El viejo frigorífico estatal “comenzó sus actividades en una planta que tenía casi 30 años de antigüedad, un lastre muy difícil de levantar”, repite Lorier, secretario general del Partido Comunista y también ingeniero agrónomo, en un informe sobre la reestructuración de la economía ganadera del Uruguay, al que tuvo acceso la diaria. Se plantea un nuevo modelo de frigorífico nacional sin los vicios del anterior y con “la convicción profunda de que los frigoríficos extranjeros no pagan por la materia prima el justo precio”. En el texto, de cerca de 150 páginas, se explica que los frigoríficos de capitales foráneos alcanzan un 55% de la faena y un 61% de la exportación total, según datos del Instituto Nacional de Carne (Inac). Son los grupos empresariales brasileños Mafrig, Minerva y JBS, el inglés BPU, la empresa argentina San Jacinto y la china Heilongjiang Foresun Cattle Industry los que conforman un oligopolio; esto quiere decir que controlan los precios del mercado. Y dejan a los criadores de ganado vacuno en un lugar de vulnerabilidad, ya que éstos deben ajustarse a las reglas de juego que se les impone.
El mercado no es mercado, es una parodia de mercado. Así introduce uno de los capítulos Lorier, entre citas de el ex presidente José Mujica, políticos rurales, portavoces de la Asociación Rural del Uruguay y otros involucrados. Destaca en cada párrafo que los criadores de ganado vacuno conforman “la fase estratégica del complejo cárnico a consolidar y expandir”, aunque la realidad indica que son los más perjudicados ya que son los que pagan las crisis y están a merced del “libre mercado”. La vaca de cría produce otras vacas de cría y hoy el Uruguay posee un stock de 4,5 millones de un total de 12 millones de vacunos de carne. “De aquí la necesidad de comprender mejor este sector”, se explica una y otra vez en el informe, bajo el mecanismo de la repetición, para lograr llegar a un público que, según explicó Lorier a la diaria, no sólo comprende a sectores afines a esta idea, sino a toda la población.
Cuando existía la Dirección Nacional de Contralor de Semovientes (hoy Dicose), se clasificaba a los “criadores” como aquellos que tenían más de dos vacas; las que tenían más novillos que vacas serían “invernadores” (aquellos que compran las vacas a los criadores). El ex vicepresidente del Inac, Fernando Pérez Abella, advertía en junio de 2014 “ que los grandes invernadores (engordadores) de vacunos pagaban “precios deprimidos” a los criadores, y luego obtenían precios “preferenciales”’ de algunas industrias frigoríficas. Al mismo tiempo, “se da la paradoja”, de acuerdo al informe, que el sector criador logra en los dos últimos años una oferta muy importante ya que se obtuvieron pariciones record que se acercaron al objetivo de los tres millones de terneros. Y eso se convierte en una “maldición” e impacta en la merma de los precios. Es la “enfermedad holandesa” de la ganadería. De todas formas, Lorier aclara que el manejo de la faena no es sólo asunto de los frigoríficos, sino también de algunos productores “que se apoyan en su gran volumen de vacunos y su posición cercana a los principales operadores del negocio cárnico”. Las consecuencias: ganador estacionado, suba de los precios en el mercado interno y frigoríficos que venden en el exterior a precios que se registran en “los niveles más altos de la historia (datos de 2014), por encima de lo U$S 4.000 la tonelada carcasa.
“Y es a estos productores, soporte del complejo cárnico, a los que hay que mantener en el campo, no sólo por su significación económica, sino por aspectos vinculados a los problemas sociales que nos genera su continua emigración del campo a la ciudad. En la Unión Europea se llega a subsidiar su mantenimiento en el campo”, se detalla en el informe.
Previo a especificar las medidas que Lorier tomaría en este nuevo rumbo económico, ya que no solo se crearía una nueva entidad sino que también comenzarían a transformarse las “relaciones sociales de producción”, se aclara que comprobar este dominio de unos pocos frigoríficos no es fácil, pese a que desde el gobierno y de la Federación Rural se ha insistido en este asunto. Se colocaron decenas de cámaras en los frigoríficos y se elaboraron indicadores nuevos pero no se logró probar los comportamientos colusivos (acuerdos entre empresas para operar en el mercado). Entonces, si bien este “núcleo” de empresas es el que determina que las cosas sucedan de esta forma, los cambios -a entender de Lorier- deben llegar por el lado estatal, con apoyos de afuera, para conformar un “complejo agroalimentario” con un frigorífico multimodal que disminuya los efectos del “ciclo estacional” y potencie la producción hortifrutícola, para así “defender la soberanía nacional en general y alimentaria en particular”.
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca ha venido proponiendo y apoyando una serie de medidas favorables a la fase criadora y productiva en general, “así como se ha opuesto a otras de las tantas que hemos analizado”, especifica Lorier”. “Existen poderosos intereses económicos contrarios al mismo, intereses que logran aunar voluntades del más diverso espectro. Como expresó Lisandro de la Torre, un político argentino que osó enfrentarse a los intereses de los frigoríficos británicos –Pacto Roca-Runciman- y se salvó apenas de un intento de asesinato en el Senado, aparecerá para combatirlo ‘Una alta burocracia de funcionarios, asesores y técnicos que compartían con abogados cosmopolitas, el triste privilegio de estar al servicio incondicional del monopolio’”, se expresa en el informe.