puertos entre la tacita y la tetera del Plata. Otros puntos más ardientes de la agenda bilateral, como el monitoreo de la planta de celulosa UPM, se anotan en la columna del debe. La razón, básicamente, es que ambos países difieren en los parámetros. Argentina quiere tomar las muestras en la boca de UPM pero Uruguay se niega, con el argumento de que ese tipo de medición no tiene en cuenta el efecto diluyente que se produce cuando los efluentes llegan al río. El cuadro de cinchazos en el interior del comité científico binacional por los estándares de cuidados se completa con el pedido de Uruguay de que se incluyera en el monitoreo conjunto, además del río Gualeguaychú, al Riachuelo, el río más contaminado de Buenos Aires. De ahí que el comunicado difundido ayer por la cancillería uruguaya haga referencia al tópico como “monitoreo ambiental del río Uruguay y de la zona de influencia de UPM”. Otro de los puntos álgidos en relación a la planta de UPM es la temperatura a la que deben volcarse los líquidos al río. El presidente de la delegación argentina ante la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), Hernán Orduna, dijo en mayo a Radio Máxima de Gualeguaychú que el gobierno uruguayo “impide” avanzar en los controles sobre UPM. Le contestó el uruguayo Gastón Silberman, presidente de la delegación de Uruguay: “Argentina hace lo imposible y miente para demostrar que UPM contamina”.

El comunicado omitió los puntos más espinosos. Apenas remarcó la primera visita oficial de Nin a Buenos Aires, subrayó que ese gesto refleja “la importancia que nuestro gobierno brinda a las relaciones bilaterales” con los vecinos y que se estableció “un canal de comunicación directo para atender de forma pragmática la amplia agenda bilateral”. Ese canal, apunta el texto difundido, derivó en una serie de reuniones de trabajo entre altos funcionarios que tuvieron lugar el 12 de marzo en Montevideo y el 7 de julio en Buenos Aires. La noticia, que anoche encabezaba el portal de la cancillería uruguaya, no hace referencia a la ausencia de reuniones entre Tabaré Vázquez y Cristina Fernández. “No está planteada desde ninguno de los dos lados”, sostuvo a la diaria una fuente de la diplomacia uruguaya. El tema amerita, una semana sí y otra también, críticas del senador nacionalista Luis Lacalle Pou, que se pregunta por qué no se concreta una cumbre bilateral para abordar la relación número uno de la agenda internacional de Uruguay. Otra vez la química.