La visita de la delegación leonina fue la excusa perfecta para recorrer el BLH, creado en 2003 en el Pereira Rossell, donde nacen cerca de 7.000 niños por año, uno de cada seis nacimientos de los que se producen en Uruguay.

El banco tiene una sala de lactancia para las mamás que tienen a sus bebés internados en el hospital. Además de brindar condiciones higiénicas y un ambiente de tranquilidad, da lugar al asesoramiento por diferentes dificultades que puedan tener las mujeres al momento de sacarse leche, explicó Lilian Carroscia, directora del BLH. “Lo fundamental es la promoción de la lactancia y apoyar a las madres”, agregó. Un folleto del banco reseña que “la leche humana asegura todas las enzimas y nutrientes fundamentales para el desarrollo de los bebés y es particularmente esencial para los que nacen antes de las 37 semanas de gestación, o en situaciones específicas”. El banco guarda la leche de la madre para que se la lleve cuando el bebé pueda tomarla; al mismo tiempo, estimula la secreción.

Pero el banco lleva ese nombre por la otra función que cumple: se encarga de la recolección de leche humana de donantes voluntarias de Montevideo que se proporciona a bebés del hospital o de cualquier otro centro capitalino, público o privado, que la solicite; ha distribuido leche para bebés que están en CTI de Maldonado, Florida y Minas, pero el requisito en esos casos es que los centros de salud se encarguen de ir a buscar la leche, manteniendo la cadena de frío.

Seguimiento

Una vez que son dados de alta en el hospital, los bebés prematuros deben volver con frecuencia. Mara Castro, directora del Hospital de la Mujer del Pereira Rossell, explicó que se trabaja en un proyecto para que un equipo multidisciplinario vea al niño en un mismo lugar, de forma que la madre no tenga que llevarlo consultorio por consultorio. Hoy ya se está haciendo, pero las madres y familiares aguardan en los pasillos y allí comen la comida que les proporciona el hospital.

La idea es remodelar una vieja sala, dividirla en boxes individuales y crear un espacio donde las madres puedan esperar sintiéndose cómodas; para eso consiguieron el apoyo de los leones, que invertirán entre 50.000 y 60.000 dólares para refaccionar y equipar la sala.

“Vamos a presentar el proyecto con varios clubes de nuestro país en forma conjunta”, afirmó Ernesto Larrosa, presidente del Club de Leones de Montevideo Agraciada-Arroyo Seco.

En el banco trabajan 14 personas; entre ellas hay especialistas en neonatología, medicina, bioquímica, nutrición, enfermería y auxiliares de servicio. Carroscia resaltó la complementariedad público-privada también en ese aspecto, puesto que las mutualistas cubren los salarios de varios funcionarios.

Recorrido minucioso

Las madres donantes son usuarias de servicios de salud privados. El contacto inicial es mediante el teléfono 27066050, por el cual la mujer recibe el asesoramiento de cómo hacer la donación; también en el Pereira Rossell retira los frascos o biberones de vidrio, que se lavan y esterilizan en el banco y se vuelven a entregar en bolsas selladas. Un vehículo del Pereira Rossell va a cada casa tres días por semana, levanta la producción congelada y la transporta en las heladeras hacia el BLH. Cada donante tiene su ficha y sus frascos se agrupan en paquetes.

El bioquímico del banco, Arturo Puyol, explicó que al momento de procesarse la leche se descongela a baño María a 40ºC hasta que queda a 0ºC; entonces “un operador aprecia macroscópicamente el aspecto de la leche: el color, el olor; a veces se descarta por olores”, explicó Puyol. Si pasa ese examen “se reparte una alícuota en un tubito que va a servir para analizar la acidez y otra para analizar el crematocrito, que permite estimar el contenido calórico”, detalló. Si encuentran una muestra con mayor acidez de la permitida se interroga a la madre: pudo haber un corte de luz que haya cortado la cadena de frío, o algún resto de partículas que sobrevuelan. Cada detalle debe cuidarse, puesto que la leche es para “recién nacidos pretérmino que no tienen inmunidad”, comentó Gabriela Siré, médica macrobióloga. Se hace la trazabilidad entera: desde la donante hasta el niño que la recibe.

La pasteurización “es un proceso térmico en el que se produce una descontaminación de alto nivel de la leche que elimina todo lo que es bacterianoviable y todo lo viral”, puntualizó Siré. El banco tiene dos pasteurizadoras. Los frascos se someten a una especie de baño María a 62,5ºC, temperatura que se mantiene durante media hora; luego se la baja rápidamente a 5ºC. Controlar la temperatura es fundamental “para garantizar que no haya contaminación ni contagio viral, un montón de infecciones importantes que la pasteurización elimina, y no se puede ir a mucha temperatura porque si no, se eliminan los nutrientes”, informó Siré.

Le sigue el control bacteriológico. “Tenemos un doble control para evitar que haya contactos de infecciones”, contaron. Siembran gotitas de leche en un medio de cultivo y lo llevan a una estufa bacteriológica por 48 horas; el resto del líquido permanece en un freezer que tiene un cartel: “cuarentena”. Si el estudio bacteriológico da negativo, la leche queda habilitada para el consumo. La leche pasteurizada se clasifica de acuerdo a las calorías y a la acidez, información que se va a utilizar en función de lo que pida el médico solicitante.

El banco recibe las solicitudes por mail o por fax, explican; la indicación es para niños de menos de dos kilos o aquellos que tengan una patología quirúrgica y lo requieran por otros motivos. A veces la leche de su madre no alcanza para alimentarlo, entonces la donación se usa como un complemento, nunca como un sustituto, puesto que la leche de su propia madre es la ideal. “A veces es porque son pretérminos de 24 o 25 semanas, que pesan 600 gramos, y la madre no puede cumplir las necesidades alimentarias; y a veces es porque el estrés que provoca el parto prematuro hace que la madre no tenga suficiente leche”, explicaron.

En promedio, cada mes hay entre 80 y 90 donantes. Diariamente entregan leche a unos diez niños de cada sector del hospital, esto es, el CTI, dos unidades de cuidados intermedios y a veces a cuidados moderados. Cuando el BLH se creó, hace 12 años, el apoyo de la Fundación Caldeyro Barcia fue fundamental; por mucho tiempo se apoyó en donaciones y sigue dependiendo de apoyos externos, aunque en menor medida, puesto que la Administración de los Servicios de Salud del Estado ha ido asumiendo una mayor proporción, dijo Carroscia. Aun así, no han podido reponer un freezer que se les rompió. Todos los días necesitan frascos de vidrio con tapa de plástico, los ideales son los de café de 50, 100 y 150 gramos, y dicen que estarían contentísimos de recibir los que suelen ir al basurero.