Mucho se habla sobre la cuarta revolución industrial y sus consecuencias en el empleo. La tendencia es a la automatización de actividades que se expresa en la sustitución de empleos por procesos automatizados. Si bien en Uruguay nos cuesta ver este proceso porque algunos empleos que en otras partes ya están automatizados, acá todavía son realizados por personas, la verdad es que ya está entre nosotros. En algunas décadas, hemos cambiado fábricas textiles con miles de empleados por plantas de celulosa que, produciendo por valores decenas de veces mayor, apenas emplean unos cientos de personas. Se han reemplazado miles de cajeros de bancos, entes o intendencias por cajeros, débitos automáticos y centros de cobranza centralizados. Todo indica que este proceso recién comienza, que las posibilidades abiertas por la conectividad, los avances informáticos y la inteligencia artificial van a transformar el mundo laboral en pocas décadas más.
Desde la Dirección de Planificación (DP) de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) aplicamos a la realidad uruguaya un trabajo de referencia mundial(1) y el resultado es que la mayor parte de los actuales empleos en Uruguay presentan riesgo de automatización(2). El riesgo es más alto cuanto menor es el nivel educativo del trabajador. Sin embargo, esto es sólo una parte de la historia, hay otros elementos a considerar:
Las tendencias demográficas en Uruguay señalan que probablemente el problema se centre en la falta de trabajadores que en la falta de empleo. En la DP estamos desarrollando un proceso de prospectiva demográfica al 2050, en el cual se perfilan claramente las tendencias a la caída de la tasa de actividad en próximas décadas por el proceso de envejecimiento. En todo caso, el problema más acuciante para Uruguay será la formación y capacitación de los escasos trabajadores para usar las nuevas tecnologías.
No es la primera vez que la humanidad atraviesa rápidos cambios productivos. La enseñanza es que a la vez que suceden estos fenómenos de destrucción de empleos, también se generan otros por industrias que nacen con las nuevas tecnologías, o por mayor capacidad de compra de la población que estimula el desarrollo de amplios sectores, como la industria cultural y el turismo. La contracara de la automatización es el incremento de la productividad y eso es lo que Uruguay necesita para poder, con cada vez menos activos por pasivos, sostener la economía.
Que exista mayor productividad no implica que se distribuya mejorando la calidad de vida de las mayorías y estimulando el surgimiento de nuevos empleos. Es clave cómo responda el Estado a través de la matriz de regulación social. Nuestra actual matriz de regulación es hija de la anterior revolución tecnológica de la primera mitad del siglo XX, basada en la mecanización de la producción y la producción en masa, que también implicó la pérdida de innumerables empleos. Pero paralelamente se crearon otros gracias a un conjunto de medidas que permitieron cierta distribución de las ganancias de productividad: la negociación colectiva, los derechos sindicales, los salarios mínimos y las jubilaciones, la limitación de la jornada laboral, las licencias, etcétera. El desafío ahora es pensar cuáles serán las medidas de regulación social adecuadas a las nuevas condiciones productivas para lograr una amplia distribución de los frutos de los avances tecnológicos.
Incluso, en su momento, buena parte de los nuevos empleos se crearon en el Estado, que a su vez expandió servicios públicos universales como la salud, la educación y la protección social. Esto requirió desarrollar la capacidad tributaria del Estado y esa fue otra forma de lograr la distribución de la mayor productividad. Las tendencias demográficas de Uruguay dan la pauta de que va a seguir siendo necesario expandir los servicios de salud y cuidados, por un lado y de educación para aumentar la capacidad productiva de los escasos trabajadores activos, por otro. Pero, ¿cuáles serán las fuentes tributarias futuras en un mundo donde el capital globalizado se muestra cada vez más móvil y amenaza huir ante cualquier intento de tributación? Gravar la mayor capacidad productiva será vital para construir sociedades justas y pujantes; es un desafío que la humanidad debe encarar en la misma escala en que se mueve el capital: a nivel global.
Finalmente, que un empleo no esté en peligro de automatización no implica que esté disponible en Uruguay. Es necesario pensar el desarrollo de la matriz productiva a la luz de los desafíos tecnológicos y comerciales. En la DP estamos impulsando estudios prospectivos en 10 grandes complejos productivos para tener un análisis de riesgos y oportunidades a largo plazo. Es necesario tomar decisiones en el presente en vista de lo que pueda deparar el futuro. En eso se basa el pensamiento estratégico.
_(1). Frey, C. y Osborne M. (2013)
(2). Un trabajo similar, pero con diferencias metodológicas se realizó previamente en el IEEM._