Salvo algunos funcionarios de gobierno, el auditorio que escuchó ayer la exposición sobre transparencia fiscal del ministro de Economía y Finanzas interino, Pablo Ferreri, no parecía muy amigable, a juzgar por las preguntas formuladas al final. Los empresarios quisieron saber, por ejemplo, por qué Uruguay entrega “hasta a Luis Suárez” para ser “el mejor alumno de la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico]”, sugirieron que los gobiernos del Frente Amplio no tuvieron logros significativos, y uno de ellos complementó su pregunta con un “Basta de impuestos directos e indirectos”. Las inquietudes de los asistentes al desayuno organizado por Somos Uruguay en el hotel Sheraton llegaban por WhatsApp.

En las mesas había medialunas, bocados con jamón crudo, tortas de distinto tipo, jugos y yogures para amenizar el relato de la evolución de Uruguay desde un paraíso fiscal a la obtención de una imagen internacional “mucho mejor” en esta materia, según señaló Ferreri. El costo a pagar fue el fin de la opacidad, pero Uruguay no tenía otro camino desde una perspectiva “pragmática”, además de desde la óptica de los principios. Ferreri remarcó que a nivel global existe una tendencia a la disminución de la opacidad, y que esto está impulsado por los países de la OCDE, que representan 80% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. “¿Puede un país pequeño estar por fuera del 80% del PIB mundial”?, preguntó.

Mencionó como acciones tomadas en dirección a la transparencia el registro de acciones al portador, los convenios de intercambio de información tributaria con distintos países, y la adhesión de Uruguay al sistema de intercambio de información tributaria multilateral en forma automática. Habló también sobre la Ley de Transparencia Fiscal y Lavado de Activos, que ha tenido resistencias en sectores del empresariado local. Entre otras disposiciones, la ley obliga a establecer la persona física beneficiaria final de las transacciones y desincentiva la utilización de paraísos fiscales, disponiendo un mayor peso tributario para estos destinos.

Como temas pendientes, el ministro interino mencionó los problemas que existen en torno a la facilitación de los negocios. “En un país donde cada vaca tiene un chip, los trámites se realizan en máquinas de escribir. Es inaceptable”, graficó. Dijo que Uruguay está en el puesto 153 en materia de comercio transfronterizo a nivel mundial y en el puesto 100 en el registro de propiedad, y que el objetivo del gobierno es trepar a los primeros lugares del ranking para 2019. Luego, en diálogo con la prensa, señaló, a modo de ejemplo, que se proyecta llegar al final del período con un gobierno “100% digital”, lo que “colaborará con la mejora de los procesos económicos y de comercio”.

Ferreri presentó datos para probar que el camino hacia la transparencia fiscal no afectó el crecimiento ni las inversiones. Dijo que mientras que en la segunda mitad del siglo XX el crecimiento de Uruguay fue algo superior a 1%, en los últimos diez años fue de 5%. La inversión fue de 13% del PIB en la segunda mitad del siglo XX y de 20% del PIB en los últimos diez años, mientras que la Inversión Extranjera Directa (IED) se ubicó en 0,5% del PIB en el primer período y llegó a 5% del PIB en el segundo. “Eso se llama confianza”, sentenció. “¿Ustedes creen que estaríamos recibiendo la mayor inversión de la historia de Uruguay -en referencia a la segunda planta de celulosa de UPM- si Uruguay fuera considerado un paraíso fiscal? Sencillamente, no sería posible”, afirmó.