La experiencia de escuchar Kadavar implica una especie de pacto ficcional por el que estamos a principios de los años 70 y el sonido sale de un vinilo en un tocadiscos estéreo. Cualquier desprevenido que súbitamente escuchara la música o viera la portada de un disco de la banda podría pensar que se trata de una agrupación olvidada de aquellos tiempos, que vaya a saber por qué casualidad del destino acabó por llegar a nuestros oídos.

Es que Kadavar retoma la mejor tradición del rock pesado y psicodélico de fines de los años 60 y principios de los 70, cuando el heavy metal y el hard rock no eran géneros del todo diferenciados, ni el primero había dejado a un lado sus influencias más bluseras. Bandas como The Jimi Hendrix Experience, Cream, Deep Purple, Iron Butterfly y Black Sabbath son conocidos ejemplos del espíritu y sonido de aquella época. Y si bien Led Zeppelin podría incluirse en la lista, los capitaneados por Jimmy Page agregaron a su ecuación musical otros elementos que los separan, por momentos, del camino trazado por el resto de los nombrados.

El afán de Kadavar por continuar aquella estética va más allá de la vestimenta y las largas barbas de sus miembros, y de la tipografía del logo de la banda; en la búsqueda de recrear la sonoridad de referencia, mezclan las pistas como solía hacerse en esos tiempos, y aunque el resultado sea un tanto tosco para los estándares discográficos actuales, saben exactamente cómo quieren sonar.

Kadavar se originó hace cinco años en Berlín, cuando el guitarrista y cantante Christoph Lupus Lindemann unió fuerzas con el bajista Philip Mammoth Lippitz y el baterista Christoph Tiger Lippitz para hacer música y dejar crecer su vello facial. Internet mediante, comenzaron a expandir su base de fans y en 2012 grabaron su primer disco, que lleva el nombre de la banda. Durante la grabación de su segundo álbum, Abra Kadavar (2013), hubo un cambio en la alineación y quedó a cargo del bajo Simon Dragon Bouteloup, continuando la tradición de tener como apodo un nombre de animal. Al año siguiente editaron una grabación en vivo, Live in Antherp, y su tercer trabajo en estudio, Berlin, tiene unas pocas semanas en el mercado.

Desde el punto de vista estilístico, Kadavar es calificado como hard rock, proto metal y rock psicodélico. También como stoner rock, término que podría traducirse como “rock porrero”, dado que muchos consideran que este tipo de bases rítmicas y distorsiones resulta especialmente estimulante para quienes se encuentran bajo los efectos de la marihuana; asociación similar a la más famosa aquí entre cannabis y reggae.

Lejos de tratarse de una banda aislada de excéntricos, Kadavar forma parte de un movimiento que ha tomado aquellos años del rock como bandera a la hora de hacer su propia música. Las principales agrupaciones de esa corriente son quizá Queens of the Stone Age y Wolfmother, y se podría considerar a Cadáver Exquisito un ejemplo en la escena local.

La base de su sonido son los riffs, breves frases musicales, en este caso ejecutadas con guitarra, que establecen una base estructural sobre la que se realizan variaciones o ejecutan los solos. Los tempos son lentos y fuertemente marcados. La guitarra suele tener un sonido cálido y brillante, típico de las distorsiones originadas por los viejos amplificadores a válvula, a diferencia del más opaco que se encuentra en el rock y metal contemporáneo. Todas sus canciones tienen letras en inglés y títulos como “Rhythm for Endless Minds”, “Liquid Dream” o “Goddess of Dawn”, que rescatan el espíritu psicodélico.

El viernes 25 Kadavar se presentará en Bluzz Live. La fecha parece casi a propósito para recordarnos que los años 70 dieron mucho mejor música que las que nos impone cada Noche de la Nostalgia.