En una sala pequeña, en el hotel Belmont de Carrasco, un grupo selecto de empresarios y algunos políticos escucharon la opinión del jefe negociador chileno del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Uruguay y director general de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería de ese país, Andrés Rebolledo, y de dos expertos uruguayos, sobre la inserción internacional de los países de la región. En el auditorio estaban la asesora del senador nacionalista Luis Lacalle Pou en materia económica, Azucena Arbeleche, y el ex canciller colorado Didier Opertti. La actividad fue organizada por el Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales (CURI) y otras organizaciones empresariales y académicas.

“Se acabó el tiempo del multilateralismo comercial, o al menos el multilateralismo está estancado”, sentenció Rebolledo. Afirmó que ahora “las reglas del comercio internacional se están jugando en torno a megarregiones” y a acuerdos plurilaterales. Dijo que aunque el gobierno de Michelle Bachelet es una “coalición de centroizquierda”, tiene “cero complejo” en impulsar una política de apertura “porque creemos que es del interés de Chile y en muchos planos es progresista”. “Para países como nosotros no hay otra opción que estar allí”, concluyó.

La inevitabilidad también fue el eje de la exposición del experto en relaciones internacionales Nicolás Albertoni, quien aseguró que “el mundo se regionaliza y nosotros no podemos no formar parte del diálogo”. “El mundo está yendo para allá y nosotros [en referencia a Uruguay] estamos yendo para el otro lado”, agregó. También afirmó que el Mercosur “no funciona”, que “no podemos caminar por el mundo de la mano con Brasil” y que el Consejo Mercado Común del Mercosur tiene “debates setentistas”.

“Yo voy a ser más cauta. No voy a decir que el Mercosur no sirve para nada”, comenzó planteando la otra experta invitada, Daniela Alfaro, y sostuvo que defiende el sistema multilateral. Comentó que la base del TPP surgió “de la oficina del representante de comercio de Estados Unidos” y que los capítulos más extensos y profundos del acuerdo son los vinculados al comercio electrónico y a la propiedad intelectual; “en los royalties hay más ganancias que en los bienes”, aseguró. Rebolledo confesó que la primera propuesta de Estados Unidos en el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por su sigla en inglés) era “impresentable” porque se planteaba “patentar los animales” y eliminar contenidos de internet simplemente a partir de la denuncia de una persona que consideraba vulnerados sus derechos de autor. No obstante, aseguró que la propuesta final no tiene ese tenor, aunque al término del encuentro reconoció que el capítulo de propiedad intelectual no era del interés de Chile. Rebolledo explicó que a la hora del ingreso de Chile a ese acuerdo, se valoró que había que estar “donde se fijan las reglas del comercio”.

Alfaro, quien participó como asesora de la cancillería uruguaya en las negociaciones del Acuerdo sobre Comercio de Servicios (TISA, por su sigla en inglés) y en las negociaciones del TLC con Chile, dijo que el primer borrador que este país le propuso a Uruguay era “efecto espejo” del TPP. Planteó algunas preguntas que Uruguay debería pensar respecto de su inserción internacional. En primer lugar, cuáles son los criterios para evaluar ser parte o no del TPP. En segundo lugar, si estos acuerdos promueven la diversificación productiva y exportadora, promueven nuevas regulaciones o limitan la autonomía para desarrollar regulaciones, y cómo afecta el TPP a la integración latinoamericana.

Rebolledo sostuvo que en la nueva agenda en materia de comercio internacional los aranceles “cobran cada vez menos importancia”, y en cambio pesan las “regulaciones internas de nuestros países”. En ese marco, calificó como una “muy buena noticia y una muy buena señal” el acuerdo con Uruguay, que “recoge esta nueva agenda del comercio internacional”.

Albertoni consideró que el TLC con Chile debería hacerse público en aras de la “transparencia”, y comentó que en la cancillería uruguaya le dijeron que dudaban si hacerlo público, porque después “se agarran de tres palabras” para criticar el acuerdo.

Rebolledo se refirió también a la experiencia de la Alianza del Pacífico. Dijo que el concepto central de este acuerdo es “tratar de avanzar en la libre movilidad de bienes, servicios, capitales y personas”. Opertti comentó que “se habla con cierta ligereza” de que Uruguay se incorpore a la Alianza del Pacífico y se preguntó si quienes lo proponen “se han tomado el trabajo de ver las normas”. Consultó a Rebolledo sobre la falta de institucionalidad de la Alianza del Pacífico, y el diplomático chileno le contestó que en su momento se discutió si esa alianza debía tener una institucionalidad supranacional y se concluyó que no. En su pregunta, Opertti defendió el Mercosur y cuestionó a quienes sostienen que está acabado en términos económicos y comerciales.

El diplomático chileno hizo notar que la Alianza del Pacífico tiene 49 países y bloques observadores y sólo cuatro miembros plenos, y consideró que debería estrecharse la cooperación con los países latinoamericanos. Consultado sobre la eventualidad de un ingreso de Uruguay a la Alianza del Pacífico, Rebolledo remarcó que es “absolutamente posible”. “Si Uruguay lo quisiera, desde ya tiene un aliado en Chile”, manifestó el jerarca.