-¿Qué balance hace de sus primeros meses de gestión?

-Hay una ruta de trabajo que se está desarrollando, más allá de que está entrecruzada por emergencias de distinto tipo; estamos trabajando a fondo en la reestructura del sistema penal adolescente. Es importante marcar que en este proceso de reestructura no estamos solos, empezamos con un capital que es tener junto a nosotros a una comisión asesora intergubernamental que estaba prevista en el Código de la Niñez y la Adolescencia pero nunca se había instituido. Lo hizo la semana pasada, y está integrada por ministerios, por los organismos internacionales de la infancia y por representantes de la sociedad civil. Además, hemos hecho, con el apoyo del Mides [Ministerio de Desarrollo Social] una convocatoria al voluntariado organizado; ya tuvimos una reunión el viernes con las ONG involucradas, que van a hacer su aporte para reforzar la vida cotidiana de los jóvenes en el sistema, por ejemplo, por medio de intervenciones de corte terapéutico, o en aspectos lúdico-recreativos. Además, se realizó un relevamiento de todo el personal del Sirpa y de los perfiles, lo que nos va a permitir rediseñar la escalera de cargos para una mejor selección del personal.

-¿Modificarán el proceso de selección de los funcionarios?

-Sí. No olvidemos que al estar el Sirpa históricamente unido al INAU [Instituto del Niño y Adolescente], muchas cosas que tenían que ver con el ingreso de personal eran privativas del INAU. Ahora, al tener un departamento de personal que está en desarrollo, nos vamos a ocupar personalmente del ingreso, la selección y las instancias de capacitación. En esta situación de emergencia vamos a hacer un llamado, entre hoy y mañana, a 40 cargos de urgencia, que en este caso sí va a organizar el INAU. Una vez que el proyecto de ley del INCCA [Instituto Nacional de Construcción de Ciudadanía Adolescente] esté aprobado, vamos a incorporar una escuela de capacitación específica en la materia adolescente.

-Uno de los directores renunciantes de la comisión delegada del Sirpa, Edgar Bellomo, sostuvo que usted tiene una relación conflictiva con el sindicato y que eso dificulta el trabajo conjunto. ¿Es así?

-Creo que hay un poco de desinformación al respecto. Desde que asumimos tuvimos varias reuniones con el sindicato, en las que explicamos nuestro proyecto de trabajo y escuchamos. Luego, se sucedieron una serie de incidentes y desde hace dos semanas se institucionalizó un ámbito de diálogo en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. En esta comisión, uno de los focos relevantes de trabajo es la revisión de los protocolos de trabajo existentes. Estamos afinando algunas cuestiones de procedimientos en los que ellos [los funcionarios] entienden que hay vacíos, que les generan inseguridad y falta de garantías. En esa mesa de trabajo surgen temas del cotidiano y hay intercambio de visiones sobre los incidentes sucedidos. No podemos decir que no hay diálogo, hay una mesa de trabajo permanente, más allá de lo que el sindicato pueda expresar, después, en la prensa.

-El sindicato del INAU habla de caos en el sistema y pide su renuncia.

-Yo no voy a decir una sola palabra negativa contra el sindicato, porque eso no lleva a ningún lado.

-Bellomo sostiene que usted menosprecia a los funcionarios por su falta de capacitación.

-Un eje de trabajo que nosotros anunciamos en la asunción es la capacitación del personal, porque además forma parte de los programas de salud ocupacional. El trabajo penitenciario es muy insalubre, y en ese sentido trabajo codo a codo con los funcionarios. Hay que cuidar al que cuida, hay que estar alerta a las señales de deterioro físico y mental de los funcionarios, vamos a desarrollar medidas de protección en ese sentido. Entonces, necesitamos capacitar. Las apreciaciones de Bellomo corren por su cuenta.

-¿Sintió que estas renuncias la dejaban sola en un momento complicado?

