La Ley Presupuestal 2015-2019 presentada por el Poder Ejecutivo destina a la Udelar menos del 5% de incremento presupuestal para el año 2016 y para el año 2019 tan sólo el 10,88% de aumento solicitado. Es tradición de los diferentes órdenes y gremios universitarios que las horas de reivindicación presupuestal sean momentos de unión, fraternidad y posiciones firmes, que apoyen y fundamenten los justos reclamos. La primavera de 2015 no debe ser diferente.

La educación pública necesita más y mejor presupuesto y todos quienes somos y nos sentimos parte de ella debemos hacer escuchar nuestra voz a toda la sociedad, y especialmente a sus representantes en el Parlamento. Pero para hacerlo de la mejor forma desde gremios y órdenes universitarios, en conjunto con otros gremios de la educación pública, es necesario emprender dos tareas urgentes: 1) un refinamiento de la solicitud presupuestal de la Universidad 2) una exposición clara de cuáles son los programas presupuestales de la Universidad.

Con respecto a la primera tarea, es necesario decir que la brecha entre lo solicitado y lo destinado por el Poder Ejecutivo es tan grande que inhabilita cualquier negociación sincera. ¿Por qué sucede esto, si como ha dicho a la prensa el rector, la solicitud presupuestal fue de un “oficialismo total”? (ver ladiaria.com.uy/UI3). Entre otras cosas, porque los números globales de la solicitud de presupuesto incremental parten de por lo menos dos premisas arriesgadas: i) se supuso que en el incremento para llegar al 1% de inversión en I+D a 2019, la Udelar mantendría una participación del 31% (igual a la de 2013) y que este incremento estaría por fuera del presupuesto educativo; ii) se supuso que todo el presupuesto incremental para el Hospital de Clínicas estaría igualmente por fuera del presupuesto educativo. Estas dos premisas tienen un impacto tan grande en el monto total de la solicitud presupuestal de la Udelar, que cualquier negociación aparece jaqueada por la inmensa distancia que separa a las partes. Refinar y acercar estos números será una tarea del Parlamento, pero también de la Universidad.

En cuanto a la segunda tarea, la Universidad debe ser capaz de transmitir al país cuáles son sus programas presupuestales aprobados que, en un desarrollo de mediano y largo plazo, constituirían una transformación mayor de la Universidad y de la educación del país. Dentro de los seis programas presupuestales aprobados por el Consejo Directivo Central, el de “Desarrollo de la Universidad en el Interior” tiene el potencial de convertirse en una bandera que asuman como propia muchos universitarios, actores sociales, y representantes nacionales en el Parlamento. Sin embargo, este programa, en la exposición pública de la solicitud presupuestal, ha quedado relegado y sin adecuada priorización.

Hoy está en juego la construcción efectiva de tres Centros Universitarios Regionales. En los dos presupuestos quinquenales anteriores el país decidió apoyar firmemente a la Universidad en el interior; después de lo mucho que se hizo, darle la espalda ahora, con incremento cero, parece totalmente injustificado. Es tarea urgente para los próximos días volver a posicionar el desarrollo en el interior como uno de los programas presupuestales prioritarios y estratégicos de la Universidad y del país.

Finalmente es necesario, a la interna de la Universidad, comenzar a trabajar desde ya para que la distancia entre el incremento salarial solicitado y el adjudicado no afecte de forma diferencial a los salarios docentes y no docentes más bajos.

La defensa de la solicitud presupuestal de la Universidad no se podrá hacer sólo contando anécdotas de todo lo bueno que hace la Universidad -que es mucho-, sino que es necesario presentar claramente una visión estratégica de hacia dónde quiere ir la institución. Las autoridades universitarias están a tiempo de dar un golpe de timón en los sentidos mencionados y los universitarios de comprometernos a apoyarlos.