Votaron 84.067 montevideanos. Fue un 20% más que en la elección anterior y es la tercera mejor votación del ciclo. Me alegré cuando un amigo me envió la información. Para muchos de nosotros, las experiencias de los Concejos Vecinales y del Presupuesto Participativo son importantes y generan sentimientos intensos y diversos.
¿Por qué me alegré? Porque los hechos muestran que siguen siendo experiencias políticas y sociales con vida. Las experiencias de participación necesitan tener inserciones reales en la sociedad para seguir recreándose y transformándose.
Los Concejos Vecinales y el Presupuesto Participativo son propuestas de participación entre el Estado y la sociedad. Son espacios sociogubernamentales, una forma especial de participación y de reforma del Estado, de transformación de la relación del Estado con la sociedad. Existen muchas otras posibles y necesarias. Más aun, el modelo original de descentralización y participación ciudadana que el Frente Amplio (FA) imaginó al comienzo de su gestión en Montevideo fue diferente. El cuestionamiento, utilizando razones constitucionales, de blancos y colorados, generó la modificación del modelo propuesto y la restricción de la participación social en la toma de decisiones.
¿Por qué sentimientos diversos? Esta alegría no debe opacar la difícil situación de los Concejos Vecinales y, sobre todo, el escaso interés y voluntad política en estos procesos de democratización de la democracia y del poder que ha mostrado una parte significativa del FA. La rica y compleja experiencia de los Concejos Vecinales generó críticas y propuestas que se expresaron en foros impulsados desde los Concejos Vecinales, la Intendencia de Montevideo y el FA. Muchos montevideanos participaron en los Concejos Vecinales y salieron con sentimientos contradictorios por su escasa incidencia en la toma de decisiones y en lograr objetivos que deseaban, y muchos otros siguen participando e insistiendo en la necesidad de su existencia y transformación.
A partir de las reflexiones sobre los límites del modelo de descentralización de las Juntas Locales y Concejos Vecinales, el FA decidió la creación de los municipios, pero sin dar respuesta a su articulación con una nueva propuesta de participación social. Al impulsar la creación de los ocho municipios como innovación política y concentrar en ellos la idea del gobierno de cercanía, se identificó de hecho a la representación político-partidaria local como la forma de democracia participativa. Y, simultáneamente, al no dar respuesta de cómo debería ser la articulación entre la democracia representativa y la social en el territorio, al no promover nuevas iniciativas y dejar a los Concejos Vecinales tal como estaban, estos quedaron en un lugar de aun menor incidencia, profundizando su debilitamiento.
El Presupuesto Participativo es una herramienta democratizadora de la que poco a poco se apropiaron sectores de la sociedad, pero cuya potencialidad está reducida a su menor expresión, no sólo por el monto de los recursos económicos involucrados, sino porque podría ser un proceso más rico de discusión, participación y articulación de los vecinos y vecinas en cada territorio, antes de la elección de los proyectos.
En este Montevideo que, pese a sus importantes mejoras sociales, sigue siendo un Montevideo fragmentado, segregado y desigual, la participación social a través de sus múltiples caminos es un modo de acción imprescindible para lograr las transformaciones que están pendientes. Hoy, en momentos en que vivimos los efectos de las restricciones económicas, retomar el impulso descentralizador y democratizador debe ser una prioridad para que los efectos de estas restricciones no ahonden las desigualdades, y sigamos avanzando en la lucha por la igualdad, contra la segregación y las discriminaciones.
Sin una voluntad política decidida de la fuerza política FA de retomar el rumbo de avanzar en la descentralización y la democracia participativa, este proceso se vuelve difícil. Así como la revitalización y profundización de la participación sería imposible sin los vecinos y vecinas, los colectivos y organizaciones sociales, las comisiones vecinales. Sin el enorme acumulado de experiencias territoriales y comunitarias organizadas no es posible imaginar un Montevideo igualitario para todos y todas.
Salir de la parálisis, retomar la iniciativa, convocar a todos los actores y protagonistas para recrear una movida hacia la renovación, reinvención y fortalecimiento de las prácticas participativas en el territorio y de democratización de la democracia, son tareas prioritarias del presente.
Brenda Bogliaccini.