Juan Raúl Ferreira fue a la casa del ex recluso de Guantánamo Jihad Diyab y le agarró la mano durante un rato largo. No fue como director del Instituto Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), sino a título personal, aclaró a la diaria. Dice que le habló en inglés, pero que para evitar “el idioma de sus carceleros” acudió a algunas frases y palabras que conoce del árabe, como el término habibi, una expresión de cariño o de aprecio. “A lo largo de la tarde del viernes le tenía agarrada la mano y sentía cómo se iba debilitando, cómo se le iba poniendo helada”, cuenta. También fue otra de las directoras del instituto, Mirtha Guianze, que dice haberse quedado con una “impresión tristísima”.

El sábado, la INDDHH emitió un comunicado sobre el tema, en el que hace “un comprometido llamado al Estado uruguayo, a todas las instituciones internacionales con sede en Uruguay, a las representaciones diplomáticas en el país, a los líderes políticos, sociales y religiosos, por razones de protección a la vida, al estatuto de refugiado y por razones humanitarias, a extremar todos los esfuerzos para que el Sr. Jihad Diyab pueda encontrar a la mayor brevedad posible un tránsito para salir del país y llegar a un destino que le permita vivir en paz con su familia”. El comunicado sigue: “Jihad Diyab es un hombre joven que tomó la decisión de iniciar una huelga de hambre seca en pos de conseguir la reunificación familiar en un país árabe. Es esa una decisión personalísima. Sin embargo, en pos de que desista de esta decisión acorde al mejor trato al refugiado y a la protección de su vida e integridad, es su derecho conocer si existen documentos firmados sobre las condiciones de su estadía en Uruguay en calidad de refugiado, así como que no tiene ningún impedimento para salir del territorio nacional y que no existió ni existe condicionamiento que le dificulte ser aceptado por un país árabe en igual o mejor estatus, independiente de la voluntad del país o países en cuestión”. La INDDHH extiende el llamado también a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, para que “encuentre lo más rápidamente soluciones estables dado su delicado estado de salud y encuentre el reasentamiento en otro país”. Diyab, según el comunicado, expresó a Guianze y Ferreira que “las diferencias culturales, su numerosa familia y sus limitaciones físicas le imposibilitan vivir en Uruguay con un proyecto de vida libre y estable”.

Mientras, el grupo de allegados espera las cartas que no llegaron, que Diyab puso la semana pasada como condición para abandonar la huelga de hambre que ya lleva 54 días. Se trata de documentos con el aval de la cancillería dirigidos a las embajadas de Líbano, Qatar, Turquía y Venezuela (donde fue detenido por la Policía y devuelto a Uruguay) que certifiquen que el sirio está habilitado a dejar el país, un reporte sobre su situación legal y una copia del acuerdo entre Uruguay y Estados Unidos por las condiciones del refugio.

Ayer al mediodía, Diyab entró en otro coma superficial, confirmó Ferreira -que también estuvo en la casa del sirio- y tuvo que ser atendido por personal de la Asociación de Servicios de Salud del Estado. Él ya se había manifestado en contra de recibir atención médica, incluso si su vida corría peligro, según un documento que firmó en presencia de un escribano. Sin embargo, el médico que atendió a Diyab ayer de tarde, el doctor Jorge Bermúdez, dijo a Radio Uruguay que el refugiado “aceptó ser alimentado por vía intravenosa y un sistema de internación domiciliaria para mejorar su estado general, que está comprometido”, lo que considera un “logro importantísimo”. “Está con hidratación leve [...] No está en coma, está entregado”, agregó el médico. Según Guianze, la salud del sirio se encuentra en “estado crítico”.

Ayer, el grupo de allegados llamado Vigilia por Jihad Diyab convocó a una reunión urgente ante la gravedad del sirio. “Estamos esperando que se recupere, ya que aún sigue en estado de semiinconsciencia, pero la huelga de hambre continúa, según Jihad dejó establecido legalmente”, informaron. “En días pasados, los médicos remarcaron el alto riesgo de muerte súbita o colapso de órganos, especialmente, los riñones, además de la entrada en coma”. “Hasta el momento, ni la Core [Comisión de Refugiados] ni la cancillería han respondido al pedido. Seguimos esperando una respuesta que le salve la vida”.