Inspirado en el método artesanal de producción de la editorial montevideana La Propia Cartonera, los reclusos que participaron en el taller eligieron 20 poemas y 20 relatos, pintaron soles en 200 cartones que transformaron en tapas, y así asentaron un precedente: el del primer libro colectivo tumbero cartonero. La semana pasada lo presentaron ante sus familiares y amigos y ante autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), en la Biblioteca Municipal Felisa Lisasola, de la ciudad de Salto. La ceremonia fue el cierre del taller que empezó en 2015 a raíz de la llegada de una partida de libros enviados por el Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), que luego fue incorporado al programa de educación no formal Aprender Siempre, del MEC.

Según relatan en el prólogo del libro las coordinadoras y profesoras del taller, la especialista en literatura infantil y juvenil María Luisa de Francesco y la docente de historia Valeria Gallino, “a pedido de los mismos participantes fueron surgiendo las posibilidades de ir escribiendo”, porque la idea original era sólo compartir lecturas. En ese sentido, el director de la cárcel de Salto, Miguel Ángel Catelotti, explicó a la diaria que las docentes llevaban “algún escrito de escritores famosos, como Mario Benedetti, Pablo Neruda, los leían y, a partir de ellos, iban haciendo los propios textos [...] Buscaba una forma de inspirarlos y de esa forma ir creando, por ejemplo, poemas para el hogar de ancianos en el Día de los Abuelos, para las madres en el Día de la Madre, para los niños en el Día del Niño... Eso fue generando insumos para el libro”. Las profesoras agregan que “poco a poco” se acercaron “al interior” de cada recluso y fueron “avanzando en forma lúdica y distendida”, hasta lograr paráfrasis como la escrita por Javier en base a Rubén, del escritor venezolano Luis Britto García:

Leoncio Leo no le escondas el chupete a tu hermana, no regués las plantas con la mamadera Leo. No enganches los pelos de tu tía que duerme bajo el ventilador. No juegues con tus primas Leo y sácate esa pollera. ¿Dónde están mis pinturas Leo? No quiero que las agarres, no te hagas el marica y devolveme el taco aguja. Leo, no le escondas los dientes a la abuela. Leo, no agarres la pelota con la mano, no leas Silvia Burlich y usá pijamas de varón. Leo, qué van a pensar los vecinos. No te pongas ropa de mujer. Leo, no salgas así a la calle. Leo estás enfermo, no nos vas a dar nietos. No quiero que tengas novio, Leo. No quiero verte así, Leo.

Y esta otra, basada en La canción del colegial, del poeta español Federico García Lorca, escrita por César, José, Pablo, Adriana, Stefany y Karen, titulada “Nuestra canción sin libertad”:

Sábado Día cerrado. Azul violeta.

Domingo Encuentros. Despedida. Soledad.

Sábado Ansiedad. Alegría. Tristeza. Triste.

Domingo Recuerdos. Nostalgia. Soledad.

Sábado Depresión. Gris. Apagado.

Domingo Alegres. Familias. Azul. Vida.

También generaron reflexiones como esta de Daiana: “Extraño mucho mi vida en sí, porque acá dentro no es mi vida”. O esta de Javier: “Extraño salir a caminar, a correr y jugar al básquet. Extraño comer ensaladas con milanesas y empanadas, las botellas frías de vidrio de agua con gas… Las anacahuitas”.

La subdirectora técnica del INR, Ana Juanche, señaló que esta es una “experiencia única en el país” y destacó la importancia de estos programas para la “reinserción” de las personas privadas de libertad, según publicó Radio Tabaré, de Salto. “La reforma penitenciaria hace un fuerte énfasis en la formación socioeducativa [...] esta dignifica, humaniza y favorece el acercamiento, por lo cual ayuda a generar nuevos proyectos de vida”, aseguró.

Sobre la cárcel de Salto

Actualmente hay 317 personas; 28 mujeres, 278 hombres, tres niños y ocho bebés de ocho madres. 185 adultos trabajan o estudian, o ambas cosas, señaló a la diaria el director de la cárcel, Miguel Ángel Catelotti. En ese sentido, agregó que hay 55 personas que trabajan fuera de la cárcel y reciben sueldo, y a ellas se les descuenta 10% para el Centro de Atención a las Víctimas de la Violencia y el Delito, dependiente de la Dirección Nacional de Sanidad Policial; proporcionalmente, la de Salto es la cárcel con más trabajadores que aportan a este fondo. Hay otras diez personas que también trabajan extramuros, pero reciben peculios. Por otro lado, dos mujeres y 32 hombres están cursando primaria, y en secundaria hay diez mujeres y 68 hombres. Todas las clases son mixtas, al igual que algunos talleres, como los de género, panadería, informática y gastronomía. Otros, como los de ajedrez, albañilería, sanitaria y electricidad, que comenzarán a dictarse el año que viene, son sólo para hombres; por otra parte, hay taller de yoga y de artesanías sólo para mujeres. Este año, algunas mujeres también recibieron capacitación en agricultura y construcción. Catelotti anunció que en diciembre empezarán a reciclar cubiertas para el Centro de Comerciantes de Neumáticos, provistas por el Ministerio del Interior, Defensa Nacional y algunas instituciones. A su vez, el año que viene el Sindicato Único de la Aguja instalará máquinas en la cárcel para capacitar tanto a hombres como a mujeres.