-No, no lo sentí, porque yo ingresé con un grupo de compañeros que venían con una larga experiencia de trabajo penitenciario, y ése es el eje. A nivel de dirección, esta posibilidad de renuncias se empezó a hablar muy tempranamente, en tanto ambos directores, al ser personas de muy buena voluntad, se estaban dando cuenta de que no alcanza con entrar con buena voluntad a temas de tan alta complejidad sin un bagaje de conocimientos y experiencias en este terreno, de alta especialización. Esa carencia hace difícil que la persona pueda sentir que rinde y aporta, y ya habían manifestado en varias ocasiones su deseo de no continuar. Es como si una persona quisiera hacer una maratón de 42 kilómetros y sólo se hubiera preparado para correr tres kilómetros, y cuando está en el terreno se da cuenta de que no va a poder. Creo que eso fue lo que pasó con estos apreciados compañeros.

-¿Qué hay que cambiar de la cultura institucional del Sirpa?

-Es un instituto que durante mucho tiempo tuvo una cultura institucional que no ponía demasiado el foco en el contenido de la rehabilitación. A nuestro entender, la rehabilitación es primero un campo de alta complejidad, porque la privación de libertad lo es. Segundo, porque los jóvenes están en la adolescencia, una franja etaria difícil, sumado a que cometieron ilícitos. Son jóvenes muy vulnerabilizados, y eso determina que, a nuestro entender, los programas de tratamiento deban tener otra raíz, que no sea la simple realización de actividades variadas. No alcanza con que a un adolescente se le den tareas sueltas e inconexas, y que no se trabaje en profundidad con la causal de la conducta que lo llevó a delinquir. Es ahí donde encontramos los mayores vacíos en lo que hace a la rehabilitación, que es la misión del sistema. Tiene que haber un plan integral, personalizado, que responda a las necesidades individuales de esos jóvenes. Y esto es un cambio de cultura. Los planes deben ser además independientes del centro al que el joven se destine, porque si no, se genera una suerte de inequidad, en la cual de acuerdo a dónde caiga es la suerte que tendrá. En este nuevo modelo hay que traer a la cancha a los familiares, que no pueden vincularse sólo en la hora de visita, tienen que seguir acompañando el proceso de crianza.

-¿Cómo evalúa las fugas recientes que hubo en el sistema?

-Eso es parte también de los protocolos de seguridad y tiene que ver con la fragilidad estructural que tienen las instalaciones con las que contamos, por lo cual hay una auditoría en marcha que hará su evaluación. Eso nos llevó a tener que evacuar el Ceprili porque se estaba deshaciendo, y es nuevo, de 2014. La debilidad arquitectónica de las nuevas construcciones genera una vulnerabilidad muy grande que permitió las fugas.

-En la denuncia presentada en la Justicia del Crimen Organizado por un ex funcionario del Sirpa, se mencionan irregularidades en las contrataciones directas que realizó en el período pasado el Sirpa para construir las instalaciones que usted menciona. ¿La auditoría pudo constatar algo de eso?

-No, está en marcha, y aspiramos a que termine lo antes posible. El Ceprili va a ser remodelado para poder ser habitado, pero con un cambio de perfil de los adolescentes que lo van a ocupar, hacia un perfil de máxima confianza: los que tienen salidas laborales. Ya que será un centro de máxima confianza, no necesitamos hacerlo de vuelta estructuralmente, sino acondicionarlo. Si son jóvenes que salen a trabajar ocho horas, no van a estar rompiendo paredes para escapar.

-¿La auditoría se hizo por rutina o porque se sospechaba de alguna irregularidad?

-Había que hacerla porque nosotros constatamos que la estructura no estaría cumpliendo con los requerimientos en lo que hace a la fortaleza que debe tener un sistema de privación de libertad en los elementos de construcción: a la prueba está lo que pasó. En el otro centro construido en 2014, que está en Belloni, se construyó un carcelaje cuyo techo se voló con el último temporal. Ni siquiera pudimos ocupar esas 80 plazas, de las que nosotros pensábamos disponer. Eso refuerza la necesidad de esa auditoría, que la determinó la ministra de Desarrollo Social.