El semanario Búsqueda informó ayer que, según “un dirigente cercano” a Edgardo Novick, “es inminente” que ese empresario, que fue candidato a la Intendencia de Montevideo en las elecciones departamentales de 2015, forme un nuevo partido para presentarse en las nacionales de 2019, cuyo registro en la Corte Electoral se concretaría este mes. El modo en que el periódico suele manejar este tipo de asuntos y el hecho de que al cierre de esta edición no se conozcan desmentidos son buenos motivos para suponer que la información es cierta, y justifican una primera evaluación de su impacto, que no es poco.
Como sabemos, Novick se postuló el año pasado bajo el lema Partido de la Concertación, cuya creación fue resuelta, tras varias idas y venidas, por la mayoría de los dirigentes colorados y blancos, con la intención de competir juntos contra el oficialismo en la capital, ampliando su convocatoria a ciudadanos “independientes” y a votantes del Frente Amplio descontentos con su gestión. Sin embargo -y pese a la construcción de un relato que presenta al empresario como una figura en tremebundo ascenso-, ese nuevo lema no logró un porcentaje de votos mayor que la suma de blancos y colorados en las departamentales montevideanas anteriores, y algo más de un tercio del apoyo que obtuvo correspondió a sus otros dos candidatos, el blanco Álvaro Garcé y el colorado Ricardo Rachetti. De todos modos, como Novick superó ampliamente a ambos, se apoderó de la iniciativa, la convirtió en plataforma de su propia proyección en todo el país, y puso a los padres de la alianza ante una disyuntiva trágica: entregársela o destruirla.
Lo primero no estuvieron dispuestos a hacerlo, y aunque ahora los caminos se separen, parece muy difícil que el lema de la Concertación, ya muy identificado con quien fue su candidato más exitoso, pueda ser utilizado en escala nacional sin él o contra él. Queda, sí, la posibilidad teórica de que en 2019 haya una o más alianzas departamentales, bajo ese lema, que sumen a los colorados, los blancos y el futuro partido de Novick, pero esto dependerá de cómo se desarrollen relaciones entre esas tres partes que ahora no están, por cierto, en su mejor momento, sobre todo desde que el empresario suma transferencias de figuras de los lemas tradicionales como quien caza pokemones.
Por otra parte, el salto a un escenario de competencia nacional va a plantearle a Novick importantes problemas. Como candidato a intendente, o en el territorio intermedio en el que se ubicó luego, podía elegir de qué quería hablar, evitando los temas en los que no es fuerte o no le conviene detallar sus propósitos; limitarse a ofrecer “gestión” como lo contrario a “ideología”; y lograr que nadie se fijara mucho en el elenco de sus lugartenientes. Ahora ninguna de esas tres cosas le será fácil si quiere, como dicen los estadounidenses, “verse presidencial”, y además su perfil y trayectoria quizá no sean tan atractivos para los ciudadanos del interior. Aparte de que, hasta ahora, una parte de quienes lo apoyaban veían en él una posibilidad de volver a los tiempos en que gobernaban los lemas tradicionales, y no a su enterrador.