Como es sabido, Donald Trump se vio muy perjudicado en su campaña por la difusión, el viernes 7, de un video grabado en setiembre de 2005 que lo registró comentando groserías acerca de cómo, por ser “una estrella”, podía propasarse con las mujeres. Pero Trump no estaba hablando solo, sino conversando con uno de los entonces conductores del programa farandulero Access Hollywood, Billy Bush, sobrino del ex presidente George W Bush padre y primo del ex presidente George W Bush hijo, a quien el episodio le está costando caro.

Billy venía desarrollando una exitosa carrera, hasta que este año recibió dos duros golpes. En agosto, durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, fue el primero en entrevistar al atleta estadounidense Ryan Lochte cuando este aseguró que había sido asaltado. Luego se descubrió que esa historia era falsa y Bush fue muy criticado, por no haberle hecho a Lochte algunas preguntas básicas y por defenderlo cuando se supo que había mentido. Ahora la vieja conversación con Trump volvió a poner en la picota a Billy: fue suspendida su participación en el programa The Today Show, de la cadena de televisión NBC al igual que Access Hollywood, y parece un hecho que será despedido. Sucede que, mientras Trump iba soltando obscenidades, Bush las festejaba, incluso cuando se habló acerca de una de sus compañeras de trabajo. Billy dijo que estaba avergonzado y arrepentido, pero las duras y masivas críticas al presentador en las redes sociales pesaron más.

Bush, cuyo contrato con NBC le proporciona directamente unos tres millones de dólares por año, no parece dispuesto a rendirse en silencio, y sus abogados en la negociación con la compañía alegan que en 2005 Trump ya era, además de un poderoso multimillonario, coproductor y anfitrión de un reality show de NBC (El aprendiz), de modo que si Billy le hubiera recriminado algo, la cadena lo habría despedido.

En todo caso, el episodio puso sobre el tapete una modalidad de trabajo en los medios asociada ante todo con el infotenimiento y con la publicidad, que no suele adecuarse a los criterios generales del periodismo ya que sus cultores, a menudo, le dan prioridad a lograr una relación de complicidad con las celebridades cuya fama atrae público a sus programas (o, a la inversa, atraen público desarrollando relaciones conflictivas con figuras conocidas, sin respetar tampoco los protocolos periodísticos).