Kelly Keiderling nació en República Dominicana, de ahí su español con acento caribeño. Es hija de un diplomático estadounidense y su madre es boliviana; estudió en la Universidad de Georgetown y en la Universidad Nacional de Guerra en Washington, para ingresar al servicio exterior de Estados Unidos. Tiene dos hijos con su marido, que también es diplomático de carrera de Estados Unidos. El lunes el presidente Barack Obama anunció que propondría al Senado estadounidense que Keiderling asuma al frente de la embajada en Uruguay. Sustituirá a Bradley Freden, quien está a cargo de la embajada desde diciembre de 2014, cuando Julissa Reynoso regresó a Estados Unidos.

Desde diciembre de 2013 Keiderling es subsecretaria adjunta principal para Asuntos de Educación y Cultura del Departamento de Estado de Estados Unidos, según difundió ayer en un comunicado la Embajada de Estados Unidos en Uruguay. Su carrera diplomática comenzó en 1988. Trabajó en las embajadas en República Dominicana, Etiopía y Zambia, y también participó en misiones en Botsuana, y Cuba (entre 2003 y 2005).

Pero su figura tomó relieve el 30 de setiembre de 2013, cuando, siendo encargada de negocios de la Embajada en Caracas, fue expulsada por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Maduro aseguró que Keiderling se había reunido con “la extrema derecha venezolana” y que había alentado planes de desestabilización y sabotaje.

Keiderling afirmó que esas acusaciones no tenían fundamento y respondió que sí había tenido reuniones “con venezolanos”: “buscamos reunirnos con otros sectores del país para conocer mejor los problemas de la gente”, dijo. Al despedirse de ese país, la diplomática saludó que los venezolanos estén “decidiendo qué futuro quieren para sus hijos, cómo quieren su política, su institucionalidad. Nosotros esas decisiones de cómo queríamos que fuese nuestro gobierno las tomamos hace más de 200 años, y ustedes tienen la oportunidad de participar en ese gran debate nacional”.